Viernes 31.1.2020
/Última actualización 16:57
“Recientemente el imputado había tomado conocimiento de que la víctima tenía una pareja, y de que había tomado la decisión de mudarse con él y formar una nueva vida, y eso entendemos que pudo haber obrado como una especie de disparador”, comentó el fiscal Martín Torres, encargado de llevar adelante la investigación por el femicidio de Noelia Ochstadt. Por el hecho, que ocurrió el lunes 27 por la mañana en la localidad de Humboldt, está imputado Walter Eraldo W., exmarido de la víctima, como autor de “homicidio triplemente calificado”.
“Se trabajó en acreditar la necesidad de la prisión preventiva, la razonabilidad y la proporcionalidad en cuanto a la pena en expectativa -que sería de prisión perpetua-. Lógicamente, no había discusión respecto del vínculo que alguna vez mantuvieron, como agravante, ni del arma de fuego, con lo cuál se puso mucho énfasis en acreditar ese contexto de violencia de género que enmarca el hecho como un femicidio”, aclaró el fiscal, lo que el juez Rodolfo Mingarini dio por acreditado, ya que “se contó con informes, testimonios, relatos y una cantidad importante de evidencias que dan cuenta de la violencia reiterada a lo largo de los años”.
Además, Torres aseguró que gracias a los hijos de la pareja “pudimos tener dos panoramas coincidentes en cuanto al contexto, por una parte el del menor de 7 años que fue testigo presencial del hecho, y por otra parte el del chico mayor -de 14 años- que describió momentos que dan cuenta de la situación compleja que estaba atravesando el padre, con la amenaza permanente de que iba a cometer un hecho de estas características”.
Así, como “ambos relatos fueron bastante precisos”, aportaron dos puntos de vista, dos posturas, “que sirvieron para acreditar el contexto de violencia de género y el femicidio”.
Durante la audiencia, tras oponerse a la imposición de la prisión preventiva solicitada por el fiscal, la representante del Servicio Público Provincial de la Defensa Penal, Leticia Feraudo, comentó que su pupilo “tiene un fuerte arraigo familiar”, y que no tiene antecedentes.
También destacó que “ha habido una entrega voluntaria” y que “la gravedad del delito no puede justificar la prisión preventiva, porque esto implicaría un adelanto de la pena”, por lo que ofreció una serie de mediadas alternativas para cautelar el proceso.
Esto le fue negado, ya que para el juez de la IPP Rodolfo Mingarini dichas medidas “no consiguen mitigar el riesgo de fuga”, así como tampoco el de entorpecimiento probatorio, sobre todo en vistas de que los dos hijos del imputado deberán declarar en la causa.
Por último, la dra. Feraudo cuestionó las prácticas respecto de los niños, ya que en los testimonios que brindaron le pareció “dirigido” el relato que hicieron de los hechos, dejando entrever que “se puede haber llegado a contaminar” la prueba.
Eran alrededor de las 7.30 de la mañana del lunes cuando Noelia iba en su ruidosa bicicleta hasta la casa de sus padres. Allí dejaría al menor de sus hijos, que llevaba la mochila preparada para ir a la colonia, y continuaría rumbo a su trabajo.
“Yo iba más adelante -en su propia bici-, me acuerdo que hablábamos de que nos íbamos a vivir a Pilar”, rememoró el niño. De repente, escuchó un estruendo, como los que oía en el campo cuando disparaban la escopeta. Luego, el silencio, ya no podía escuchar el ruido de la bicicleta de su mamá.
Al girarse, vio a su madre tendida en el piso, bañada en sangre: “Le pregunté qué le pasaba, pero no contestó”.
Una vecina vio al pequeño y lo escuchó gritar “¡no papá!” y luego lamentarse “¡mi mamá! ¡mi mamá!” resumiendo tantas emociones en dos de las primeras palabras que aprendemos los seres humanos, aquellas que deberían dar seguridad.
Luego de disparar contra su exmujer, Walter W. se bajó de su vehículo, pateó el cuerpo y le arrancó la bandolera que llevaba puesta. Momentos más tarde, se apersonó en la comisaría de Humboldt y confesó: “Maté a mi señora”.
El hijo mayor de Noelia se despertó con el sonido se su celular, su abuelo lo estaba llamando. Lo primero que le dijo fue que su mamá había tenido “un accidente”, y después le preguntó por su papá, ya que el chico se había quedado a dormir en la casa de Walter W. El adolescente buscó en la habitación principal, pero no lo encontró, miró el mueble sobre el cual su padre guardaba la escopeta, pero ésta tampoco estaba. El fiscal destacó el hecho de que el chico chequeara si estaba el arma, “como previendo lo que había pasado”.
Unos días atrás, Walter W. se había enterado de que su exmujer, y madre de sus hijos, estaba rehaciendo su vida con una nueva pareja, y que planeaba mudarse. Su hijo mayor se percató de que “estaba mal” con esa situación, lo notaba incluso “incómodo con la idea de que mi mamá tuviera un novio”.
En voz alta, pero para sí mismo, se lo escuchaba decir cosas como “Dios agarrame que la mato” y “la voy a matar, le voy a pegar un tiro”, amenazas que parecían vacías.
“Yo no me esperaba que pase esto”, advirtió el adolescente, y la realidad es que nadie se lo esperaba. Noelia no merecía perder la vida, tampoco sus hijos merecían esta tragedia.
“Un equipo interdisciplinario del Hospital Mira y López acreditó que Walter W. está en perfectas condiciones de estar en juicio, en un proceso penal y que restarán algunos estudios más pero la regla es la imputabilidad” aseguró el fiscal Martín Torres.
También adelantó que “se le va a dar intervención a la Junta Especial de Salud Mental de la provincia, de modo tal de culminar con lo que son todas las fases de análisis respecto de la psiquis del imputado”, y aclaró: “No hay nada que desvirtúe esa imputabilidad reinante en él hasta el día de hoy”.
El fiscal Martín Torres aseguró que, a diferencia de otros casos, en este “hubo intervención del Estado, hubo una medida de distancia dictada hace aproximadamente 3 o 4 años y hubo un abordaje de un equipo interdisciplinario que trabaja en género de la localidad de Humboldt”. Además comunicó que “en los últimos tiempos no había crecido el conflicto entre las partes”, por lo que no había signos de que podría darse una situación de semejante gravedad, como lo terminó siendo el femicidio de Noelia.