Agustín Lubo tenía 20 años. No sabía nadar ni quería aprender. Le tenía pánico al agua, hasta con el salvavidas puesto. Su familia cree que sufría esa fobia por un traumático episodio de su infancia en una colonia de vacaciones.
El trágico episodio tuvo lugar en la zona conocida como Bajada Distéfano, en el distrito de La Guardia. La familia de la víctima sospecha de la historia de un amigo.
Agustín Lubo tenía 20 años. No sabía nadar ni quería aprender. Le tenía pánico al agua, hasta con el salvavidas puesto. Su familia cree que sufría esa fobia por un traumático episodio de su infancia en una colonia de vacaciones.
Paradójicamente, murió ahogado el lunes 11 de este mes, por la tarde, en los "bañados" del distrito costero de La Guardia, más precisamente en la zona conocida como Bajada Distéfano.
Allegados a la víctima desconfían de la versión sobre lo ocurrido que brindó un adolescente que era su amigo y que estaba con él en el momento trágico.
Camila era prima de Agustín. Tanto a ella como a su madre, Catalina, claman por saber la verdad sobre lo sucedido.
Ellas contaron que ese lunes, aproximadamente a las 18, el amigo pasó a buscar a Agustín y juntos, con mojarreros en sus manos, partieron rumbo a la costa para pescar.
"Son unos pocos metros desde casa. A los 8 minutos, el otro chico llegó corriendo y nos dijo que mi primo se estaba ahogando. Salimos todos corriendo, pero cuando llegamos al lugar ya se había hundido. En ese momento, el pibe nos contó que se habían metido al río porque querían ir a pescar al medio y que en trayecto, mientras nadaban, Agustín se acalambró y le dijo que no podía más. Se agarró a unos yuyos. Pensó que era una 'joda', pero cuando se dio cuenta de que era en serio corrió para pedir ayuda", recordó Camila.
"No entendíamos nada -aseguró-. Era imposible que Agustín se haya tirado por su voluntad al agua. Al rato, le volvimos a pedir explicaciones. Le preguntamos por qué no lo ayudó. Entonces dijo que en realidad él se había acalambrado y que mi primo no quería que él lo ayude, sino que busque a su papá y a su primo".
Mientras tanto, familiares llamaban a la Central de Emergencias 911. Se presentó unos minutos después un patrullero. Un policía no dudó en arrojarse al agua, pero no halló el cuerpo donde -según su amigo- se encontraba Agustín antes de desaparecer. Fueron otros chicos del barrio los que hallaron el cadáver, apenas a dos metros de la orilla. Llevaba puesta la remera, el pantalón y hasta las zapatillas. Había pasado aproximadamente una hora y no había nada que hacer. Igualmente, en el móvil policial la víctima fue trasladada al Hospital Cullen. Todas las maniobras de reanimación fueron en vano.
El médico policial que examinó el cuerpo dictaminó la muerte por asfixia por inmersión, algo que se habría confirmado luego de la autopsia. No obstante, las dudas fueron creciendo entre los familiares de Agustín a medida que pasaron las horas.
"Nosotros tenemos varias cámaras en casa, por seguridad. Al otro día me puse a ver las imágenes. Así pude darme cuenta de que los dos se fueron de allí a las 18.08. Cuatro minutos después, el otro chico vuelve solo. Se para detrás de la casa de Agustín. Se queda unos minutos ahí. No pide ayuda. Luego corre hacia la costa otra vez. Ocho minutos más tarde, nuevamente regresa a la carrera y ahí sí le va a pedir auxilio al padre de Agustín y como no estaba, llega a mi domicilio y nos avisa", detalló la joven.
Las dudas sobre lo sucedido atormentan a los familiares del joven ahogado. Creen imposible que se haya tirado al agua voluntariamente para nadar… menos aún completamente vestido. Él se crió en ese lugar y conocía la profundidad en esa parte del bañado. El cuerpo apareció muy cerca de la costa, pero a varios metros de donde dijo su amigo que estaba. El agua está estancada, por lo que no hay correntada. "Queremos saber si se trató de una broma, un accidente o qué, pero necesitamos conocer la verdad", exigió Catalina.
Las mujeres se reunieron con funcionarios del Ministerio de Seguridad y del Ministerio Público de la Acusación. La investigación continúa y está en manos del fiscal Carlos Lacuadra.
Agustín era muy maduro a pesar de su edad. Tenía un hijo de apenas un año de vida que nació de manera prematura. Había instalado un taller en el que se dedicaba a la reparación de motos y estaba terminando de construir su casa. Por otra parte, su sueño era ser soldado. Su ingreso al Ejército Argentino era inminente.