La causa que investiga el femicidio seguido de un intento de suicidio que el pasado domingo conmocionó a todo Recreo tuvo su primera audiencia este jueves, cuando se imputó a Cristian C. por haber asesinado a su pareja, Lorena Bonino.
Desde una camilla del Cullen, Cristian C. fue acusado de haber asesinado a puñaladas y martillazos a su pareja, Lorena Bonino.
La causa que investiga el femicidio seguido de un intento de suicidio que el pasado domingo conmocionó a todo Recreo tuvo su primera audiencia este jueves, cuando se imputó a Cristian C. por haber asesinado a su pareja, Lorena Bonino.
La agresión ocurrió frente a las dos hijas del matrimonio, de 15 y 16 años, quienes entre gritos le pidieron a su padre que se detuviera y alertaron a sus abuelos paternos de lo que estaba ocurriendo en la casa familiar: “Abuela vení que papá está matando a mamá”.
La estremecedora escena fue descripta por la fiscal Luciana Escobar Cello durante la audiencia de este jueves en la que atribuyó a Cristian C. el delito de “femicidio, también agravado por el vínculo”.
El juez penal Gustavo Urdiales presidió el acto, que tuvo al imputado conectado de forma remota desde el Hospital Cullen, donde permanece desde el domingo luego de haberse autoinfligido lesiones con una amoladora. El metalúrgico se encuentra fuera de peligro, y de hecho iba a ser trasladado hasta los tribunales, pero esto se suspendió debido a que se descompuso.
El abogado defensor Catalino Portillo también participó de forma remota de la audiencia, con problemas de conectividad, razón por la que la discusión sobre la cautelar fue suspendida y se retomará este viernes 9 de agosto.
La agresión ocurrió la mañana del domingo 4 en la casa familiar de calle John Kennedy al 1000, en la zona céntrica de Recreo. Según pudo reconstruir la fiscalía, la pareja comenzó a discutir, momento en el que Cristian C. exigió a sus hijas que se encerraran en su habitación y comenzó a golpear a Lorena con sus puños.
Luego, la atacó con una cuchilla y finalmente, en otro sector de la vivienda, le propinó una serie de martillazos en la cabeza, hasta matarla. Las adolescentes dijeron que podían escuchar gritos y que su padre le decía a su madre “que era el amor de su vida”. Ellas le gritaban que parara mientras se comunicaban con sus abuelos paternos, que rápidamente fueron hasta la casa.
Allí se encontraron con mucha sangre. La mujer estaba en el suelo, ya sin vida. El martillo al lado de su cabeza. Cristian C. también estaba en el piso, inconsciente, con un profundo corte, el cual se había autoinfligido con una amoladora luego de asesinar a su pareja.
Llamaron al 911, creían que ambos estaban muertos.
Fueron 26 las lesiones que registró la forense. El femicidio fue el punto cúlmine de una historia de violencias que tenía años, según expuso la fiscalía.
Él no sólo ejercía violencia física sobre Lorena, a quien cuando echó de la casa la sacó a patadas, sino también violencia psicológica y económica. Testigos dijeron que no le permitía tomar decisiones sobre nada porque “la casa y las cosas que había dentro eran de él”.
Una de las adolescentes confirmó ante el Servicio Local de Niñez que su padre siempre fue violento con su madre, y los hermanos de la víctima dijeron que dos semanas antes del crimen ella les había dicho que quería separarse pero que no quería irse sin sus hijas.
Vecinos y familiares de Lorena describieron al agresor como un hombre frío y retraído, que quería controlar cada aspecto de la vida de su pareja y que nunca había permitido que la familia de ella cuidara a sus hijas.
También dijeron que él la había engañado y que este año ella también lo había engañado. “Le pagué con la misma moneda”, le habría contado la mujer a su suegra. Por este motivos se habían separado varias veces, pero unos días antes del femicidio habían decidido retomar la relación.
Él acababa de regalarle una moto, y el sábado por la noche festejaron el cumpleaños de ella (que habría sido el 5 de agosto) junto a familiares. Al otro día la mató.
Tras haber sido operado en el Hospital Cullen, Cristian C. habló con una psicóloga del nosocomio. Al culminar la sesión le dijo al policía que lo custodia que el detonante de lo ocurrido fue la infidelidad de ella.
A la audiencia acudieron los hermanos de la víctima. Ante el juez, expresaron su preocupación debido a que sus sobrinas permanecen al cuidado de sus abuelos paternos, padres del femicida.
En esa línea, la fiscal señaló que cuando las chicas fueron entrevistadas por el Servicio Local de Niñez el lunes luego del femicidio, no sabían que su padre estaba vivo. Al consultar esto con la abuela, les manifestó que no sabía qué hacer.
Además, al entrevistar al hermano de Cristian C., quien es un jefe policial, éste les pidió que hablaran con su madre para “que no presione a sus nietas”, “ya perdí a mi hermano, no quiero perder a mis sobrinas”.
La custodia de las adolescentes será un tema clave, ya que sus testimonios deben ser resguardados hasta que se las pueda entrevistar en cámara Gesell.
Si vos o alguien que conocés vive alguna situación de violencia, llamá gratis al 144 o buscá algún centro de atención cercano