Marcelo Arancibia Gutiérrez, no descansa en paz. Quien lo asesinó de manera brutal la siesta del miércoles, continúa prófugo. Y para colmo de males, horas después, autores ignorados concretaron una acción infame: desvalijaron el humilde departamento (interno) que el hombre alquilaba en barrio Liceo Norte.
Del hecho se tuvo conocimiento en el mediodía del sábado cuando personal de la subcomisaría 14 recibió una comunicación del 911 para verificar un hecho de robo ocurrido en un inmueble ubicado en Callejón Funes 4900.
Al llegar al lugar los uniformados entrevistaron a Rocío, hija del fallecido, quien manifestó que al llegar al departamento de su padre en la mañana del sábado, se encontró con que la puerta estaba entreabierta y una garrafa de gas de 10 kilos tirada en el patio. Consignó además que el candado de la puerta de un pasillo estaba violentado.
La puerta del pasillo cuyo candado fue violentado.
Luego la joven precisó que del interior de la casa faltaba un televisor antiguo de 21 pulgadas; una cocina color marrón; herramientas; dos infladores de bicicletas; la suma de $50.000 en efectivo que estaba en una bolsa dentro de un ropero, una riñonera de tela con una tarjeta "Sube" y varios documentos, así como prendas de vestir y calzado.
Ese dinero el hombre lo había ahorrado para afrontar una próxima mudanza, en virtud de que el 5 de junio debía desocupar dicha propiedad ya que vencía el contrato de alquiler.
Más adelante la hija de Arancibia Gutiérrez mencionó que la puerta del departamento carecía de medidas de seguridad y solo estaba atada con un cable coaxial negro.
Durante la investigación, se entrevistó al propietario del inmueble, un hombre de 52 años, quien relató que el día anterior, alrededor de las 7, al salir al patio, encontró la garrafa en el suelo y la puerta del departamento Nro. 1, donde vivía Arancibia, entreabierta. Decidió guardar la garrafa en el lugar y asegurar la puerta con el mismo cable que funcionaba como "cerradura".
El propietario no escuchó no percibió ruidos durante la noche y solo notó un abollón en una de las puertas laterales de su propiedad que da al patio interno.
El colmo de la maldad
"Esto que pasó es el colmo de la maldad. Marcelo era un hombre que vivía de manera modesta y esos pocos pesos que tenía los había obtenido con mucho sacrificio", comentó hoy una compañera de trabajo donde el infortunado se desempeñaba como operador de radio.
"Le llevaron prácticamente todo lo que tenía. Lo único que dejaron fueron algunos muebles porque se ve que no tenían con qué trasladarlos. Le robaron hasta un par de zapatos nuevos de Rocío, que ni siquiera la chica había estrenado", se lamentó.
Respecto a los dos perritos mestizos que vivían en la casa junto a Arancibia Gutiérrez, los mismos ya fueron dados en adopción el sábado, agregó.
En cuanto a la situación de Rocío (una de las dos hijas que tenía el infortunado) la mujer agradeció el apoyo brindado por el ministerio de Seguridad y por agentes de la Municipalidad de Santa Fe. "No la dejaron sola", reflexionó.
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