Femicidio de la enfermera: "Nunca me quebré ni dije que yo había sido"
En la última jornada de debate, Sebastián Maschio se declaró inocente por el crimen de Cecilia Burgadt. “Las hijas me hicieron un monstruo”, dijo.
Sebastián Maschio está preso con prisión preventiva desde el 14 de septiembre de 2019 y se enfrenta a una pena de prisión perpetua por el femicidio de Burgadt. Crédito: Flavio Raina
El tribunal que juzga el femicidio de la enfermera Cecilia Burgadt, ocurrido en la ciudad de Santa Fe, en septiembre de 2019, dio por finalizado este viernes el debate oral y público. Fue luego de escuchar al imputado, Sebastián Julio Adán Maschio, que se declaró inocente y dijo que lo convirtieron en “un monstruo”. El próximo lunes serán los alegatos finales y se espera que el miércoles se conozca el veredicto.
La declaración de Maschio llegó al cabo de una semana completa de testimoniales (estaban citadas más de 70 personas al juicio), mediante las cuales los fiscales Andrés Marchi y Ana Laura Gioria, y las querellantes Laura Gerard y Vivian Galeano, intentarán convencer a los jueces Gustavo Urdiales, Pablo Ruiz Staiger y Leandro Lazzarini, de la culpabilidad del hombre que lleva casi tres años tras las rejas y enfrenta un pedido de condena a prisión perpetua.
“Mi defendido va a declarar”, anunció el abogado Javier Casco, que lo representa a Maschio por el Servicio Público Provincial de la Defensa Penal (SPPDP). El profesional indicó además que su pupilo haría una exposición y no contestaría preguntas de las partes.
“Con Cecilia nos conocemos de chicos, del barrio”, introdujo el reo de 52 años, que por primera vez en una semana de juicio, le puso voz a ese rostro duro, de barba entrecana y cabeza rapada. “Yo con ella fui compañero. Era la mujer de mi mejor amigo de la infancia”, rememoró. “Yo a Cecilia siempre la traté de ayudar en lo que pude y las hijas me hicieron un monstruo”.
El relato de Maschio se demoró en detalles de mecánica, acerca del VW Golf rojo modelo 96’ que había comprado Cecilia unos días antes de su desaparición. Reconoció que él la ayudó con algunos trámites y dijo que el día que lo detuvieron el auto estaba en la puerta de su casa porque tenía que llevarlo al taller para arreglar la caja de cambio, el equipo de gas y el carburador. “Lo del auto era otra situación”, dijo.
“El 13 de septiembre -día de la desaparición- me llamó temprano porque estaba haciendo unos preparativos para hacer una comida” de la cual no brindó mayores detalles, y sostuvo que “nunca el comentario fue buscar el auto”.
Maschio dijo que ese día ella le pidió que la lleve y que notó que “salió medio alterada” del hospital Cullen. Al preguntarle qué le pasaba, ella le refirió sobre una persona que “me vive llamando” y “me hace lo que quiere” y que según Maschio, era “su debilidad”.
La desaparición de Cecilia Burgadt generó una amplia repercusión entre sus compañeras, que se manifestaron públicamente y reclamaron justicia. Crédito: Flavia Raina
A partir de ese momento el declarante introdujo a otra persona, un anónimo al que denominó “un compañero”, cuyo nombre no aportó, aunque desplazó todas las acciones que a él le reprocha la justicia.
Sostuvo que Cecilia le pidió que le prestes “un lugar para ir a vernos” con el sujeto, que a la luz de la prueba reunida, tiene más viso de amigo invisible que de historia real. Dijo que le ofreció “un lugar que tengo atrás de la Granja La Esmeralda” y que le dio la llave del candado para que pudiera entrar. Luego, se subió a su moto y se fue a Rincón a buscar a su hija; y sólo regresó al inmueble de 4 de Enero 8941, en horas de la tarde, cuando la dueña de la casa que le alquila la pieza le pidió que fuera a levantar el disyuntor porque se habían quedado sin luz. “Abro la puerta, levanto el disyuntor, cierro y me voy para la casa de mis hijos”,
Pasada la medianoche “siento un griterío” y al salir se encontró con las hijas de Cecilia que le reclamaban por su madre porque en la puerta de calle estaba estacionado su auto. También “me puse a hablar con la policía, que me preguntaba por Cecilia”. La escena ocurrió sobre pasaje Estanislao del Campo 5200, a metros del club Defensores de Peñaloza, donde vivía su expareja y donde una testigo directa dijo que era el lugar donde iba “cuando hacía cagadas”.
Fueron las últimas horas de libertad para Maschio, porque ese mismo sábado por la madrugada lo trasladaron, primero a la Seccional 6ta. y luego a la Agencia de Trata de Personas, donde “me esposaron a una silla”. Allí el hombre accedió a colaborar en la búsqueda. “Las cámaras se las marqué yo, se lo dije todo yo” a la policía, “pero nunca me quebré, ni dije que yo había sido”, como contó la jefa de la Brigada de Femicidio, que aseguró al tribunal que Maschio les dijo entonces que discutieron y “se le había ido la mano”.
La tarde del sábado 14 de septiembre de 2019, la policía allanó el departamento que Maschio usaba de depósito en 4 de Enero 8941 de barrio Esmeralda Norte. Allí estaba Cecilia Burgadt, desnuda, maniatada, con el rostro cubierto con su propia remera y envuelta en una frazada, como para ser descartada. La autopsia reveló que Cecilia fue muerta a golpes, los más graves en la cabeza, provocados por un objeto duro y sin filo. En el lugar se secuestraron pedazos de piedra de mármol y la pata de una cama con rastros de pelos y sangre y un martillo debajo de una cama.
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