Miércoles 22.7.2020
/Última actualización 20:02
“Sabía que ese muchacho era una persona mala para mi hija”, reveló Rosa Claudia Fiamaca, la mamá de Gisela, la mujer de 26 años asesinada de una puñalada en el corazón en su casa del barrio Santa Rosa de Lima. La testigo se lo dijo a la fiscal de Homicidios, Cristina Ferraro, que este miércoles pidió la prisión preventiva para el marido de la víctima, Gustavo Miguel Ponce de León. Y aunque la defensa se opuso, la jueza Susana Luna terminó por convalidar los argumentos acusatorios y ordenó que permanezca detenido hasta el día del juicio.
La Dra. Ferraro acusó a Ponce de León como “autor de homicidio doblemente calificado, por el vínculo y por ser perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género (femicidio)”. Y fue contundente a la hora de enhebrar los relatos de los familiares de Fiamaca y de su círculo íntimo, los cuales todos se encaminan a corroborar la teoría de que el hombre sometía a su esposa a través de “violencia física y psicológica”.
El hecho ocurrió en una casa de la calle Tucumán 4615, el domingo 19 de julio, alrededor de las 3.30 de la mañana. La noche previa, Ponce de León se fue a cenar a la casa de un tío de su esposa, que vive a media cuadra, que fue quien a la postre trasladó a la herida hasta el Cullen en su auto.
Gisela en cambio, se quedó en su casa con las dos nenas (una hija de 2 años que tenía junto a su esposo; y otra de 8, hija de éste último con otra mujer) y recibió la visita de una amiga que fue a tomar unos mates.
Al parecer no hubo una pelea que llamara la atención de los vecinos, cuando al regresar a su casa, Ponce de León, apuñaló a Fiamaca en el corazón. En esta instancia es fundamental el relato de una vecina, que les alquilaba la casita y que vive en una pieza del fondo. La mujer contó que se despertó sobresaltada por los gritos de Gisela, que la nombraba y le pedía auxilio. Entredormida, se levantó de la cama y corrió hasta la casa, abrió la puerta que estaba sin llave y se encontró con Gisela vestida y sentada sobre la cama; las dos nenas en una camita contigua; y Ponce de León tratando de parar la hemorragia con un trapo o una remera que presionaba contra el pecho.
Gisela le pidió a la vecina que tomara su teléfono y llamara a una ambulancia, pero como demoraba, fueron en busca del tío para que los llevara en su auto al Cullen. En el lapso que duró la espera, Gisela no dijo qué fue lo que le había pasado, no acusó a su esposo, pero tampoco señaló a nadie más.
Tanto la fiscalía como luego la jueza Luna, destacaron la intervención de esa testigo, que fue la primera en acudir en ayuda. Y a partir de la reconstrucción de ese relato, fue la jueza la que se preguntó “por qué la propia víctima pidió ayuda a los gritos a una vecina y no a su marido” que estaba sentado al lado, en el dormitorio. Y por qué éste “ocultó que su pareja estaba herida” y en cambio dijo que “estaba descompuesta” cuando fue entrevistado por personal policial de la Guardia del hospital.
Sobre Gisela, dijo la Dra. Luna que se trata de “una víctima silente, como lo fue siempre” y que así “lo ha demostrado su familia” al relatar situaciones de violencia que eran sistemáticamente negados por la joven.
También explicó que Fiamaca se mantuvo en silencio en ese momento clave y límite en su vida, lo cual se presenta como “una situación coherente” en lo que calificó como “una relación enfermiza y tóxica”, a la que estaba sometida desde hace al menos cuatro años, cuando se inició la relación. “Estamos hablando de un inequívoco contexto de violencia de género” y sobre ello “más que clara fue la fiscal”, remató la jueza.
“Las evidencias existentes hasta ahora son suficientes para creer que Ponce de León apuñaló a su pareja en su casa”, afirmó la fiscal Ferraro. No sólo se remitió a las declaraciones recolectas dentro y fuera del entorno familiar, sino que aportó el resultado del informe preliminar de autopsia, mediante el cual se revela que Fiamaca presentaba “distintos tipos de heridas y lesiones”, una de ellas de vieja data. Si bien “la principal fue una punzo cortante en el pecho”; otras ponen de manifiesto un “ejercicio de defensa” como lesiones en las muñecas o un golpe en el mentón; así como una “mordedura” en el hombro de hace al menos “una semana o diez días”.
Además, el médico policial que revisó a Ponce de León tras su detención, constató lesiones de carácter leve en el cuerpo del hombre, lo que ratifica la teoría de que pudo haber existido una pelea.
Aunque fue hallada con vida por la vecina, Gisela Fiamaca se descompensó en su casa y llegó casi sin signos vitales al Cullen. De hecho su tío contó que “estaba como muerta” cuando la trasladaron al nosocomio y que el marido nunca habló de una herida y que estaba “como asustado”. Los médicos lograron reanimarla por algunas horas, pero la joven falleció alrededor de las 8 de la mañana.
El abogado Ignacio Alfonso Garrone, a cargo de la defensa de Gustavo Ponce de León (30), rechazó el pedido de prisión preventiva y en cambio propuso alternativas, señalando como guardadora a la madre del imputado y proponiendo la casa de ella como lugar de residencia mientras dure el proceso.
Destacó cinco puntos en los que discrepó con la acusación fiscal, entre ellos: la falta de un testimonio directo; la falta de señalamiento de la víctima hacia su marido mientras estuvo conciente; la falta de preservación de la escena del crimen; la desaparición del elemento cortopunzante empleado; y la amplitud horaria del hecho.
En ese sentido, Garrone tomó la declaración de la vecina para decir que justamente pudiendo haberlo hecho, la víctima “no refiere ningún elemento concreto de cargo contra Ponce de León”.