El juez Eduardo Pocoví dictó hoy la prisión preventiva para Sergio Adrián Ortiz, el joven de 21 años, que el miércoles pasado intentó escapar de un control policial porque llevaba los elementos de trabajo de su pareja.
Juliano Salierno
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La fiscal Milagros Parodi imputará mañana a las 9 en las oficinas del Ministerio Público de la Acusación, a la suboficial de policía Agustina Desiré López, acusada de haberle prestado el chaleco balístico y el arma reglamentaria, proveídos por la fuerza, a su novio Sergio Adrián López, quien tiene en su haber una condena por robo.
Los cargos que pesan contra la funcionaria con prestación de servicios en la localidad de San Genaro -actualmente en disponibilidad y en libertad- van desde el “encubrimiento” y la “resistencia a la autoridad”, a la “malversación de efectos del Estado”, “entrega indebida de arma de fuego” e “incumplimiento de los deberes de funcionario público”.
En la misma causa, esta mañana el juez de la Investigación Penal Preparatoria, Eduardo Pocoví, convirtió en prisión preventiva la detención que venía sufriendo Ortiz, quien fue arrestado el miércoles pasado cuando intentó eludir un chequeo del Comando Radioeléctrico en el barrio Los Troncos.
La fuga
La fiscal Parodi solicitó la medida cautelar más gravosa para Ortiz, a quien le imputó los delitos de “portación indebida de arma de fuego de guerra” y “resistencia a la autoridad”. Para la acusación, en esta instancia del proceso, no sólo se encontraría acreditado el hecho delictivo, sino que además la liberación de Ortiz podría traer aparejado el peligro de fuga y entorpecimiento probatorio.
Dos policías del Comando Radioeléctrico que el miércoles a las cuatro de la tarde patrullaban las calles de la zona noroeste, prestaron declaración testimonial esta mañana en tribunales y dieron cuenta de la persecución que emprendieron contra el acusado, que no se detuvo ante la voz de alto, e hizo caso omiso a las luces y sirenas del patrullero Nº 6.570.
Los uniformados relataron que conducían por la calle Hermanos Figueroa y J.R. Méndez, cuando advierten que un motociclista en una moto negra de 150 c.c. hace un giro en “U” para eludirlos y toma por calle Hugo Wast, luego por Reinares y finalmente por calle Río Negro a la altura del 6500, donde decide arrojarse de la moto para entrar a una casa, cuando la policía estaba por darle alcance.
El rescate
En ese momento, Ortiz intenta trasponer una zanja, pero en el salto deja caer de su cintura un arma color negro de tipo pistola, que luego se supo pertenecía a su pareja, la suboficial López. Al ver el arma, los policías del Comando se abalanzaron sobre él para reducirlo, lo que devino en una pelea a la que se sumaron media docena de mujeres que intentaban arrebatárselo.
Los servidores públicos relataron además que una joven de entre 20 y 25 años, vestida con pantalón y camisa de jean y remera blanca, levantó el arma del suelo y se la llevó a la casa; descripción que coincide con la suboficial López, que vestida de la misma manera se presenta minutos después en la Comisaría 7a. de Yapeyú para reclamar por su pareja. Fue allí donde finalmente fue secuestrada el arma reglamentaria, que estaba cargada con 9 proyectiles, uno de ellos en la recámara.
Además, los dos policías que lograron darle alcance se mostraron sorprendidos por la rigidez en el torso de Ortiz, lo que les permitió descubrir que bajo su campera llevaba puesto un chaleco balístico perteneciente a la fuerza policial que también pertenecía a López.
La defensa
El abogado Ignacio Alfonso Garrone, a cargo de la defensa del imputado, intentó rebatir los argumentos de la fiscalía, abonando la hipótesis que el propio Ortiz vertió en la audiencia imputativa el viernes pasado. Sostuvo que su pupilo escapaba de la policía porque circulaba en una moto que no era de su propiedad, sino que pertenecía a una persona de su confianza, lo cual pudo ser acreditada. Pero además, se refirió a la versión de la madre de la policía López, que acusó a los efectivos del Comando de haberse llevado el chaleco del interior de la vivienda para perjudicar a su yerno.
Un testigo considerado “objetivo” por no responder a las partes -un empleado municipal que arreglaba un bache en las cercanías- reconoció que hubo una persecución y que los policías debieron huir en medio de insultos, empujones y golpes propinados por un grupo de vecinos que intentaban recuperar al muchacho caído en desgracia. No obstante, no logró ver ni el chaleco ni el arma.
Finalmente el juez Pocoví reconoció como acreditado el raid que implicó la persecución, el escape de Ortiz y su posterior caída. También consideró verosímil la versión de que el arma se le cayera de la cintura cuando intentó saltar una zanja, aunque ésta no fuera exhibida ni esgrimida contra el personal policial. También consideró la especial situación del Comando que tuvo que oponerse a la resistencia y el forcejeo de vecinos; aunque llamó la atención acerca de la falta de una instrucción específica para recuperar el arma que había sido retirada de la escena por un tercero.
Condenado por robo