La ciudad de Venado Tuerto no sale de su asombro, luego de que el Servicio de Pediatría del Hospital Regional “Alejandro Gutiérrez”, denunciara ante la Justicia que un niño de 8 años ingresó intoxicado con cocaína. Si bien la criatura permanece internada en el nosocomio, se encuentra fuera de peligro.
El Fiscal Federal Javier Arzubi Calvo dio intervención a la Unidad Antinarcotráfico para la región de Venado Tuerto de la Agencia de Investigación Criminal del Ministerio de Seguridad de Santa Fe (ex BOA VIII). Enseguida se inició una investigación y se solicitó al Juzgado Federal, a cargo del doctor Aurelio Cuello Murúa, el allanamiento de un domicilio de Venado Tuerto y el secuestro de teléfonos celulares.
Asimismo, ante la gravedad de los hechos la Fiscalía Federal dio intervención a la Dirección Provincial de Promoción de los Derechos de la Niñez, a la Secretaría de Salud y a Desarrollo Social de la Municipalidad de Venado Tuerto, y a la Asesoría de Menores de la Defensoría Oficial Pública ante el Juzgado Federal de Venado Tuerto; al tiempo que se dispusieron medidas investigativas en el marco de la causa penal.
Fuentes consultadas explicaron que la intoxicación de alguna droga ilegal puede ser muy grave para los niños, haciendo que manifiesten distintos síntomas, desde vómitos y mareos hasta delirios o pérdida del conocimiento. Su consumo incrementa el riesgo de ataque cardíaco, apoplejía o fallos respiratorios, cualquiera de los cuales puede resultar en una muerte repentina.
En el caso específico de la cocaína, diversos estudios demuestran que algunos de los efectos que pueden presentarse en los niños que consuman o estén expuestos a ella pueden ser ataques epilépticos, obnubilación (disminución del nivel de conciencia, se caracteriza por la existencia de confusión, torpeza de movimientos, lentitud psíquica y disminución de la atención y de la percepción), delirios, mareos o ataxia (disminución de la capacidad de movimiento).
Los especialistas coinciden en que en los casos de intoxicación aguda por abuso de drogas en los niños, ésta suele ser con frecuencia la primera evidencia de una exposición repetida crónica.