En la segunda quincena de agosto de 1994 los convencionales constituyentes afinaban el lápiz. y las negociaciones fueron a contrarreloj. Claro, era la recta final de las sesiones que se desarrollaron en el Paraninfo de la UNL. Mientras tanto, la vorágine de la ciudad de Santa Fe no se detenía y atravesaba una seguidilla delictiva preocupante que involucró a varias escuelas.
El Litoral siguió de cerca los acontecimientos. Una sospechosa saga tuvo como escenario a colegios de la capital provincial. Robos, saqueos, vandalismo e incluso incendios fueron las características de los hechos delictivos que caracterizaron lo ocurrido.
Impactante. Una institución histórica quedó en manos de delincuentes, que la dañaron ferozmente.
Sargento Cabral
20 de agosto de 1994. “Un incendio casi termina con la escuela Sargento Cabral”, tituló el vespertino junto a una serie de fotos que mostraron la gravedad de los acontecimientos. En el encabezado se aclaró que se trataba del tercer hecho vinculado a un colegio.
Las dos anteriores, según destacó el diario, fueron la Ceferino Namuncurá de barrio Yapeyú y la n° 95 Simón de Iriondo, ubicada en el distrito costero de Alto Verde. La primera también había sido incendiada y en la segunda se registró un robo.
Volviendo al complejo educativo ubicado en calle Las Heras 4700, la crónica policial de El Litoral detalló que según las estimaciones del momento, alrededor del 70% de las instalaciones quedaron destruidas por el fuego.
“Se cree que el fuego se originó simultáneamente en dos partes distintas: en el salón de actos en la planta baja y la biblioteca ubicada en el primer piso para luego rápidamente propagarse hacia las otras dependencias como los depósitos que almacenan material para Educación Física y elementos de reparación”, contó este diario.
Los cronistas de El Litoral dialogaron con Miriam Fontanilla, directora del establecimiento por aquel entonces, quien bajo la lógica conmoción precisó que "se ha perdido una historia importante de esta escuela, por no decir, casi toda la historia. Los daños en la biblioteca fueron totales y se perdió el material que allí había guardado. Se perdió toda la historia de la escuela, más de 75 años buscando material, yendo de biblioteca en biblioteca, de funcionario en funcionario. No quedó nada...”
Las crónicas policiales contaron con lujos de detalles cómo ocurrió cada hecho.
24 horas después, en la Industrial
Sin correr la misma suerte que la escuela n° 4, la Escuela Industrial Superior también fue escenario de esta triste saga. Apenas un día después de lo ocurrido en barrio Sargento Cabral, delincuentes irrumpieron en el tradicional establecimiento ubicado sobre calle Junín al 2800. No lograron su cometido final pero sí provocaron dolorosos destrozos.
“A pesar de que el fuego no llegó a propagarse porque los focos ígneos se extinguieron providencialmente, son numerosos los daños materiales infligidos por los vándalos que a las 5 y 20 de hoy pasaron por el lugar, según lo registrara un equipo de fax que fuera pulsado por alguno de ellos”, afirmó El Litoral en un artículo titulado “Ahora quisieron quemar la Escuela Industrial”.
En esa crónica, los directivos de la institución de aquellos tiempos contaron además que “además de consumar esta grave agresión contra la comunidad educativa se llevaron con ellos algunas piezas de valor histórico tales como la pluma con la que se firmara en 1905 el acta fundacional y algunas medallas conmemorativas de escaso valor material, pero que son sin duda parte de la memoria de nuestra ciudad”.
Sobre el final de la nota, El Litoral actualizó la cantidad de hechos similares que se registraron en aquel agosto del ‘94. A los ya citados con anterioridad, se sumó otro en la escuela Bustamante y otra institución más en Alto Verde.
El Litoral siguió de cerca la saga delictiva contra escuelas.
La séptima
En el norte de la capital santafesina se produjo 48 horas después otro ataque vandálico contra un colegio. “Sigue la locura: una nueva escuela fue saqueada anoche”, tituló El Litoral sobre lo acontecido en la primera n° 568 General José de San Martín, ubicada sobre calle Espora al 4300.
Según cuenta la crónica, los delincuentes hicieron desmanes en el interior de las oficinas y aulas. El dato más llamativo, y doloroso al mismo tiempo, es que se llevaron unos pocos pesos que alumnos de la institución guardaban en una alcancía.
La nota de El Litoral se hizo eco del testimonio de una docente: "Hasta que enrejamos la escuela teníamos robos todas las semanas. Hacía mucho tiempo que no entraban". Por cierto, esta escuela que alberga a 890 alumnos que trepan a 1.000 si se suman los otros establecimientos que allí funcionan- se parece a una gran jaula”.
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