La esperanza del padre de un joven asesinado hace una década en Santa Fe
"Vale mi recuerdo de siempre para mi hijo, como expresión para buscar una salida para todos. Es mi anhelo. Cuando me duele su muerte pienso en una salida para todos, y que podamos vivir en paz", reflexionó Jorge a diez años del homicidio.
La esperanza del padre de un joven asesinado hace una década en Santa Fe
"Todavía a veces me parece escuchar el timbre de mi departamento, en barrio Las Flores, cuando vinieron los policías la noche del el 29 de abril de 2014 a avisarme que habían asesinado a mi hijo para robarle la moto… me explicaron de los dos balazos… yo miraba incrédulo, shockeado, hasta que saltó la emoción y caí al suelo… llorando… parecía increíble", recordó Jorge Toffolini, quien este lunes cumplió 73 años.
Ahora vive en Guadalupe y algunos problemas de salud no le dan tregua. Desde hace una década cada cumpleaños representa para él un gran desafío. Es que cuando ese timbre sonó, en el año 2014, Jorge festejaba con casi toda su familia sus 63 años. Sólo faltaba Esteban, que nunca llegó. El crimen quedó impune.
"Era la suerte que empezábamos a correr en Santa Fe. Hoy el problema está extendido. El espiral de violencia sigue. Sólo me queda el recuerdo diario de esa ausencia y me duele. Yo ya perdí las esperanzas de que se haga justicia, pero deseo que las cosas cambien, para que la gente pueda vivir mejor, en paz. Hay que analizar los hechos que generan estas situaciones violentas, dónde nace el problema", exigió.
"Yo ya no tengo a mi hijo conmigo. Sólo ansío que se ponga control a esta situación, aunque me parece que hoy estamos más lejos que hace diez años en ese sentido. No le podemos encontrar la solución, por varias causas: políticas, sociales, económicas… las adicciones", se lamentó Jorge.
Esteban tenía 29 años. Fue ejecutado de un balazo en el pecho por delincuentes que le robaron la moto en barrio San Martín.
"Aquí cerca trabajaba un hombre en su verdulería (hace referencia a Hugo Schnell, el comerciante de 80 años apuñalado en el corazón a principios de abril por un asaltante). Lo trataron de matar para sacarle las monedas que tenía encima. Esto sigue. Uno guarda esperanza, pero tiene reservas. Qué otra cosa me queda más que la esperanza. Yo cumplí 73 años y digo: 'por Dios, hacia dónde vamos, qué estamos haciendo'. Tenemos que encontrarle la solución a esta forma de vida", dijo.
Sepultado
La investigación por la muerte de Esteban nunca estuvo cerca de ser exitosa. Como muchos familiares de víctimas a lo largo de estos años, impotente al ver cómo pasaba el tiempo y no había resultados, tomó el caso en sus manos y se puso a buscar datos que puedan colaborar con la Justicia.
"Me fue mal, porque empezaron a saltar algunas personas que querían castigarme por lo que hacía. Como un señor que se me acercó y me dijo al oído rápidamente 'te vamos a matar' y desapareció en el montón. Eso fue en las flores. Yo salía desprevenido de un negocio. Eran momentos en los que yo recorría periódicamente la zona donde mataron a Esteban, en barrio San Martín. Había vecinos que parecían saber lo que había ocurrido. Y a eso lo expresé cuando me consultaron en el Ministerio de Seguridad, en la Fiscalía, en la Justicia… pero no pasó nada. No es fácil actuar con ese tema y más para un ciudadano de a pie, sin recursos, sólo movido por el amor de un padre a un hijo asesinado. Yo nunca quise ser un justiciero. Traté de que se haga Justicia, de hallar a los culpables, pero todo quedó sepultado con el tiempo. Guardado para siempre", se lamentó.
Respecto de la labor de los investigadores, Jorge explicó que tuvo sentimientos encontrados en las distintas etapas que tuvo que atravesar. "Hubo quien se encargó del caso como una obligación formal y sólo eso, pero también otros que me orientaron y atendieron correctamente, como el fiscal Omar De Pedro, que vino a mi departamento y charlamos de igual a igual. Eso me hizo pisar tierra, tener esperanza nuevamente. Pero habían pasado demasiados años y no es fácil hacer algún hallazgo importante ahora", señaló.
A sangre fría
Esteban Rafael Toffolini era alto y atlético. Tenía 29 años. Había estudiado dos carreras y estaba cursando otra (Archivística) en el Instituto Nacional N° 12.
A Esteban lo interceptaron para robarle la moto en Espora al 4200 (barrio San Martin) y lo mataron de dos disparos.
La mañana del 29 de abril de 2014 fue a su trabajo, en la oficina de Extensión Universitaria. Por la tarde volvió a su casa, en barrio Las Flores II, juntó algunos útiles y le lanzó un saludo rápido a su padre por su cumpleaños. Su papá, Jorge, le contestó "gracias" y "hasta luego". Se iba a ver por la noche, para festejar.
Fue la última charla entre ambos. Esteban terminó las clases cerca de las 22, se colocó la mochila al revés, colgada sobre su pecho, y se subió a la moto para ir al "cumple". Era una Corben. Hacía poco que la tenía. Pocas cuadras antes de llegar a su hogar, en calle Espora al 4200, al menos dos delincuentes le salieron al cruce para que se detenga. Él no frenó. Algunos vecinos escucharon que le gritaban: "Pará, pará. Danos la moto o te matamos". Él alcanzó a decir: "Salí, salí ¿qué hacés?".
Tras esas palabras, dos estruendos resonaron en el barrio San Martín. Fueron "cañonazos", según algunos testimonios. Es que el asesino usó una vieja pistola de grueso calibre, una 11.25. Una de las balas le rompió el brazo a Esteban. La otra le pegó en el pecho, luego de atravesar apuntes y carpetas que tenía adentro de la mochila. El proyectil cortó la arteria aorta. El joven agonizaba ya cuando alcanzó a caminar unos pasos. Se desplomó y murió segundos más tarde. Los ladrones se llevaron la moto que nunca apareció. El caso permanece impune.