Jueves 21.11.2019
/Última actualización 17:06
La violencia de género es un tema tan discutido, como innegable. A poco más de 4 años del “Ni una Menos”, y de las campañas, marchas y protestas por visibilizar la muerte de mujeres por el sólo hecho de serlo, la Fiscalía General del Ministerio Público de la Acusación (MPA) realizó un informe en el que se relevan y especifican los datos recolectados alrededor de los femicidios ocurridos en la provincia de Santa Fe durante un período de 5 años (2014-2018).
Se diferenció a los homicidios de mujeres (228 en el quinquenio) de los ocurridos en un contexto de violencia de género (97) utilizando criterios nacionales e internacionales. Los resultados muestran que de cada diez mujeres asesinadas, más de cuatro fueron en clave de femicidio (42,5 %). De las 97 víctimas totales, 91 eran mujeres cisgénero y 6 casos se trataron de travesticidios y transfemicidios.
Entre 2014 y 2017 creció la cantidad de muertas por violencia de género, de un 38,2 % a un 50,9 % , mientras que en 2018 ese aumento frenó, y cayó hasta un 44 %, una de las pocas cifras esperanzadoras en las 54 páginas del documento realizado por la Secretaría de Política Criminal y Derechos Humanos del MPA.
Más de la mitad de las mujeres asesinadas (53,6 %) sufrieron algún tipo de violencia previa a su muerte. Esta, si bien fue física en la mayoría de los casos, también se dio a nivel psicológico y económico. No es casual, que muchas de las víctimas no terminaran el secundario, ni tuvieran un empleo formal. Estos factores socioeconómicos generan un incremento en el estado de vulnerabilidad de las víctimas, que las predispone a “depender” en mayor medida de otros, generalmente su pareja. Además, hay otras condiciones que producen un especial estado de vulnerabilidad ante un agresor, en un 14,4 % de los casos las mujeres se encontraban en situación de prostitución; en un 3,1 % estaban embarazadas y, en la misma medida, se trató de niñas menores de 12 años.
Asesino conocido
Los femicidios no son casos aislados, perpetrados por un varón desconocido o ajeno a lo cotidiano. Los datos antes mencionados conducen inevitablemente a una conclusión, que el informe sustenta: en más del 90 % de los casos, la mujer perdió su vida en manos de un conocido. De hecho, la gran mayoría de los agresores (el 64,9 % ) eran su “pareja” o “expareja”.
No sorprende entonces que más de 1 de cada 3 femicidios ocurran en el hogar de la propia víctima, y dos de cada diez en el domicilio que compartían la mujer y su agresor. Aquel lugar en el que deberían haber estado protegidas, terminó siendo en donde sufrieron y murieron, posiblemente entre las paredes que ellas mismas habían decorado. Sumando las veces que los hechos sucedieron en el domicilio de los agresores y otros establecimientos conocidos para la víctima, se puede decir que en la gran mayoría de los casos la mujer murió en un lugar que le resultaba familiar. Además, 1 de cada 4 tuvo lugar en la vía pública.
El relevamiento a nivel provincial destacó a las ciudades de Rosario y Santa Fe como los lugares que acumulan más del 60 % del total de las mujeres asesinadas en un contexto de violencia de género, con un 5 % de diferencia entre la más poblada y la siguiente.
En más de la mitad de los casos, el agresor utilizó una fuerza excesiva, más allá de la necesaria para conseguir su objetivo: asesinar. Esto está caratulado como “Overkill”, y se denota en la brutalidad con la que se ve violentado el cuerpo de la mujer, la desfiguración facial y las heridas en los genitales. En un 11,3 % se ejerció violencia sexual sobre la víctima y durante la autopsia en un 14,4 % se encontraron lesiones previas.
También se hallaron signos de violencia simbólica. Según el Modelo de Protocolo Latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género, esta “incluye todos los mensajes, valores, símbolos, íconos, signos e imposiciones sociales, económicas, políticas, culturales y de creencias religiosas que reproduzcan y consoliden las relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación de las mujeres“.
El arma de fuego se posiciona como el instrumento más utilizado por los femicidas, en un 34 % de los casos. También utilizaron armas cortopunzantes, sus puños y en menor proporción, asfixiaron o quemaron a sus víctimas. Si se separa el año 2018, los resultados cambian, ya que ese año se registraron más muertas por heridas cortopunzantes que por armas de fuego.
Justicia
Según los registros del Ministerio Público de la Acusación, las 97 muertes de mujeres en las que se identificaron elementos de violencia de género se investigaron en un total de 91 legajos. De estos, en 81 femicidios se logró identificar al menos a un presunto autor; generando un total de 89 personas individualizadas, ya que a veces hubo más de un imputado. De estos, 4 son mujeres, siempre en carácter de coautoras del hecho junto a un varón.
A diferencia de los homicidios de mujeres, en los femicidios se da una llamativa particularidad: aumenta la cantidad de agresores suicidas luego de consumar el hecho. Durante los 5 años analizados en el informe, se pudieron contabilizar 14. Si se tiene en cuenta la cantidad total de los femicidas que murieron antes de ser condenados, el 82,3 % tuvo el suicidio como causa de muerte, ya que solo 3 fallecieron en otras circunstancias.
Uno de los datos más relevantes a nivel judicial tal vez sea que casi la mitad de las investigaciones iniciadas por las muertes de mujeres con elementos de violencia de género entre 2014 y 2018 se encuentran finalizadas a agosto de 2019 (47,3 % ). La mayoría corresponde a los casos de larga data, ocurridos entre 2014 y 2016, debido a los tiempos propios del proceso judicial.
Casi la mitad de las mujeres asesinadas tenían hijos menores de 18 años al momento de su muerte. En total, son 96 los niños y niñas que no volvieron a ver a sus madres a causa de la violencia de género en los últimos 5 años; y 1 de cada 4 sufrió esta pérdida a manos de su propio padre.
Además, dos mujeres embarazadas fueron víctimas de sus exparejas.
Las edades
Más de la mitad de las víctimas de femicidio en la provincia de Santa Fe en el período 2014-2018 tenía entre 20 y 40 años de edad. Fueron 51 casos los registrados en dicha franja etaria; mientras que hubo 13 casos de menores de 20 años; en la brecha que va de los 40 a los 60 se registraron 21 muertes; en tanto los casos de mayores de 60 años fueron 12.