Muerte y violencia en el departamento Rosario: julio cerró con un empate con sabor a poco
Las cifras indican que el séptimo mes de 2023 terminó con la misma cantidad de crímenes que un año atrás. Los números no aumentan, pero las víctimas siguen y la realidad que se vive fuera de los despachos y de los informes es de bronca, miedo y desazón.
Muerte y violencia en el departamento Rosario: julio cerró con un empate con sabor a poco
Hacía mucho tiempo que las estadísticas no marcaban un freno. Mucho más un retroceso. En los primeros siete meses de 2023 se llevan registrados –en el departamento Rosario– la misma cantidad de asesinatos que 12 meses atrás, algo que llama la atención ante lo que parece ser una saga interminable de balaceras, ataques, heridos y muertos como consecuencia de una violencia armada que parece no tener techo o fin.
En tiempos donde las estadísticas parecen mandar, donde las comparaciones están a la orden y se busca por todos los medios demostrar que, en estos tiempos electorales, algo está cambiando para bien, según el informe del Observatorio de Seguridad Pública del Ministerio de Seguridad santafesino, ya son 165 homicidios en lo que va del año en el departamento más importante del sur provincial (26 en enero, 32 en febrero, 22 en marzo, 22 en abril, 31 en mayo, 14 en junio y 18 en julio). El total es idéntico al año pasado, con notables diferencias en algunos meses.
La escenografía puede cambiar, pero los ataques se siguen dando. Hace mucho tiempo que en el departamento Rosario, y especialmente en su ciudad cabecera, que carece de fecha de fundación, pero que se prepara para celebrar los 171 años de la declaración de ciudad (el 5 de agosto), gracias a que en 1852, el por entonces gobernador Domingo Crespo decretó, a instancias del General Justo José de Urquiza, que la antigua Villa del Rosario se convertiría en ciudad, los tiratiros o sicarios se manejan con la impunidad necesaria para atacar de día o de noche, haya o no custodia policial en las cercanías de los lugares elegidos.
De esas 18 víctimas, 5 fueron mujeres de entre 30 y 52 años; 10 fueron varones de entre 26 y 45; y 2 fueron jóvenes de entre 16 y 18. Falta uno, cuyos datos no fueron aportados por la oficina de prensa del Ministerio Público de la Acusación. Una de las mayores particularidades fue que la totalidad de las personas fallecidas durante julio lo hicieron tras recibir al menos un disparo de arma de fuego.
Las víctimas tienen nombre, familiares, amigos, gente que quedó a la espera de saber los motivos de cada una de esas muertes. A Elizabeth Silvina Santa María, de 31 años, la mataron en inmediaciones de Pasco y Esmeralda, de barrio República de la Sexta, a metros de un pasillo en el cual estaba la vivienda en la que residía y a pocas cuadras del complejo universitario conocido como La Siberia, ubicado en el macrocentro rosarino, de un disparo en el cráneo, el primer día de julio.
A Patricia Beatriz Lencina, de 52 años, la acribillaron a balazos en el interior de la granja que atendía, ubicada en la zona de avenida Marcos Paz al 2400, de Villa Gobernador Gálvez, en la tarde del 3 de julio. Marisa Martínez, de 35 años, murió en el hospital de emergencias el martes 4 de julio, un rato después de ser atacada a tiros cuando estaba en un pasillo que desemboca en su casa de Saavedra al 6200, en la zona de barrio Triángulo Moderno, al oeste de Rosario.
Mariel Edith Broin, de 41 años, fue atacada a tiros en la noche del domingo 9, al quedar en medio de una balacera protagonizada por varios jóvenes en inmediaciones de avenida Uriburu y Ayacucho, en pleno corazón de barrio Las Heras, al sur de la ciudad gobernada por Pablo Javkin. Mientras que Daiana Belén Becerra, de 30 años, falleció en la madrugada del lunes 10, luego de ser atacada a tiros en la zona de Rueda al 3900, de barrio San Francisquito, al sudoeste de la cuna de la bandera.
Quizás el de Becerra es el más macabro de los crímenes, ya que la investigación tiene dos hipótesis: una es que la víctima se trasladaba como pasajera a bordo de un automóvil que funcionaba como remis. Cuando llegó hasta Rueda al 3900 y se bajó del auto, fue interceptada por al menos una persona que le efectuó múltiples disparos de arma de fuego, que impactaron en la zona del cráneo, y provocaron su muerte prácticamente en el acto.
Otra versión indica que la mujer fue llevada hasta esa zona en un auto y que los homicidas iban con ella en ese mismo vehículo, que la obligaron a bajarse, le dispararon y se dieron a la fuga.
El otro sexo
El primero de los asesinatos que tuvo como víctima a un varón fue el 4 de julio, en la zona de Los Plátanos al 700, de barrio Remanso Valerio, ubicado en Granadero Baigorria, casi en el límite norte con Rosario. Se presume que fue atacado a tiros cuando estaba junto a otras personas charlando y bebiendo y que en ese marco se produjo una discusión que fue subiendo de tono y terminó cuando al menos uno de ellos sacó un arma de fuego y comenzó a disparar.
Otra versión indica que mientras Armoa y otras personas estaban en el lugar, apareció un auto con al menos 3 ocupantes, quienes comenzaron a disparar contra el grupo. Como consecuencia de los disparos, Aldo Armoa resultó gravemente herido y falleció a los pocos minutos, en el lugar.
El siguiente fue Andrés Borras, un hombre de 34 años que fue baleado en la noche del lunes 5. La policía llegó al lugar un largo rato después, cuando la víctima ya había sido trasladada al hospital Anselmo Gamen, de esa ciudad, donde murió a los pocos minutos.
Otro de los capítulos de esta saga de violencia tuvo como escenario la intersección de Necochea y pasaje Ivanosky, en un sector conocido como la U, zona que apareció varias veces en las crónicas policiales por distintos hechos de inseguridad, entre ellos varias balaceras y crímenes.
Prácticamente en la esquina, a centímetros del portón de ingreso a una vivienda, estaba tirado en el piso de cemento, sobre un gran charco de sangre, un hombre sin signos vitales, que fue identificado como Adrián Alberto Guazzaroni, de 32 años. Falleció a los pocos minutos, por un disparo de arma de fuego en la cara.
Otro de los asesinatos ocurrió en la tarde del sábado 22, en un predio deportivo que pertenece al camping que la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) posee sobre la ruta provincial 14, entre las calles Intendente Carnevale y Santa Fe, en las afueras de la ciudad de Pérez.
Hasta ese lugar, alrededor de las 15:30, llegaron dos personas en moto, fueron hasta una de las canchas del complejo y al ver a Martín Miranda, un joven de 29 años, al menos uno de ellos se bajó y lo atacó a tiros. El joven fue cargado en un auto y trasladado hasta el hospital de emergencias, donde falleció a los pocos minutos. Tenía heridas de arma de fuego en la espalda y al menos una en el cráneo.
Y en las últimas jornadas del mes se conocieron otros dos crímenes, el de Juan Manuel Olmedo, de 29 años, que fue encontrado el lunes 24 en medio de un basural, en la zona de Sorrento y Garzón, al noroeste de Rosario; y el de Paulo Alejandro Maciel (26 años), que fue hallado en medio de otro basural, aunque ubicado unas 40 cuadras al sudoeste, en la zona de España y Lirio, de barrio Las Flores.
Ambos fueron acribillados a tiros, dejados entre la basura y no tenían documentación, por lo que estuvieron varios días con denominación NN en el Instituto Médico Legal (IML), hasta que finalmente se logró la identificación de ambos.
Finalmente, otro violento episodio que tiene la marca del sicariato ocurrió en el corazón de barrio Arroyito, en la noche del miércoles 26.
Poco después de las 21, en inmediaciones de José Ingenieros y Ferreyra, se escucharon varias detonaciones de arma de fuego y luego un estruendo, provocado por un choque y vuelco. En base a los primeros testimonios recogidos en la zona, un joven de 27 años, identificado como Jonatan Manuel Almirón iba manejando un automóvil Chevrolet Onix color blanco por calle Ferreyra y al llegar a la esquina de José Ingenieros, fue interceptado por varias personas que aparecieron en dos motos y que lo atacaron a tiros.
El automovilista recibió al menos un impacto en la zona del cráneo y perdió el control del auto, que siguió su andar por calle Ferreyra, chocó con un taxi que estaba estacionado y terminó volcado, casi a mitad de cuadra. Almirón resultó gravemente herido y falleció a los pocos minutos. En el auto se hallaron más de 160 mil pesos en efectivo, por lo que en principio se descartó que el ataque haya sido con fines de robo. Además, fuentes de la investigación mencionaron que la víctima registraba una condena y estaba en libertad condicional.