En un momento en que comercios y clubes de la ciudad (y todo el país) luchan por subsistir, en el marco de la pandemia y las restricciones para poder trabajar, la inseguridad asesta golpes para hacer las cosas más difíciles aún.
A los graves inconvenientes que las restricciones provocan a los negocios de la ciudad, se suman los robos para poner a toda la actividad en jaque.
En un momento en que comercios y clubes de la ciudad (y todo el país) luchan por subsistir, en el marco de la pandemia y las restricciones para poder trabajar, la inseguridad asesta golpes para hacer las cosas más difíciles aún.
Este sábado, bien temprano por la mañana, delincuentes perpetraron un veloz robo en las instalaciones del Club Social, Cultural y Deportivo "El Clásico", entidad del macrocentro santafesino icónica por sus pistas de bowling.
Los ladrones rompieron uno de los vidrios del frente, justo debajo del cartel que advertía que el lugar estaba "protegido" por un sistema de alarma, y entraron.
"Los sensores se activaron a las 7.07 aproximadamente y a esa hora me llamaron desde la unidad de monitoreo de la empresa. No me llamó mucho la atención, porque cada tanto se dispara la alarma, pero al toque me llamó un vecino para avisarme que había gente adentro del local y que estaban robando", contó un par de horas más tarde Héctor, el encargado del lugar.
"Llamamos inmediatamente a la policía -agregó-, pero cuando el patrullero llegó ya los tipos se habían ido. Hicieron todo muy rápido. Seguro que era muy flaquito el que ingresó, porque el agujero es bastante pequeño y los vidrios rotos quedaron con puntas filosas. Tuvieron aproximadamente diez minutos para recorrer las instalaciones. Se llevaron 500 pesos que había en una de las cajas registradoras y dejaron un 'botín' de dos cuchillas de carnicero y unas botellas de fernet que dejaron preparadas pero no alcanzaron a llevarse. Tal vez se apuraron porque cuando se activa la alarma el ruido es ensordecedor. Mirando bien, puede que falten una botella de vino y otra de fernet que estaba empezada".
Hace casi un año, habían sufrido en el club un robo similar. "Es más el daño y la intraquilidad que otra cosa. Lamentablemente tenés que conformarte con que no te provocaron daños mayores, que no rompieran un vidrio de una heladera o mercadería. En el barrio esto sucede a menudo. A la heladería de la esquina (Urguiza e Hipólito Irigoyen) la tienen de 'hija'. Cada dos por tres le caen. Hace unos días le entraron de nuevo. Ya no saben cómo trabajar sus empleados", manifestó.
"Todo esto se suma a los problemas que enfrentamos por las restricciones, como todos los comercios. Fundamentalmente nos afecta la parte del bar. Casi no podemos hacer nada. Tratamos de rebuscarnos, haciendo delivery. No es lo nuestro, pero tenemos que darle para adelante", dijo Héctor.