Redacción de El Litoral
El robo se consumó en su casa de barrio Candioti, cuando dos jóvenes la sorprendieron mientras intentaba cerrar la puerta, después de una visita al dentista.
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“Quiero que lo publiquen, que la gente sepa y trate de prevenirse”, dijo Marta este jueves, tras haber protagonizado un momento de extrema angustia, cuando dos delincuentes la sorprendieron mientras entraba a su casa de calle Alvear, a media cuadra de bulevar Gálvez, en zona residencial de barrio Candioti. La mujer de 94 años, dueña de una envidiable vitalidad y lucidez, relató en forma pormenorizada el ataque y hasta reconoció que “sabía que me iba a pasar”.
“Por más que tengo 94 años hago mis salidas sola y me doy cuenta que me están controlando”, adelantó la mujer que la semana pasada recibió un llamado telefónico “para decirme que habían secuestrado a mi hija y descolgué” el teléfono.
A aquel primer intento para hacerla caer en el llamado “secuestro virtual” se sumó otro episodio sospechoso cuando “esta semana tocó el timbre un hombre mayor que me preguntó por mi hijo. Yo atiendo por la ventana que tiene rejas y como era sábado y mi hijo estaba en casa fui a buscarlo. Pero cuando él bajó a atenderlo el hombre ya no estaba”, sintetizó.
Pero sin dudas lo peor le ocurrió este jueves, a las 10.30 de la mañana, cuando de regreso del odontólogo pagó el taxi, bajó a la vereda y abrió la puerta del frente de su casa. Estaba adentro cuando al intentar poner llave sintió el empujón desde fuera y la mano de un hombre joven que le tapaba la boca, un poco para que no gritara, otro para que no lo mirase a la cara.
“Fue una experiencia muy desagradable”, reconoció la víctima, que sin demasiados preámbulos accedió a las exigencias de los dos maleantes, a los que describió como “bien vestidos”, con pantalones tipo jeans ajustados y saco prendido con botones.
“Fueron violentos, pero no me pegaron. Me quisieron ahogar en un principio y me amenazaron que me iban a matar”, recordó. “¡Denos plata que la matamos!”, le dijeron; por eso “fui directamente a mi dormitorio, saqué la plata y se la di. Siembre conviene tener algo de plata guardada”, se lamentó.
Marta lleva 35 años viviendo en esa casa de barrio Candioti y otros tantos en la ciudad de Santa Fe, a la que se mudó hace ya tiempo para formar una familia. Un recuerdo de ello son sus alianzas de casada, las que temió que también intentaran quitarles. “Me quiso sacar los anillos de casada -el mío y el de mi marido-, que tienen 60 años puestos”. “Pensé que me iban a cortar el dedo”, reconoció.
Afortunadamente los delincuentes no la lastimaron, pero aprovecharon un momento de zozobra en que la mujer se desmayó y quedó sentada dentro de un ropero, para revisar toda la casa. Se llevaron alrededor de 50 mil pesos, dólares, y anillos de valor. También alzaron un disco rígido de la computadora de su hijo que es ingeniero y que vive con ella, documentos, pasaporte, algo más de plata y dos celulares viejos.
Luego de una media hora, al escuchar el golpe de la puerta del frente supo que los ladrones habían abandonado la casa dejando todo revuelto. Salió a la vereda y cruzó la calle a pedir auxilio a unos vecinos. Momentos después llegó un móvil de la Comisaría 3ra. cuyo personal le recibió la denuncia. “Creo que hay que hacer la denuncia y la gente tiene que saber”, cerró Marta.