Asesinaron a su vecino de una escopetazo en la cara
Preventiva para dos hermanos de Cabaña Leiva
Sucedió en octubre, pero los sospechosos se habían mantenido prófugos hasta el viernes pasado. Dos testigos los señalan como los sujetos que balearon la casa de Sebastián Peloso y luego lo asesinaron.
Julio Enrique ‘Chavo’ y Ángel Antonio ‘Pincho’ Da Silva quedaron en prisión preventiva este martes luego de que el juez Rodolfo Mingarini considerara que “no cabe dudas de que estas personas en libertad, aún con las alternativas más duras que se pudieran imponer, podrían no sólo intimidar -a los testigos- sino ir más allá con el entorpecimiento probatorio”. Los hermanos, de 32 y 35 años, están imputados por el homicidio calificado de Sebastián Peloso (25), ocurrido la madrugada del 5 de octubre de 2019.
Habían pasado algunos minutos de la medianoche cuando la víctima y su pareja fueron despertados por una balacera, que penetraba su humilde casita ubicada en Arenales al 10.200 del barrio Cabaña Leiva. Cuando las detonaciones se detuvieron Peloso “salió confiado”, según su mujer, y tras caminar unos metros un sujeto, escondido detrás de un tapial, le disparó en el rostro con una escopeta calibre 16.
El hombre fue trasladado al Hospital Mira y López en el auto de su suegro y, a pesar del esfuerzo de los profesionales por salvarle la vida, falleció a la 1 de la mañana. Presentaba un orificio de entrada en el lado derecho de la boca, daño en los maxilares inferiores y superiores y una hemorragia masiva que desató el shock hemorrágico e hipovolémico que causó su muerte.
“Te vamos a caer”
Peloso y los Da Silva tenían un conflicto de larga data, a causa del robo de caballos y de hecho, la mañana del 4 de octubre la víctima había sido amenazada por los hermanos: “Cuidate que a la noche te vamos a caer”. Y cumplieron, dos testigos los reconocieron en la escena del crimen y señalaron desde dónde tiraba cada uno.
Este último dato fue de gran importancia para determinar quién realizó el disparo fatal. Donde estaba ‘Pincho’ se levantaron vainas de escopeta de calibre 12, mientras que a ‘Chavo’ lo ubican a menos de 4 metros de la víctima, donde se levantaron las vainas de calibre 16.
El juez tomó por cierta la acusación del fiscal de Homicidios, Gonzalo Iglesias, al considerar que “estas personas estuvieron en el lugar del hecho a la hora señalada por la fiscalía, esa medianoche entre el 4 y el 5 de octubre del año pasado”. También avaló la teoría de que ambos “portaban armas”, y dijo que “a esta altura ‘Chavo’ Da Silva era el que portaba, en principio, el arma” homicida.
El tirador estaba tan cerca de su víctima que se encontró un taco, que es lo que separa los perdigones de la pólvora y del fulminante, dentro de su rostro. No hubo siquiera distancia suficiente para que esa perdigonada se abra.
Tras el hecho, los hermanos se dieron a la fuga y conforme pasaban los días amenazaron a varios testigos. Se realizaron 6 allanamientos buscándolos, pero el resultado fue negativo, hasta que el viernes pasado se logró su detención gracias a un operativo en simultáneo: en inmediaciones del Aliviador N° 2 de la Ruta 168 aprehendieron a ‘Chavo’, mientras que a ‘Pincho’ lo encontraron en Juan Bautista Alberdi al 1700 de Recreo.
“Decidieron irse”
El domingo se los imputó como “coautores de homicidio calificado por el uso de arma de fuego” y este martes el juez de la IPP Rodolfo Mingarini les dictó la prisión preventiva. “El caso no es complejo, entiendo que ha hecho una buena labor la fiscalía junto con el personal policial que está preparado para asistir y bajo sus órdenes”.
El magistrado rechazó el pedido de abogado Javier Casco, del Servicio Público de la Defensa, diciendo que “estas personas en libertad, aun con las alternativas más duras que se pudieran imponer, tienen toda la capacidad, no sólo de intimidar sino de ir más allá con el entorpecimiento probatorio”, y los testigos “tienen que llegar todos en condiciones para poder brindar libremente su declaración eventualmente en un juicio”.
Y por último, con relación al peligro de fuga, el magistrado sostuvo que los Da Silva “sabiendo que podían llegar a ser detenidos, sabiendo lo que habían hecho y sabiendo inclusive que había autoridades policiales y judiciales que estaban en su búsqueda, decidieron irse” manteniéndose prófugos.