Una leve mejoría en el estado de salud de Gabriel Otte (30), el comerciante que fue apuñalado por un delincuente en la Recoleta santafesina, ha aumentado la dosis de esperanza entre sus familiares y allegados.
“Es un pequeño gran paso hacia adelante”, opinó Alejandro Otte, hermano de la víctima
Una leve mejoría en el estado de salud de Gabriel Otte (30), el comerciante que fue apuñalado por un delincuente en la Recoleta santafesina, ha aumentado la dosis de esperanza entre sus familiares y allegados.
Fuentes médicas del hospital José M. Cullen precisaron que durante la noche del miércoles el paciente fue nuevamente intervenido, quedando luego en la Unidad de Terapia Intensiva.
Pero lo más alentador es que en las últimas horas se le ha quitado el respirador, permanece consciente y hemodinámicamente estable. No obstante el cuadro sigue siendo delicado.
Cadena de oración
“Nosotros como familia consideramos estas novedades como un pequeño gran paso hacia adelante. No podemos más que tener fe y esperanza en que Gabriel va camino a su recuperación”, dijo Alejandro, hermano de la víctima, en diálogo con El Litoral.
“Se le están haciendo transfusiones. El es una persona muy fuerte y sabemos que va a luchar para reponerse”, agregó.
“Esto ha sido como una bomba en la familia. Imaginen que nosotros salimos todos los días a trabajar y jamás pensamos en pasar por algo así. Por eso estamos rezando. Y le pedimos a todo el mundo que se sume a la cadena de oración para que Gabriel vuelva pronto a casa, donde lo estamos esperando”, cerró.
Con una ‘chuza’
Gabriel Otte, tiene 30 años y es propietario de un negocio ubicado en plena Recoleta (Obispo Gelabert, casi en la esquina de San Martín), donde el miércoles al mediodía fue atacado por un solitario delincuente que lo asaltó.
Con una “chuza” (arma blanca de fabricación casera) larga y filosa el ladrón lo apuñaló en el pecho, en la panza y también en una de sus piernas. Las lesiones internas que sufrió fueron tan importantes que debió ser intervenido quirúrgicamente de urgencia.
Gabriel estaba en el local junto a su novia cuando entró el malviviente, que simuló ser un cliente interesado en la ropa deportiva que allí se ofrece.
Luego de algunos minutos, dejó de actuar y se abalanzó sobre el trabajador. Lo amenazó con la temible “faca” para que le entregue el dinero y el teléfono.
Según las primeras versiones, fue entonces que Otte se resistió y recibió los tres profundos puntazos que le dañaron severamente órganos vitales.
Malherido, el comerciante salió del lugar y llegó hasta la delegación local de la Policía Federal, emplazada a escasos metros, prácticamente enfrente, para pedir auxilio al uniformado que estaba de guardia en la puerta.
El ladrón escapó velozmente hasta calle 25 de Mayo y cruzó bulevar, pero no llegó mucho más lejos. Fue cercado y atrapado por varias patrullas que se habían apresurado para intervenir.
Un tal “Churrito”
El detenido es un joven de 18 años que cuenta con varios antecedentes, a pesar de su corta edad. Increíblemente, ya había sido arrestado dos veces este año por incidentes similares (no tan graves), pero en sendas oportunidades fue liberado luego de unos días.
A principios de mayo, cayó acusado de un robo a mano armada y amenazas calificadas, entre otros delitos. El 14 de ese mismo mes se le concedió la libertad, con medidas alternativas.
Pocos días después, el 18 de junio de este año, dio un nuevo golpe que llamó la atención de los santafesinos, aunque terminó sin derramamiento de sangre.
Esa tarde, le robó unos miles de pesos a una almacenera que tiene su negocio en la esquina de bulevar Galvez y Laprida.
Luego, huyó y se arrojó debajo del Puente Colgante. Trató de burlar a la policía al esconderse en una caverna que hay en el lugar.
Allí lo detuvo la Prefectura Naval. En su poder tenía un arma de fuego. Entonces fue imputado por los delitos de hurto y tenencia ilegal de arma de fuego. Un juez le dictó la prisión preventiva, pero curiosamente un mes más tarde otra vez fue dejado en libertad.
Le dicen “Churrito”. El sentido común indica que este miércoles debía estar tras las rejas y no dentro del comercio de la víctima.