La tarde del viernes 4 de marzo de 1960 no fue una más en Santa Fe y la región. Alrededor de las 19.30 un colectivo de una empresa entrerriana, que conectaba la capital santafesina con Paraná, cayó al agua mientras viajaba por la Ruta Nacional 168.
Ocurrió en marzo de 1960. El hecho generó gran conmoción en la región, al estar involucradas personas de Paraná.
La tarde del viernes 4 de marzo de 1960 no fue una más en Santa Fe y la región. Alrededor de las 19.30 un colectivo de una empresa entrerriana, que conectaba la capital santafesina con Paraná, cayó al agua mientras viajaba por la Ruta Nacional 168.
Como de costumbre, El Litoral acompañó de cerca los acontecimientos con una cobertura completísima, con muchas imágenes y crónicas de lo sucedido.
“Las versiones que recogieron los cronistas de este diario permiten establecer que el coche, con un total de 25 personas en su interior, avanzaba por el citado camino cuando, al llegar a la altura de los kilómetros 473 y 474, trató de adelantarse a un ómnibus y posteriormente a una moto que circulaba en la misma dirección, al intentar ésta desviarse hacia un costado”, explicó el vespertino.
Y el artículo seguía: “Ello, al parecer, obligó al conductor del ómnibus que, procedente de Paraná, se dirigía a Santa Fe por su mano, a efectuar una brusca maniobra y al tratar de enderezarlo no le respondió la dirección yéndose à la banquina para al final dar prácticamente una vuelta completa y caer al riacho con las ruedas hacia arriba, convirtiéndose de pronto en una verdadera trampa de la muerte”.
Acompañado por varias imágenes del accidente y de los posteriores rescates, El Litoral detalló: “El colectivo quedó sumergido en las aguas, que en el lugar tienen una profundidad de unos 3 metros, y solamente se veían en la superficie las ruedas”. La nota indicaba que minutos después de producirse la caída, comenzaron a llegar las primeras personas al lugar, quienes dieron aviso a las autoridades.
Con el correr de los minutos arribaron al lugar los primeros oficiales y servicios de emergencia. Con la asistencia de curiosos y baqueanos, comenzaron las tareas de rescate. “Una de las primeras medidas fue enfocar la zona con los reflectores de los vehículos policiales, entre los que se encontraban dos autobombas del cuerpo de bomberos, y seguidamente la policía caminera estableció una línea de tráfico dentro de la ruta para facilitar la circulación de ambulancias y otros medios que actuaban en las tareas de socorro”, describió el vespertino.
En la continuidad de la crónica policial, El Litoral detalló que “los médicos desarrollaban intensa actividad, ya que en el suelo asistían a los heridos que eran traídos a la banquina por particulares. De inmediato, y por disposición del jefe de policía, eran llevados al sanatorio más cercano”.
Otro fragmento de la nota indicó que mientras los oficiales hacían las tareas a destajo, los lugareños y personas que llegaron al lugar se arrojaban al agua a buscar equipajes y “dar una mano”. Fue así que lograron dar con bolsos, carteras y otras pertenencias que a posteriori sirvieron para identificar a las víctimas.
Así las cosas, las autoridades policiales solicitaron una grúa para el retiro del vehículo de transporte de pasajeros. El “guincho” no llegó por lo que las tareas se realizaron con un tractor, indicó El Litoral aquel fin de semana de marzo del ‘60.
Párrafo aparte para el apartado donde el vespertino incluyó testimonios de los protagonistas de la tragedia. Sobrevivientes, el chofer y las autoridades de emergencias fueron entrevistados por los cronistas de El Litoral que asistieron al lugar de los hechos. Todo, acompañado por impactantes imágenes de lo ocurrido.
"Señores, no bien bajamos de la balsa que nos condujo a esta ciudad, comencé a rezar. La velocidad del ómnibus era excesiva y el conductor, por el camino, pasaba y pasaba coches. Les aseguro que, de no haber ido en el asiento de atrás, me hubiera acercado al conductor pidiéndole mesura en el manejo del ómnibus”, comenzó el relato de una pasajera desde el sanatorio.
Y siguió: “Mis hijitas. acotó, viajaban en otros asientos y su suerte la desconozco. Yo vivo en Tucumán y me encontraba paseando en Entre Ríos, de donde regresaba a mi casa". Cabe decir que la crónica aclaró que entre los fallecidos estaban las niñas de la mujer y lo terrible del momento es que ella no sabía del triste final de sus hijas.
Sobre el final del artículo, El Litoral dio a conocer la nómina de fallecidos y de heridos, que permanecían internados o siendo atendidos en hospitales y sanatorios de Santa Fe. Tanto entre los decesos como en los sobrevivientes, las edades variaron entre niños de corta edad y adultos mayores.