Jueves 23.6.2022
/Última actualización 20:00
El abuelo, una médica, la psicóloga y la directora de la escuela en la que actualmente está inscripta la víctima acudieron este jueves al subsuelo de tribunales para participar del enjuiciamiento al maestro Darío Céspedes (40). Cada uno aportó detalles que ayudan a reconstruir el "rompecabezas" judicial de una causa compleja.
El profesor de música está acusado de haber abusado sexualmente de un alumno del jardín San Roque en 2018, y de haberlo sometido nuevamente al año siguiente, cuando el menor acudía a la primaria dentro de la misma institución. Los fiscales Alejandra Del Río Ayala y Matías Broggi solicitan que se lo condene a 16 años de prisión, mientras que las querellantes Carolina Walker Torres y Agustina Taboada pretenden que la pena sea de 20 años.
El tribunal compuesto por los jueces Gustavo Urdiales, Pablo Ruiz Staiger y Rosana Carrara preside el debate en el que la defensa de Céspedes, a cargo de los Dres. Sebastián Oroño e Ignacio Alfonso Garrone, apuesta a una absolución. El docente, que lleva 27 meses en prisión preventiva, sostiene su inocencia desde el comienzo del proceso.
Un vínculo roto
El abuelo paterno del niño ingresó a la Sala 1 cabizbajo. Habló del estrecho vínculo que solía mantener con su nieto antes de que "pasara lo que pasó", contó que a veces lo llevaba al jardín San Roque y que también se encargaba de retirarlo del lugar. Fue así que atestiguó de primera mano cómo comenzaron los "berrinches" y episodios de llanto del niño, que pasó de ir contento a no querer entrar a clase.
Algo parecido sucedió cuando el chico empezó la primaria, aunque por ese entonces él no tenía idea de a qué se debía. "La mamá esperó a la cámara Gesell (realizada en diciembre de 2019), cuando la vio y estuvo segura, recién ahí nos contó a los abuelos", explicó. Y si bien prefirió no conocer los detalles, eso le bastó para comprender los cambios que había visto en su nieto.
Cuando el chico dejó de ir a la Escuela San Roque y comenzó segundo grado en otra institución, acudió los dos primeros días a clases. "Hasta que fue el profe de gimnasia, él lo vio y no quiso saber más nada", señaló el testigo, y resaltó que el menor comenzó a temer a los varones.
Al ser consultado sobre el vínculo con el niño, el abuelo contó que éste cambió. "El vínculo se rompió, después de un tiempo -y con la terapia- se volvió a acercar a nosotros", y atribuyó esta situación a que su nieto "perdió la confianza" en todos, comenzó con episodios de mucha agresividad y angustia y no quería ir a ningún lugar.
"Ahora está un poco mejor", comenzaron a reconectar pero ya no se queda a solas con ellos como lo hacía antes. "Él se siente protegido con su madre, no se queda con nadie más", explicó el abuelo.
Los fiscales de la Unidad de Violencia de Género, Familiar y Sexual (Gefas) señalaron "no fue un caso aislado" y que hay otras investigaciones por abuso que involucran al docente. Crédito: Guillermo Di Salvatore"Para defenderse"
Otra de las declaraciones tomadas durante la segunda jornada del debate fue la de una médica de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que examinó al menor luego de que su madre radicara la denuncia, e indicó que pudo observar signos de abuso sexual infantil.
La psicóloga que acompaña al nene desde 2018 también expuso ante el tribunal. Explicó que durante las primeras sesiones le costó mucho entablar un diálogo con su paciente, que se tapaba la cara y casi no hablaba, pero que con el tiempo y a través del juego logró que le contara "lo que pasó".
Le brindó los mismos detalles que -con dificultad- comentó en su entrevista en cámara Gesell, sólo que en esa ocasión la conversación se desencadenó a partir de una cuestión particular. La psicóloga observó que el nene tenía las uñas de las manos inusualmente largas, y le preguntó el porqué. Él le dijo que eran "para defenderse".
De hecho, la profesional recordó la explicación exacta: "Yo me dejo las uñas largas porque el profe Darío es malo conmigo". Fue así que comenzó la charla, en la que el nene le señaló que el maestro de música lo llevaba al baño junto a una compañerita, que los buscaba en el recreo y que le hacía "cosas feas, cosas que no le gustaban". Mientras hablaba, el chico se movía, ansioso, y se rascaba hasta casi lastimarse.
Los defensores Ignacio Alfonso Garrone y Sebastián Oroño cuentan con el asesoramiento de la delegada técnica María Eugenia Covacich, psicóloga forense. Crédito: Guillermo Di Salvatore"Una bomba psíquica"
Actualmente, la psicóloga continúa acompañando al niño y trabaja en equipo con las docentes y directivas de la escuela a la que lo inscribieron en 2021. Todavía no han logrado que ingrese al aula, y casi no entra a la escuela, pero continúan desarrollando estrategias para que con el tiempo esto cambie.
"Sentía que en la escuela no estaba protegido, le daba miedo ir. Tenía miedo de que le pase lo mismo que con el profe Darío", señaló la profesional. "Un abuso sexual para un niño es como una bomba psíquica, una marca. Un trauma que posiblemente, con tratamiento intensivo, pueda mermar en el futuro… pero el daño va a quedar de por vida", explicó.
El "estrés postraumático" que evidencia el niño también quedó reflejado durante la declaración de la directora de la escuela a la que -casi no- asiste. "Se niega a ingresar, no establece contacto visual ni verbal con la docente, solo balbucea cosas a su mamá", contó. Con el tiempo, lograron que en pocas ocasiones el niño entrara al patio abierto de la escuela, siempre en compañía de su mamá, donde "logra permanecer cerca de 20 minutos".
Se pone ansioso, "yo no soy psicóloga pero parece como un ataque de pánico, abraza a la madre y empieza a retroceder", se explayó la directora. Manifestó que ante estos episodios, le proporcionan las actividades para que el alumno las realice en su casa, a donde vuelve junto a su madre, de quien no se separa. "Su seguridad es su mamá".