Joaquín Fidalgo
Llegó a nuestra ciudad anoche desde la provincia de Buenos Aires, donde fue detenido días atrás. Está acusado de tres crímenes, entre ellos el de un niño de 11 años.
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
Esta mañana se realizó la audiencia imputativa para “Germancito”, el joven de 19 años acusado de tres crímenes que fue detenido días atrás en la provincia de Buenos Aires y extraditado anoche hasta nuestra ciudad. Este sujeto enfrenta cargos graves, por los que podría ser condenado a prisión perpetua. “Fue imputado por el caso Albarengo, por ‘homicidio calificado por el uso de arma de fuego y por el concurso premeditado de dos o más personas; y por el caso de la familia Sánchez, por ‘homicidio calificado y tentativa’. El lunes por la mañana se realizará la audiencia de prisión preventiva”, explicó el fiscal regional Jorge Nessier.
Iván
El primero de los crímenes que se le imputan a “Germancito” ocurrió en horas de la siesta del pasado lunes 18 de enero, en barrio Cabal. El pequeño Iván Albarengo, de apenas 11 años, había salido de su casa junto con amigos para tomar el colectivo municipal que los iba a trasladar al centro recreativo de La Esquina Encendida (Estanislao Zeballos y Facundo Zuviría). Hacía calor y se iban a tirar a la pileta.
Antes, los niños querían pasar por un kiosco ubicado en Obispo Boneo al 5600, donde hacían algunos “trabajitos” de limpieza y orden de mercadería. Así conseguían unos pesos para comprar la merienda.
Pero en esa cuadra caminaban por la vereda cuando se desató un tiroteo. Iván estaba acostumbrado al sonido de las balas y sabía lo que tenía que hacer. Junto a los otros chicos, se refugió detrás de un pared.
Luego de unos minutos, cesaron los estruendos y el pequeño decidió asomarse. Caminó unos pasos y entonces se escuchó el último disparo. Iván cayó desplomado, con una herida de bala en la cabeza.
Agonizó algunos días en el Hospital de Niños, pero finalmente -a pesar del esfuerzo de los médicos- dejó de existir.
Padre e hijo
El segundo de los incidentes que tendría al imputado como protagonista tuvo lugar en el mismo barrio, durante la tarde-noche del último Viernes Santo. En un kiosco de Estanislao Zeballos al 5500, fueron asesinados dos hombres y otro resultó herido.
El episodio fue recordado poco después por el sobreviviente. Víctor Sánchez tiene 29 años, está casado y es padre de una niña de 10 años. Se gana la vida como obrero en una empresa de construcción vial y además tiene un improvisado negocio que atiende en la parte delantera de su casa. No murió porque la bala que le dispararon en el centro de su pecho no rompió el esternón y se desvió.
“Yo estaba afuera con mi viejo (Daniel Danilo Sánchez, de 51 años) en la vereda de mi vivienda. Entonces salieron de su domicilio estos dos muchachos, que son hermanos, miembros de la Banda de Los Monos (no tiene que ver con la conocida estructura mafiosa rosarina), y me encararon. Uno me dijo que me tenía que ir del barrio, sin dar mayores explicaciones. Les pregunté qué pasaba, pero no me dijeron nada. Entonces llegó mi hermano (Roque Daniel Sánchez, de 30 años), que no entendía nada. Al final, uno de ellos le dijo al otro: ‘Esperá a que se vaya la policía para arreglar las cosas’. Y así fue”, relató Víctor días después del doble crimen.
“Nos quedamos hablando nosotros en la vereda -contó-. Pensábamos ir a preguntarles cuál era el problema. Volvieron quince minutos después. Uno me pidió una cerveza. Le ofrecí una y me pidió otra marca. Busqué en el freezer y cuando me di vuelta me estaba apuntando. ‘Hasta acá llegaste’, me dijo. Y me tiró en el pecho. Caí al suelo y alcancé a ver cómo le tiraban a mi hermano. No sé si él se tiró arriba de mi papá o si fue al revés. Se querían cubrir entre ellos. Escuché que mi hermano le decía: ‘Loco, no le pegues más’ y mi papá suplicaba: ‘Tiene una nena’. Les preguntábamos por qué nos pegaban mientras disparaban, pero ellos no decían nada. Sólo se reían y tiraban. Creo que ni ellos sabían el por qué. Después no escuché más nada”.
Asesinos y víctimas se conocían muy bien del barrio. “Éramos amigos. Nuestras familias eran amigas. Comíamos juntos. Vivíamos juntos. No había problemas entre nosotros. No nos explicamos qué pasó”, señaló.
“Panadero” y “verdulero”
Algunas versiones indican que el ataque puede estar vinculado con la participación de la familia Sánchez en las marchas para pedir justicia por Iván.
“A mi viejo le decían ‘el panadero’. Era muy conocido y querido en toda la zona, porque recorría las calles vendiendo pan casero que hacían con mi mamá y además cortaba el césped. Era un buen tipo, que no tenía problemas con nadie. Lo mataron a sangre fría, como a un perro. Hasta un tiro en la cabeza tenía. Mi hermano era verdulero ambulante y era el único sostén de su familia. No sé qué va a ser ahora de mi cuñada y su hijita, de 5 años”, concluyó.