Mientras Oldani agonizaba alguien cerró el local y desapareció
Los primeros uniformados en arribar a la Galería Rivadavia tras el ataque al agenciero de turismo se refirieron a la escena del crimen y señalaron que no se les permitió el acceso.
La agencia de turismo estaba ubicada en los locales 29 y 30 de la Galería Rivadavia (La Rioja 2441). Crédito: Manuel Fabatía
Son más de 190 los testigos que acudirán a los tribunales santafesinos para declarar en el juicio de la resonante causa Oldani, en el cual dos hombres se enfrentan al pedido de prisión perpetua por el crimen del agenciero de turismo. Los primeros convocados fueron los policías y peritos que intervinieron apenas ocurrido el hecho, la tarde del 11 de febrero de 2020.
Ante el tribunal conformado por la jueza Celeste Minniti -presidenta- y los jueces Pablo Spekuljak y Sebastián Szeifert, policías de la Brigada Motorizada, de la Comisaría 1ra y peritos pertenecientes a la División Científica Forense expusieron las tareas realizadas en la Galería Rivadavia, desde los minutos posteriores al ataque hasta pasada la medianoche, cuando Hugo Oldani ya había fallecido.
En el banquillo de los acusados se encuentran el guardia de seguridad Juan Manuel Ruffino y el relacionista público Andrés Kaipl, acusados como partícipes necesarios del intento de robo y posterior homicidio calificado de Oldani. Los fiscales Gonzalo Iglesias y Estanislao Giavedoni, al igual que el querellante Agustín Márquez, pretenden condenas a prisión perpetua, mientras que los defensores Sebastián Amadeo y Gustavo Abraham solicitaron la absolución de culpa y cargo para sus pupilos.
Hugo Oldani fue herido de muerte alrededor de las 18, luego de forcejear con Cristian Bruno Figueroa -quien se suicidó en prisión- y Agustina González -condenada por la Justicia de Menores- dentro de su agencia de turismo, ubicada en los locales 29 y 30 de la Galería Rivadavia (La Rioja 2441). Recibió un disparo en el abdomen, y fue asistido rápidamente por quienes se encontraban en el lugar.
La pareja huyó junto al "campana", Brian Damiani. Abordaron el Toyota Corolla blanco polarizado de Ruffino y escaparon, seguidos por el Fiat Palio Fire de Kaipl, según lo expuesto por la fiscalía.
Debido a la gran cantidad de testigos, se prevé que las declaraciones finalicen recién la próxima semana, tras lo cual las partes alegarán y se conocerá la fecha del veredicto. Crédito: Flavio Raina.
El aviso al 911 fue casi inmediato, y el operador comunicó lo ocurrido a agentes de la Brigada Motorizada, que arribaron a la galería en cuestión de minutos. Los uniformados retiraron a los civiles y acompañaron a la víctima mientras esperaban que arribara la ambulancia. También comenzaron las tareas de resguardo de la escena.
Pasaron algunos minutos hasta que se presentó el personal de la Comisaría 1ra, que también se abocó a resguardar el lugar y asistieron a los paramédicos que se llevaron a Oldani hasta el Hospital Cullen. "Priorizamos la vida de Oldani y que nadie ingresara a la agencia", destacó ante el tribunal el agente de la motorizada.
Fue en ese interín, cuando abrían paso para retirar a la víctima del lugar, que un hombre se presentó con una llave del local y lo cerró, dejando al personal policial sin acceso a la escena del crimen. La sumariante declaró que este hombre se había presentado como "un guardia de seguridad de la galería".
Cuando Oldani fue retirado de allí, arribaron los peritos, que sólo pudieron trabajar en el hall del edificio y en el exterior, secuestrando una vaina servida y un proyectil calibre 9mm y tomando muestras biológicas. El yerno de Oldani se acercó y, al enterarse de lo ocurrido, se fue al hospital. Se comunicaron con otro familiar, que dijo que la secretaria tendría una copia de la llave, pero al contactarla, la mujer dijo que no la encontraba.
Oldani falleció pasadas las 22. Recién cerca de la medianoche su hija acudió a la Galería Rivadavia y abrió las puertas de la agencia, aunque solicitó que los testigos de actuación -que por protocolo deben observar la labor de los peritos- no ingresaran. Esto fue permitido por la fiscal Cristina Ferraro, quien según los agentes y los peritos que declararon en el juicio, no ingresó en ningún momento al local comercial, permaneciendo en el hall junto a la hija de la víctima.
Adentro se levantaron muestras de sangre y se tomaron numerosas fotografías, en las que se pudo observar fajos de billetes de moneda local y extranjera, además de diversos documentos. Estos registros son de gran interés para las defensas de Ruffino y Kaipl, que sostienen que allí funcionaba una financiera dedicada al lavado de dinero.
Una cobranza
Ruffino solicitó declarar. A pesar de que su abogado le aconsejó que no lo hiciera, leyó una carta, en la que señaló que "desafortunadamente me encontré en el lugar y momento equivocado", y dijo que no fueron a asaltar a Oldani, sino a "intentar cobrar un dinero proveniente del lavado de activos, que esos intereses eran de David Perona (conocido como el "rey del juego clandestino" de Rafaela), que luego falleció".
"Figueroa dijo que se le disparó el arma en el forcejeo con Oldani, cuando este intentó sacarle los documentos que llevaba para cobrar", manifestó el sindicato chofer de la banda, y dijo no conocer al resto de los involucrados en la causa, "sólo a Figueroa, con el que realicé esporádicas cobranzas".
En concordancia con lo planteado en el juicio por las defensas, señaló que "el local donde sucedieron los hechos era para el lavado de activos provenientes de las más altas esferas delictivas, políticas y judiciales", y sostuvo que estos "altos mandos del poder ordenaron a la fiscal Ferraro que modifique todas las circunstancias, posibilitando el retiro de dinero, pero lo más importante y determinante es que permitió el retiro de la documentación" de la agencia.
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