Sergio Ferrer
Marcos René Maidana ha tenido la virtud enorme de aprender. Lo que se vio anoche por lejos, su mejor noche- no es sólo producto de la tenacidad y la enjundia, o de “los h...” (como dice la tribuna) y el corazón.
No, también es el resultado de una innegable capacidad de resolución, de determinación personal y de estrategia. “El Chino” se preparó como nunca antes para esta pelea con Adrien “El Problema” Broner, con la mente puesta en el adversario pero también en sus propios puntos débiles.
No se preparó sólo para estar bien físicamente, sino que lo hizo con ansias de superación, preocupándose y ocupándose en lograr una mejoría en su boxeo allá en Oxnard (California) donde tiene el campo de entrenamiento Robert García, su director técnico-, con la elogiable intención de potenciarse (la repetición constante del jab de izquierda es un ejemplo de ello) y de hacerse más competitivo.
En dicho contexto, estaba latente el singular desafío de enfrentar a un rival encumbrado y altivo, técnicamente dotado y muy peligroso, pero a la vez displicente y soberbio, con puntos de vulnerabilidad claramente explotables. Así lo entendió Maidana y así lo hizo. Desde el primer minuto de pelea se jugó la vida en cada cruce, como siempre, pero procurando llegar primero con los pies y luego con las manos, algo que antes le costaba horrores hacer.
En mi opinión previa al combate publicada por Diario El Litoral el pasado viernes- sostenía que ésta no iba a ser una pelea sencilla para él, pero que, al margen de eso, no creía que fuera tan despareja como la “pintaban” algunos medios y foros de opinión norteamericanos.
Ahora, haciendo un juego de palabras con el apodo del púgil estadounidense, esos mismos analistas y foristas que no daban un centavo por Maidana se jactan de aclarar que “el argentino supo resolver el problema”, que “castigó duramente a Broner y lo dominó en todo momento”, hasta darle “una lección de grandeza”.
Supongo que a Marcos le adjudicaban muy pocas chances, fundamentalmente porque dudaban de que tuviera el caudal boxístico suficiente como para encontrar la vuelta al estilo de su promocionado rival. Justamente, las apuestas estaban 4 a 1 y hasta 5 a 1 a favor de Broner, porque “la cátedra” especializada juzgaba que el púgil local era superior.
Maidana empezó y terminó el combate pegando. Tiró sobre la humanidad de Broner tremendos golpes de poder se habla de que le habría fisurado la mandíbula-, desde el primero hasta el último asalto. No le dio tregua nunca, aun en los pasajes desfavorables, y se adjudicó un triunfo notable, histórico.
Llevé tarjeta y terminé con 115-109 a favor del santafesino (116-109, menos el punto de descuento por el cabezazo del octavo episodio), es decir que arribé a guarismos cercanos a los ofrecidos por los jueces. No hubo mucho misterio y no fue, a mi entender, un combate difícil de “tarjetear”.
Existieron sólo dos o tres capítulos de apreciación cerrada; el resto de la contienda tuvo un claro dominador global (los dos primeros rounds y el octavo se lo di a Maidana 10-8), con apenas un puñado de asaltos propicios para su oponente (del quinto al séptimo y el último, en este caso por haber demostrado algo de vergüenza deportiva).