Danilo Chiapello
La víctima iba en dirección al Corralón Municipal. Es el tercer ataque delictivo que ocurre en cercanías del parque Garay.
Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral.com
Rosa tiene 48 años y es empleada de la Municipalidad. Se desempeña como cajera en el Corralón Municipal y fue víctima esta mañana de un violento asalto. Es el tercer ataque delictivo que se produce en las inmediaciones del parque Juan de Garay en los últimos cuatro días.
Esta mañana, minutos después de las 7, Rosa caminaba en dirección a su trabajo por Cándido Pujato, (detrás de la tribuna popular del Club Unión) cuando se vio sorprendida por dos malvivientes que le salieron al cruce.
De los sujetos se supo que eran adolescentes (sus edades no iban más allá de los 14 años), y que actuaron a cara descubierta.
Uno de los rufianes pretendió hacerse de la cartera que llevaba la mujer aunque no imaginó que ésta iba a resistir la embestida.
Mientras víctima y victimario forcejeaban, el otro rufián impartía amenazas de muerte a viva voz.
La disputa llegó a su fin cuando uno de los arrebatadores le aplicó a Rosa una fuerte patada. “¡Ahí dejé de pelear y me dije ‘bueno... llevátela nomás'”, narró a El Litoral.
Aparecieron por atrás
“Para venir a trabajar yo me tomo un colectivo de la Línea 3. Hoy a las 7.15 bajo a la altura del Club Unión. Vengo caminando por Cándido Pujato y a una cuadra del Corralón, en una cortada que creo se llama La Paz, se me aparecen de atrás dos pibes. Sus edades no iban más allá de los 14 años, eran flaquitos”.
Uno me tironea el bolso y el otro me amenazaba. Me decía que lo suelte porque si no me iban a matar. Me hacían señas con sus manos hacia los bolsillos, como diciendo que estaban armados. Yo no vi ningún arma, pero bueno...
Como yo forcejeaba y no quería soltar mi bolso, el otro pibe me pega una patada. Entonces ahí me dije, “bueno... llevátela nomás’. En esos momentos uno no piensa y reacciona con el instinto”, dijo.
Corrieron hacia la vía
Más adelante la mujer indicó que los ladrones “se fueron corriendo en dirección para la vía” y agregó que “me llevaron el bolso donde tenía todas mis pertenencias, llaves de mi trabajo, credenciales, documentación, mi teléfono celular que todavía estoy pagando”.
“En ese momento no había nadie en la calle. Había compañeros en la esquina de Pte. Perón y Cándido Pujato, pero por más que yo grité no se escucha por el tránsito y el ruido de los vehículos”.
Golpeada, asustada y ya sin su cartera Rosa finalmente llegó a su lugar de trabajo donde fue asistida por sus compañeros que comunicaron lo sucedido al 911.
Y tras deambular largo rato por dependencias policiales llegó la primera reflexión: “De aquí en adelante voy a tener que cambiar mi rutina y tomar más precauciones. La verdad es que uno no sabe qué más hacer para defenderse. Encima son menores de edad y ya conocemos como termina todo esto. En caso de que la policía los agarre, enseguida recuperan la libertad”, cerró.