Un Grupo elite del Departamento de Investigaciones Especiales, en conjunto con la Procuradoría de Narcocriminalidad (Procunar) Rosario, desarticuló una de las principales organizaciones narco de la región, liderada -para variar- desde la cárcel.
Era proveedora de otras organizaciones criminales, como la de Los Monos y la de Esteban Lindor Alvarado. Se allanaron 22 domicilios de la ciudad de Rosario, una celda de la cárcel de Ezeiza (donde está preso el líder) y otra del penal de Coronda. 8 personas fueron detenidas.
Un Grupo elite del Departamento de Investigaciones Especiales, en conjunto con la Procuradoría de Narcocriminalidad (Procunar) Rosario, desarticuló una de las principales organizaciones narco de la región, liderada -para variar- desde la cárcel.
"Como es sabido, desde hace algunos años el mapa del hampa en Rosario se divide en tres grandes nombres: Julio Rodríguez Granthon, Clan Cantero y Esteban Lindor Alvarado. El primero, inició su carrera criminal como proveedor de las otras dos organizaciones y se hizo un lugar de jerarquía en la ciudad santafesina a base de fuego y violencia. De ese modo, logró controlar numerosos barrios y sus soldados el monopolio de la provisión y comercialización de estupefacientes", explicó la Policía Federal en un comunicado.
Los investigadores estiman las ganancias de este sujeto en aproximadamente 200.000 dólares por mes y aseguran que esa fortuna le permitió "nutrirse de amplios recursos que garantizaron su permanencia en la cúpula de las grandes mafias rosarinas. Aquellas exorbitantes ganancias financiaban una legión de distribuidores, cobradores y sicarios, con las que el peruano sostenía su influencia".
La fuerza nacional sostuvo que "para poder coordinar las actividades criminales desde el penal, Rodríguez Granthon abdicó su rol de líder en su heredero Facundo "Jirafa" Pérez. Con aquella estructura la organización desarrolló una metodología de 'trabajo' que le permitió mantenerse impune durante años. No acopiaban droga ni dinero. El estupefaciente era entregado en su totalidad entre los comercializadores el mismo día que la organización los recibía, obligando a aquellos escalones inferiores a contraer una deuda que debían pagar en plazos impuestos".
Para los comercializadores las reglas eran claras: vender para pagar o atenerse a las consecuencias. En tanto, "el dinero era recolectado regularmente por cobradores de la organización, quienes lo trasladaban a financistas que lo resguardaban, cambiándolo a dólares estadounidenses o soles peruanos. De esta manera, ninguno de los líderes de la organización, llevaba consigo elementos que pudieran comprometerlos judicialmente".
Aquella evolución en el despliegue de la organización criminal, exigió un nuevo paradigma en la metodología de investigación, lo que llevó a requerir técnicas y recursos renovados.
Para alcanzar tal objetivo la Policía Federal conformó un equipo de elite dentro de la órbita de la Superintendencia de Investigaciones Federales, denominado Departamento de Investigaciones Especiales, que trabajó bajo una orden explícita: terminar definitivamente con la estructura de Rodríguez Granthon.
Junto a la Procunar, la policía llevó una discreta y hermética investigación a lo largo de 10 meses, con nuevas herramientas técnicas de inteligencia. Teniendo como objetivo planteado atacar tanto las maniobras de tráfico y sicariato, como la estructura de ocultación y lavado de activos.
Luego de meticulosas tareas, los investigadores realizaron una treintena de allanamientos en la Ciudad de Rosario, que concluyó en la desarticulación de la Cúpula de mando, junto a la estructura logística y de lavado de activos de la organización investigada.
El operativo incluyó una innovación en la modalidad de despliegue de la Fuerza Federal, dado que fue ejecutado de forma quirúrgica y a lo largo de 72 horas de trabajo. Ello permitió mantener el secreto de las operaciones en conjunto con el monitoreo de los movimientos de los investigados, y lograr así la detención de DOCE PERSONAS durante el curso de la investigación. La novedosa modalidad permitió incluso, la detención de investigados que se encontraban prófugos por causas anteriores, quienes disponían de amplios recursos que les permitían anticiparse para escapar a tiempo de cada intervención policial contra ellos.
En primer lugar, se logró la detención de Facundo Ariel Pérez "alias Jirafa", mano derecha de Julio Rodríguez Granthon, quien lo representaba fuera del penal. Se evadió en tres oportunidades por investigaciones en 2018, 2021 y 2022. Tiene causas penales por infracción a ley 23.737 y por agresión con armas de fuego, entre los que se encuentra haber herido a un integrante del Departamento Antidrogas Rosario, el 14 de octubre de 2021. En la organización cumple el rol de máximo encargado, da órdenes para la entrega de estupefacientes y las cobranzas, lleva las cuentas de la organización.
En otro aspecto, fue desmantelado el segmento de la organización dedicado a la provisión, distribución y comercialización al menudeo en el barrio de Villa Banana, donde fueron detenidos los líderes de esa célula Ubaldo Pérez -hermano de "Jirafa"- y Marcelo Alejandro Núñez.
Sin embargo, El Mayor Impacto Contra La Banda Criminal radicó en la desarticulación de su estructura de lavado de activos, habiendo identificado a las personas encargadas de la construcción de viviendas con fondos provenientes de la venta de estupefacientes. Estos inmuebles posteriormente eran vendidos o alquilados por un agente inmobiliario también allanado. Además, fueron allanados depósitos de transporte de cargas, siendo este un rubro en el cual Rodríguez Granthon invertía en operaciones de compra y venta de vehículos de ese aporte. Aquella compleja red de lavado, permitía al "peruano" mantener su organización en pie, pese a las continuas investigaciones en su contra.
Recordemos que Rodríguez Granthon, se encuentra cumpliendo condena desde el año 2019 en el penal de Ezeiza, por ser uno de los máximos proveedores de cocaína en la provincia de Santa Fe. Además de su rol como proveedor, posee zonas de la ciudad de Rosario bajo su control, donde todos los comercializadores de estupefaciente están obligados a comprarle la mercancía de forma exclusiva a su organización. Para lograr tal fin, empleó sicarios y actos de violencia con el objeto de eliminar a sus rivales y disciplinar a sus clientes.
A efectos de tomar dimensión del peso de su persona en el mundo del hampa se anexan a continuación algunos titulares de medios de prensa.
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