Ana Gabriela Benítez tenía 33 años y vivía en Alejandra, pequeña población del departamento costero de San Javier, en el noreste provincial. Era mamá de cuatro chicos, todos menores de edad. En enero de este año fue asesinada y su cuerpo calcinado dentro de un automóvil. Por el crimen, fue detenido Carlos Usprung, un hombre de 63 años oriundo de Sunchales que era su pareja desde hacía dos años. Ella le temía. En las últimas horas, se conocieron resultados del análisis de anatomopatología forense que complican aún más la situación del sospechoso, que podría ser condenado a la pena de prisión perpetua.
Según el informe recibido en las últimas horas por el fiscal del caso, el doctor Aldo Gerosa, se pudo comprobar científicamente que la mujer ya estaba muerta cuando se inició el fuego que consumió casi completamente su cuerpo. No había partículas de hollín en la tráquea ni en los alvéolos pulmonares. Expertos en anatomopatología forense constataron así lo que se había insinuado durante la autopsia. Nunca se podrá saber la causa de la muerte.
La relación entre Benítez y Usprung estaba atravesada por los episodios de violencia. Los investigadores pudieron determinar eso a partir de los testimonios de los hijos de la víctima, que declararon en Cámara Gesell.
Según pudo reconstruir el fiscal, la mujer había terminado la relación con el hombre a fines del año pasado, poco antes de la Navidad. Mientras duró ese alejamiento, Ana Gabriela sufrió constantes amenazas de muerte contra ella y su hijo mayor, por lo que a principio de este año decidió regresar a Alejandra, para reencontrarse con el hombre.
Ella volvió el 17 de enero. Aproximadamente a las 20 pasó por la casa de un familiar y luego siguió a pie hasta un punto en el que había sido citada por Usprung. Siempre en base a la hipótesis del doctor Gerosa, el hombre le dijo que quería verla para devolverle un teléfono celular, pero en realidad se trataba de una trampa para matarla.
Peritajes pudieron determinar que a las 21 de ese día ambos ya estaban dentro del automóvil en el lugar donde ocurrió la tragedia, en un camino rural ubicado a la vera de la ruta provincial 1.
Antes de las 23, un móvil policial pasó por el lugar para verificar sus identidades. Se trata de una zona asolada por el abigeato y un vecino había llamado telefónicamente para alertar por el vehículo sospechoso.
Hasta la 1 de la mañana, el celular de la mujer estuvo activo. A esa hora ella envió los últimos mensajes. Ese aparato nunca apareció. El fiscal piensa que Benítez fue asesinada en algún momento entre esa hora y las 4 de la madrugada, cuando comenzó el incendio en el auto.
El fuego fue visto por un testigo que minutos antes pasó por el lugar y observó el auto vacío. Esta persona volvió sobre sus pasos cuando sintió la explosión. Cuando llegó al lugar encontró el auto envuelto en llamas y a Usprung revolcándose en el suelo y pidiendo ayuda para que rescaten a su mujer, que estaba adentro. Para el fiscal, se trató de una actuación. El sospechoso dijo que el fuego había sido originado por un desperfecto mecánico y que con la explosión él había sido expulsado del habitáculo. No obstante, peritos de la Agrupación de Bomberos Zapadores de Vera y de la Agencia de Investigación Criminal determinaron que el incendio fue provocado en el asiento del acompañante, donde estaba sentada la mujer, y que se había utilizado un combustible como "acelerador". El propio Usprung habría reconocido que llevaba bidones con nafta en el vehículo. Además, sus ropas tenían un fuerte olor al combustible, pero ni una quemadura. Finalmente, la puerta del automóvil por la que supuestamente "salió volando" estaba cerrada.
Ahora, el fiscal presentará la acusación para pedir la elevación a juicio y solicitará la pena de prisión perpetua por homicidio agravado por violencia de género y por el vínculo. Se espera que el proceso oral se realice a mediados del año próximo.