Ante todos los presentes en la sala de audiencias en la que se discutió si debería seguir tras las rejas, Jésica Sosa, recientemente imputada por haber asesinado y descuartizado a su pareja, brindó un relato de los hechos propio de una "película de terror". Esas fueron las palabras exactas que utilizó mientras incriminaba a un hombre como el verdadero asesino.
Este viernes la jueza Celeste Minniti dispuso la prisión preventiva para la mujer de 38 años, tras acreditar la existencia de riesgos procesales para la causa. Le atribuyeron el "homicidio agravado por el vínculo" de quien era su pareja, Omar Alberto Pogliani (70).
La cautelar fue solicitada por la fiscal Ana Laura Gioria, que acudió a la audiencia acompañada por su colega Gonzalo Iglesias. La representación de la imputada estuvo a cargo de la defensora pública Betina Dongo, quien propuso la libertad bajo alternativas para su pupila.
"No podemos corroborar los dichos de Sosa con la cronología que fue establecida", sostuvo la fiscal Ana Laura Gioria. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Respecto a la declaración de Sosa, si bien sus dichos son materia de investigación, no pudieron ser corroborados con ninguna de las evidencias colectadas hasta el momento.
"Un cliente"
Tras escuchar el alegato fiscal, donde se expuso la reconstrucción de lo sucedido desde la noche del miércoles 28 de febrero hasta el momento de su detención, Sosa decidió declarar. Compungida, lo primero que manifestó fue que "es muy complicado hablar, las emociones no me las voy a poder guardar".
Explicó que se dedica al trabajo sexual e hizo mucho hincapié en que Pogliani no era su pareja, sino un cliente con quien tenía un muy buen vínculo. También señaló que desde finales de diciembre convivía con Pogliani en el departamento que él alquilaba en un pasillo de 1 de Mayo al 4700, a dónde él la había invitado a quedarse porque le habían desvalijado su vivienda de barrio Santa Rita.
La causa comenzó con el hallazgo de parte del cadáver en la Plaza Escalante. Crédito: Flavio Raina
Luego, Sosa relató que Pogliani no quería que ella trabajara, y que con su jubilación los mantendría a ambos mientras la ayudaba a "acomodar" su casa, la cual unos ladrones habían destrozado. Como no podía pagar un albañil, dijo que él empleaba a un trapito de la zona para que realizara las reparaciones.
Según la imputada, este trapito era un viejo conocido de la víctima, a quien solía darle ropa, y a veces le permitía que se quedara a dormir en el departamento de 1 de Mayo al 4700. Cuando lo hacía, "le tiraba un acolchado en el piso de la cocina. Nosotros nos acostábamos en el dormitorio y él cerraba la puerta con llave, yo le pedía que la cerrara", explicó Sosa, "a mi no me gustaba ese tipo".
Tras brindar este contexto, la mujer se refirió a la muerte de Pogliani.
"De terror"
Sosa señaló que la semana del crimen estuvo en su casa de barrio Santa Rita, cuidando de sus pertenencias porque no tenía puerta, y que el domingo 3 de marzo por la madrugada estaba en la casa de un cliente cercana a la vivienda de Pogliani. Fue entonces que el trapito la fue a buscar, diciéndole que el jubilado quería verla.
Según ella, de esa forma la llevó, engañada, hasta la casa. "Cuando íbamos caminando lo veía raro. Yo siempre le decía a Omar que 'este tipo no me gusta'", recordó. Ingresaron a la vivienda con la llave de ella, "me empuja y me azota la cabeza contra la pared. Ya dentro del departamento siento olor a quemado y había mucho humo, como cuando el aire está denso".
Sosa dijo que la casa estaba desordenada, que allí fue golpeada y abusada sexualmente. Que preguntaba por Pogliani y que el trapito sólo le dijo que "Omar no está más". También señaló que quiso entrar a la pieza, el único lugar de la casa desde el que se podía acceder al patio, pero la puerta estaba cerrada con llave.
"Yo trataba de calmarlo", señaló, pero "él me decía que me quede callada y quietita, y me tenía con una cuchilla". En un momento determinado, dijo haberse acercado a la heladera y a través de un ventiluz haber visto un bulto en el patio, cubierto con un acolchado.
Después, "me dijo 'ahora me vas a tener que acompañar', yo nunca tuve tanto miedo, terror". Se dirigieron al patio y allí "él saca el acolchado y yo tomé dimensión de lo que estaba viendo".
"Me obligó a caminar delante de él. Quise correr, me buscó y me trajo. No vi qué había ahí dentro, solamente sentí que arrastraba algo", declaró Sosa. Luego, por la mañana, "me dejó ir y se fue él también, con ropa de Omar puesta y con las llaves del departamento y de mi casa".
Desde allí, la mujer dijo haber ido a la casa de otro cliente, al que le pidió ayuda para "mudar unas cosas" y "me tomé unas pastillas de Omar, clonazepam o diazepam, para dormirme". Antes de concluir su declaración, Sosa señaló: "Para mí sería de prioridad que se lo encuentren, que se lo busque, porque realmente fue una película de terror ahí adentro".
"No es cuestión de creer"
La fiscalía sostuvo que hay un fiscal de delitos sexuales investigando lo denunciado por Sosa, y señaló que no sólo los vecinos la sindicaron como la pareja de Pogliani, sino que ella misma dijo que él era su pareja y "su esposo" ante las autoridades policiales y judiciales.
Respecto al resto "no podemos corroborar los dichos de ella con la cronología que fue evidentemente y objetivamente establecida". La madrugada del jueves 29 febrero, momento en el que situaron la muerte de Pogliani, una vecina escuchó una pelea entre él y ella, "no refirió a la voz de un tercero". Sí dijo que el hombre pedía ayuda, y que también se escucharon fuertes golpes, razón por la que llamó al 911.
Un patrullero fue al lugar, pero la policía, al no recibir respuesta por parte de los moradores de la vivienda, decidió retirarse.
El viernes los vecinos dijeron haber visto humo emerger de la vivienda, con un olor muy peculiar, "¿y ella dice haber visto humo espeso el domingo dentro del departamento?" Además, ese cliente en cuya casa Sosa dijo haber estado cuando el trapito la fue a buscar, dijo que no la vio hasta el domingo a la noche, cuando fue a pedirle quedarse a dormir con él.
"No es cuestión de creer o no creer. Es cuestión de ver cuáles de sus dichos se corroboran o se respaldan con la evidencia que ha sido recolectada", sostuvo la fiscal Gioria.
¿Descuartizado?
Si bien la defensa sostuvo la inocencia de Sosa, y cuestionó que una mujer de su contextura pudiera descuartizar un cuerpo, la fiscalía explicó que el forense sólo constató el desmembramiento de uno de los brazos.
El cuerpo en descomposición fue incinerado en el patio de la vivienda, y luego el extremo inferior del mismo fue arrojado en la Plaza Escalante, donde el domingo al mediodía hallaron, embolsadas y envueltas en frazadas, las dos piernas unidas por el hueso de la cadera.
Los vecinos dijeron haber visto a Sosa en el departamento los días posteriores al crimen. A uno de ellos le pidió unas cajas de cartón porque "necesitaba quemar basura". Además, el domingo al mediodía se mudó, llevándose los muebles del lugar. Cuando la policía arribó allí ese día por la noche, y encontraron los restos carbonizados en el patio, comenzaron a buscarla.
La detuvieron el lunes por la noche, en la casa de un cliente. Allí arribó el domingo por la tardecita, durmió esa noche y le preguntó al hombre si podía mudarse con él.
Este miércoles, la jueza Minniti dio por acreditada la relación de pareja y la posible autoría del crimen. Por la existencia de los riesgos de fuga y entorpecimiento probatorio, ordenó la prisión preventiva sin plazos para Sosa.
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