(Colaboración de José Luis Pagés)
En agosto de 2002 vecinos arrasaron con varios "aguantaderos". Los incendiaron y los demolieron. El detonante fue un homicidio.
(Colaboración de José Luis Pagés)
La mañana del jueves 22 de agosto de 2002 la ciudad de Santa Fe se vio conmocionada por una explosión de furia popular que se dio en los barrios Villa Yapeyú y La Ranita. Cientos vecinos (hombres, mujeres y niños), armados con picos y mazas, arrasaron con varios inmuebles sindicados como "aguantaderos" de delincuentes. Tras voltear paredes y techos, incendiaron todo.
Al igual que lo ocurrido este lunes en barrio Los Pumas de Rosario, un crimen fue el detonante de aquella jornada de furia en Santa Fe.
El domingo 18 de agosto, Raúl Anselmo Torales (25), un joven padre de tres niños que se ganaba la vida como changarín del Mercado Concentrador de Frutas y Verduras, fue asesinado a tiros en plena calle por varios delincuentes que poco antes habían intentado usurpar su domicilio.
Este suceso fue la gota que colmó la paciencia de los vecinos de Yapeyú y La Ranita y que explotó el jueves siguiente. La decisión era tan simple como contundente: "limpiar" el barrio de delincuentes. Para ello se comenzó destruyendo las casas que los cobijaban.
Algunas construcciones ardieron por efecto de las llamas y muchas otras fueron demolidas hasta los cimientos por acción de los golpes de decenas y de picos y mazas.
El epicentro de los graves incidentes fue la esquina que forman las calles Chaco y Lucio Mansilla, pero pronto se propagó con fuerza arrolladora en distintas direcciones. La mayoría de los rufianes a quienes estuvo dirigida la pueblada huyeron precipitadamente, apenas se insinuaron las primeras llamas de los incendios, pero otros, rezagados, fueron detenidos. Solo así pudieron escapar de la turba enfurecida al amparo del personal de la Guardia de Infantería.
La reacción popular no solo alcanzó a los delincuentes. También llovieron insultos para los uniformados, ya que sobre éstos recaía una horrible sospecha: la de tener una actitud cómplice con las bandas criminales.
Mientras la piqueta hacía estragos, algunos vecinos comentaron a este cronista, por enésima vez, de qué modo ellos mismos fueron echados de sus propiedades que en unos casos fueron usurpadas y en otros desmontadas, de tal modo que sanitarios, puertas, ventanas y tirantes, en cuestión de unos pocos minutos son puestos a la venta en las chacaritas de la zona.