Hoy, alrededor de las ocho, algunos empleados de la EPE, también los vecinos y comerciantes del taller eléctrico que la empresa poseía en calle Lisandro de la Torre al 2400, advirtieron que una densa humareda empezaba a rodear la planta. Un galpón de grandes dimensiones -de unos 30 a 40 m2-, destinado a la reparación de transformadores, había empezado a arder.
Ese fue el anuncio del incendio que, alimentado por el aceite que contenían los equipos e impregnaba todo el ambiente, también el subsuelo, hizo arder un entrepiso y hasta el antiguo cielorraso de la edificación, confeccionado con gruesa tirantería y listones machimbrados de madera. El fuego y en particular la descomunal columna de humo negro que siguió al mismo alarmó sobremanera a los vecinos de la ciudad, en particular a quienes residen en la zona céntrica.
El siniestro registrado en el corazón de la manzana delimitada por las calles Lisandro de la Torre, Cruz Roja Argentina, 25 de Mayo y Juan de Garay fue combatido por varias dotaciones del cuerpo de Bomberos Zapadores de la Unidad Regional I, con apoyo del Cobem, otras reparticiones municipales y Aguas Santafesinas, que aportaron tanques cisterna para el suministro de agua a las autobombas.
Entre el momento que se realizó la comunicación al cuartel de bomberos, con los consabidos chequeos a los que obligan las reiteradas bromas y avisos alarmantes que en él se reciben a diario, pasó un largo cuarto de hora hasta que los servidores públicos llegaron para sofocar el fuego.
Acerca de esto, el empleado que hizo la primera llamada al cuartel de calle 1a. Junta señaló: “Llegué a la desesperación, porque en lugar de decirme que ya mandaban las autobombas, la persona que me atendió me sometió a un interrogatorio exasperante. Lo único que faltó fue que me pidiera el grupo sanguíneo”, bromeó nuestro entrevistado.
Una vecina que corrió con dirección al taller para avisar del humo que sin lugar a dudas había identificado con un principio de incendio dijo que la demora de los bomberos fue de quince minutos y algo más.
Cuando preguntamos si esa apreciación le parecía justa, contestó en forma afirmativa.
De todos modos, minutos más, minutos menos, el fuego fue atacado por varias líneas que partían de todas las autobombas disponibles en el cuartel central, en el de Zona Norte y Santo Tomé. Dos horas más tarde el foco había sido controlado.
Los bomberos procedieron entonces al enfriamiento de las paredes y al control definitivo del foco que había amenazado a las fincas linderas.
Entonces se pudo saber que el generalizado apagón en la zona centro-sur de nuestra ciudad había obedecido a una medida de precaución (ver nota aparte), y que el probable origen del fuego había sido una soldadura que un operario practicaba en el taller.
Afortunadamente, a pesar de su magnitud, el incendio no produjo desgracias personales. Los servicios de emergencia no asistieron a personas quemadas, tampoco con principio de asfixia.
El ahumamiento de las zonas adyacentes fue notable y el temor acerca de la toxicidad de materiales que entraron en combustión generó temores por versiones que la EPE salió a desmentir (ver nota aparte).
La columna de humo negro que se desprendía del centro llegó a preocupar a quienes pudieron observarla con asombro desde localidades aledañas.