Pablo Benito
En 2008, un estudio científico demostró la presencia de plomo en aguas subterráneas de la ciudad de Ceres. 12 años después muere, envenenada por ese metal, Xiomara, una beba de 2 años. La mató el silencio de la desidia ambiental.
Pablo Benito
“En Ceres el agua tiene plomo y todos lo sabían desde antes de mi estudio. A mí me tocó corroborarlo y la pasé muy mal por decir la verdad en un informe, privado, hace 12 años” nos explica, Ruben Omar Garbellini, un Ingeniero rosarino ya jubilado.
En 2008, Omar, es contratado por la Aceitera General Deheza, “AGD tiene una planta en Ceres y debía realizar un control de calidad del agua que estaba utilizando para lavar la soja procesada. Determinamos es que había una contaminación importante en las napas subterráneas. Las muestras químicas revelaron, primero, la presencia de altas concentraciones de plomo en el agua. Posteriormente pudimos establecer que esa contaminación provenía de, por lo menos, tres fábricas de batería instaladas en el ejido urbano de Ceres” describe el ingeniero. “Una de los establecimientos investigados, tomando muestras de las adyacencias, era la fábrica abandonada en la que vivía Xiomara y su familia, Cerplac”.
Garbellini describe que “lo que pudimos comprobar es que el excedente de plomo de esos talleres se encontraba en al agua, pero también en el suelo y en el aire. Los niveles detectados eran altísimos. No soy médico, pero la exposición al metal de Xiomara o de cualquier persona pudo darse por ingesta de agua, aspirado o por contacto con la superficie. Estamos hablando de un elemento químico que es tóxico, denso y acumulativo, que no desaparece de un día para otro y, menos aún, sino se lo trata”, asegura Garbellini.
“Mi trabajo, concreto, fue realizar las muestras y decirle a quien me contrato ´ni se les ocurra lavar los granos con el agua sin trata, toda cadena de producción de la empresa se hubiese contaminado”, afirma.
Con voz entrecortada, el facultativo, confiesa que “yo hice mi trabajo, por supuesto que me dio pavor lo que hallé, pero lo que sufrí cuando trascendió este estudio, que era privado, no te lo puedo explicar, quedé sólo como cuando te dejan en una cama con Covid” y agrega después de un largo silencio, “con la muerte de la bebita comprobé lo que pasó con mi trabajo... nadie hizo nada.”
El informe menciona que “... entre el 22 y el 24 de julio de 2008, se procedió a realizar mediciones en distintos puntos de la ciudad de Ceres. Las muestras incluyeron la evaluación de niveles de concentración de plomo inorgánico, en el agua, determinando un excedente de este metal muy por encima del límite estipulado por la legislación de referencia, ley provincial 11.220.
Hace ya 12 años que se determinó que los establecimientos productores de placas de baterías "eliminan al aire, plomo orgánico en valores superiores a los permitidos por la reglamentación vigente, lo que provoca contaminación por aire tanto en el personal que trabaja en la empresa como en sus inmediaciones. Se utilizó el método de espectrometría de absorción atómica detectándose plomo en el agua de pozo en las inmediaciones de las firmas. Las muestras de agua de pozo fueron tomadas en distintas zonas de la ciudad y estipulado, su resultado, en función de la legislación de referencia".
Las empresas investigadas fueron Lingotes SA, Cerplac de Nesaglo S.A, y el depósito Morbi SRL, dedicadas a la producción de baterías” Precisamente, es en el establecimiento de Cerplac de Neaglo S.A. ubicado en la intersección de las calles Tucumán y Larrea, en el populoso barrio Las Américas de la ciudad de Ceres, es donde vivía Xiomara y su familia. El inmueble fue desguazado hace, no más, de dos años dejando un pasivo ambiental altamente peligroso. No obstante, varias familias pudieron asentarse en el lugar y hasta obtener una bajada de luz autorizada por la municipalidad.
Ya en 2008, al tomar estado público los estudios realizados por Aceitera, un grupo de empresarios de la región, en misiva al entonces intendente, Camilo Busquets, expresaban que, “... como vecinos somos conscientes de la importancia que reviste toda empresa que genere puestos de trabajo, pero la salud de la población en su conjunto es más importante. Las ganancias de una empresa no pueden sustentarse en una producción contaminante".
El enorme pesar por la evitable muerte de una pequeña beba de 2 años no es “un trágico final” sino la preocupante señal de que algo ocultado, perversamente durante años, emerge en los cuerpos y síntomas de los pequeños de manera fatal. La certeza de que la contaminación con plomo se ha acumulado durante décadas, tiene responsabilidades políticas, consecuencias jurídicas y repercusiones en la salud pública de alcances insospechados.
El agua de pozo, que bebió durante, al menos, 6 meses -según el director del Alassia- fue la que mató a Xiomara, es parte de una napa subterránea que lleva décadas acumulando metales pesados. La contundencia de la prueba, en los cuerpos de bebés, debe encender todas las alarmas, porque continúa siendo consumido por cientos de ceresinos. La criminalidad del ocultamiento puede derivar en consecuencias inimaginables. El plomo no sólo persiste, con el tiempo, en el ambiente sino también en el cuerpo humano.
Según el Fiscal Federal, Dr. Gustavo Onel “además de Xiomara se ha detectado plomo en sangre en media docena de niños”. La SAP (Sociedad Argentina de Pediatría), advierte que el saturnismo, plumbosis o plombemia - tal como se lo denomina al envenenamiento que produce el plomo cuando ingresa al cuerpo-, cuando es diagnosticado en un niño es, a menudo “la punta del iceberg que nos muestra la posibilidad de una epidemia por envenenamiento por causas ambientales interminables”.
La OMS, por su parte, ha estimado que “para 2017 la exposición al plomo causó 1,06 millones de defunciones y la pérdida de 24,4 millones de años de vida ajustados en función de la discapacidad debido a sus efectos en la salud a largo plazo.
Los efectos son especialmente graves en niños ya que afecta a su desarrollo mental afectando a su coeficiente intelectual. En el caso de niños entre 1 y 2, el saturnismo provoca alteraciones físicas irreversibles.
Durante el embarazo el efecto más grave que pueden causar los niveles altos de plomo son el aborto espontáneo y nacimiento sin vida (mortinato). Este metal pesado puede pasar a través de la placenta de la mujer embarazada al feto o a través de la leche.
Las consecuencias de la irresponsabilidad y complicidad, en el silencio y la negación, ante muertes prematuras en Ceres, ha roto la cerca con Xiomara, su envenenamiento mortal y el de otros pequeños que hoy luchan por su vida.
No se puede, ni debe, tapar sol con el dedo meñique, para garantizar impunidades a tan alto costo humano. No se trata de niños que ingirieron plomo por accidente en una ocasión. Es la exposición prolongada de una población a la contaminación probada y comprobada desde hace décadas.
Están, nuevamente, avisados.