Otro golpe a los más débiles. Esta vez ocurrió en la vecinal San Ignacio de Loyola Sur donde autores ignorados rompieron parte de las instalaciones y se llevaron algunos elementos de trabajo. Lo peor de todo es que debido al siniestro (se llevaron una máquina de coser) se interrumpió un servicio vital para esta época, como lo es la elaboración de barbijos que se hacían en el lugar.
Eran cerca de las 3 de la madrugada cuando alguien llamó al celular de Liliana Loyola (presidenta de la institución). Ni bien atendió escuchó a un vecino que avisaba que autores ignorados habían entrado al local ubicado en José Pedroni al 6600, por lo que salió con toda premura hacia el lugar.
Apenas llegó no fue necesaria ninguna explicación. La puerta de entrada estaba destrozada y el interior del inmueble en completo desorden.
“Se llevaron algunas cosas, entre ellas dos ventiladores y una máquina de coser. Y eso es tremendo porque ahora no podemos seguir con la confección de barbijos que teníamos pensado para el barrio”, dijo Loyola en diálogo con El Litoral.
“Acá la inseguridad es preocupante. Este es el tercer robo que sufrimos desde diciembre. Hay mucho descontrol, gente deambulando por la calle a toda hora. La falta de presencia policial es tremenda y encima cuando vienen dejan mucho que desear. Esta madrugada cuando estábamos acá vimos dos personas que se llevaban cosas por la calle. Les dijimos a los agentes pero no le dieron importancia. Tampoco les importó que esa gente estaba caminando sin respetar la cuarentena”, agregó.
Más adelante Loyola explicó que “la situación del barrio es muy delicada. No solo por la urgencia económica sino porque está atravesado por la droga. Todos los días nos toca ver a chicos que caen en ese flagelo. Uno trata de contenerlos. Por ejemplo la vecinal tiene talleres de manualidades, mimbrería, costura, fabricación de blocks de cemento, también la comparsa Herederos del Sol. Pero el problema es tan serio que uno siente que nada alcanza. Es una lucha desigual”.
“Encima estos hechos de vandalismo causan mucho dolor porque afectan actividades esenciales de la vecinal. Acá se hacen 380 viandas por día de lunes a viernes. Hay unas 70 familias que retiran la comida y dependen de eso. Pero bueno, tenemos que sacar fuerzas de donde sea y seguir”, apuntó. Por último la dirigente solicitó ayuda para poder superar obstáculos administrativos que le impiden reponer la puerta destrozada.
“Desde hace horas estoy esperando en la comisaría y no me dan la constancia de la denuncia. Sin eso no puedo gestionar para comprar una puerta. Desde el ministerio de Desarrollo Social tampoco me dan una respuesta. Se viene el fin de semana largo y la vecinal va a quedar abierta”, culminó.