Mariano Rinaldi
En octubre de 1934, en los cines Empire y Colón explotaron dos bombas que produjeron un desconcierto entre el público que asistió a ver el estreno del film “La casa de los Rothschild”.
Mariano Rinaldi
En 1934, Buenos Aires, Córdoba y Rosario fueron testigos de atentados al proyectar el film en sus salas; esta situación ponía en vilo el estreno de la “La casa de los Rothschild” en Santa Fe.
Fue así como una tarde de primavera, en pleno centro santafesino, sobre la esquina Corrientes y San Martín, reinó el desconcierto y el temor. El público que había asistido al estreno comenzó a sentir un fuerte ardor en los ojos y una nube de gas inundó la sala del cine Empire. Por la noche, una similar escena se repite a escasas cuadras, sobre avenida Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, en el cine Colón.
En el cine Empire, las bombas de gases lacrimógenos, arrojadas desde la platea alta, produjeron una confusión generalizada. El público buscó la salida y corriendo por calle San Martín se detuvieron en el Teatro Municipal. Hubo pánico en las calles y la película debió ser retirada por el Cuerpo de Bomberos, que llegó hasta la casilla del operador provisto de máscaras contra gases. Según dos vecinos, testigos de las explosiones, una persona de alrededor de 30 años, vestida de gris, salió corriendo inmediatamente detrás del estallido por calle Corrientes al fondo en dirección al puerto.
En tanto, en el cine Colón, su empleados, en especial el “chocolatinero” y porteros del hall comentaban que: “Por aquí entró una persona empezada la función y sin sombrero. Con mucha prisa pidió una localidad y luego de sentarse en una butaca del palco superior metió la mano en bolsillo siendo interceptado por dos acomodadores lo que hizo que descartara rápidamente la bomba y se echara a correr por las escaleras hasta tomar calle Rivadavia”.
Finalmente, tras la denuncia de Ernesto Rickembacher, empleado del cine Colón y encargado de vender maní y chocolates entre las funciones, se detuvo al sospechoso. El turista Vallet Llanes, que residía en el hotel “Roma” fue demorado por el departamento de policía y encontrado culpable luego de su confesión.
La crónica periodística del diario El Litoral relata una particular anécdota. Durante la segunda función del film, en el cine Colón, se prende fuego un fusible en la casilla del operador y un ráfaga de fuego se vislumbro por encima de los espectadores, lo que produce un pánico general entre el público que empieza a taparse la cara con pañuelos. Pero los gritos del operador desde la casilla de proyección: “No fue nada, solo es un fusible” hizo volver al público a sus respectivas butacas y seguir disfrutando de la película.
La década del 30 fue testigo de profundos cambios sociales en la Argentina y en nuestra ciudad que por aquellos años triplicó su población. La crisis del sector agrario y el proceso de industrialización en los centros urbanos trajeron grandes migraciones que transformaron la estructura social, particularmente de la clase trabajadora, que vio en el cine una opción luego de salir del trabajo.
En la cinematografía los años ´30 traen consigo una innovación: el sonido, que duplicó la concurrencia a las salas de cine y también promovió una gran cantidad de producciones nacionales. Quizás la pionera y recordada “Cinematografía Valle” y luego los posteriores estudios cinematográficos argentinos Sono Film y Lumiton.
La nueva masa de trabajadores urbanos, que el crecimiento industrial estaba gestando, desde la década del ‘20 y profundizado en los ‘30, se enfrentaba a las nuevas condiciones de vida, de consumo, de educación, y a una dimensión cultural que el proceso de modernización económica llevaba consigo. Gran protagonismo e influencia tuvieron los medios de comunicación en este nuevo proceso de socialización; los medios gráficos, la radio y el cine, ya presentes en la década anterior, se transformaron en los entretenimientos favoritos de todos los argentinos y en un elemento clave de integración cultural.
Pero además, en estos años, el cine se convierte en un agente del cambio social e histórico, es decir, el público que asiste a las funciones forja una idea de su presente y de su pasado a través de las películas y sus narrativas construye una representación. Como afirma el sociólogo francés Pierre Bourdieu: “los sistemas simbólicos son productos sociales que producen el mundo, que no se contentan con reflejar las relaciones sociales sino que también contribuyen a construirlas”.