Danilo Chiapello
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Este sábado a la tarde familiares, vecinos y conocidos de Juan Leonidas Quinteros (64) se juntaron en la intersección de Avda. Blas Parera y pasaje Cayastá para realizar una emotiva recordación, justo cuando se cumple un mes de aquel trágico suceso.
Portando velas y en silencio, los manifestantes se instalaron en la vereda de la panadería donde “Pajarito” fue vilmente asesinado la tardecita del 11 de marzo.
“Quiero dar las gracias a todos los vecinos y conocidos que vinieron a acompañarnos. En verdad que sentimos el apoyo que tanto necesitamos por estas horas”, dijo Dana, la hija del muy querido ex jockey, en diálogo con este diario.
“Creo firmemente en la justicia y confío que todo va a llegar a buen puerto. Jamás perdimos las esperanzas y ojalá, por la memoria de mi padre, todo salga como esperamos”.
“Era todo para mí”
“A mí este hecho me cambió la vida. En verdad me arruinó la vida... porque mi padre era todo para mí. Imaginate que yo soy única hija. Era la más mimada. Junto con mi madre formábamos un trío inseparable. Nos queríamos mucho, había respeto, cariño... Y hoy siento que todo se desmoronó”, agregó la joven.
“Él iba a cumplir 65 años y estaba lleno de ilusiones y proyectos. Siempre recuerdo que por las noches me contaba sus hazañas de sus tiempos de corredor de caballos. Era mágico sentarnos a cenar y escuchar sus historias.
“Y cuando dejó de correr, después que tuvo un accidente, él siempre siguió para adelante. Regresó al barrio donde nació y se crió y se puso en contacto con los vecinos. Igual no le costó demasiado porque todos lo querían un montón.
“El levantó la casa donde vivimos a puro sacrificio. Amaba su cuadra... su barrio. Iba y venía de manera constante. No se podía quedar quieto ni un minuto. No le gustaba estar encerrado”, recordó hoy Dana todavía emocionada.
Respecto a aquel penoso episodio, Dana explicó que “lo último que Juan estaba haciendo era la tarea de custodia de la panadería La Imperial. Lo que pasa es que el formó parte del equipo de trabajo de esas chicas cuando iniciaron la panadería. Entonces le confiaron el cuidado del negocio. Mi padre toda la vida fue un hombre de trabajo.... no merecía terminar así”, sentenció la joven.
El hecho
Fue en la tardecita del 11 de marzo cuando un malviviente irrumpió en la panadería La Imperial, ubicada en Blas Parera al 6900.
La aparición del ladrón sorprendió a todos, menos a Juan que se encontraba en el lugar y sin más se abalanzó para intentar frustrar el golpe.
Lo que siguió fue un forcejeo que comenzó en el negocio y siguió en la vereda. En dicha circunstancia se escuchó un disparo. Segundos después, Juan caía desplomado en la esquina. Tenía un balazo en medio de la frente.
Con la premura del caso el infortunado fue trasladado hasta el hospital Cullen pero, pese al esfuerzo de los médicos, se produjo su deceso.
La brutal ejecución no pasó inadvertida para los vecinos y comerciantes que sin dudar se lanzaron en persecución del delincuente.
Acorralado, el rufián se introdujo dentro de una vivienda donde cambió sus ropas e intentó despojarse del arma utilizada.
Pero fueron los propios vecinos quienes atoraron al malviviente y lograron reducirlo para luego entregarlo a la policía. Más tarde se supo que en el lugar fue hallada un arma de fuego escondida en una maceta.