“¿Qué tengo que hacer yo, comprarme un arma y salir a matar?”, se preguntó en voz alta Maximiliano A. luego de que lo acusaran de haber tomado parte en los desmanes ocurridos esta semana en barrio Barranquitas, que terminaron con casas y negocios baleados y un auto quemado. “Ellos me tiran tiros y yo me defiendo con piedras”, acusó a sus vecinos, que son los mismos que lo denunciaron por una seguidilla de hechos.
Su detención se produjo el jueves en una casa de calle Laguna del Desierto al 4400, en el marco de ocho allanamientos que estuvieron a cargo de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y bajo las órdenes de los fiscales Carlos Lacuadra y Estanislao Giavedoni. En total, fueron apresados seis mayores y dos menores de edad, vinculados con una causa por abuso de armas y balaceras, en el contexto de disputas entre bandas antagónicas de la zona oeste.
De todos ellos, Maximiliano A. fue llevado este viernes a tribunales, donde se le imputaron los hechos nuevos, pero también una tentativa de homicidio ocurrida el año pasado. Fue la fiscal Cristina Ferraro quien le atribuyó haber intentado dar muerte con un cuchillo tipo carnicero a Luis Raúl G., junto con su hermano Lautaro A. (quien estuvo en prisión preventiva por el caso). El hecho se registró el 13 de mayo de 2019 en inmediaciones de la avenida Presidente Perón y calle Bolivia, y la víctima resultó con dos heridas punzo cortantes en el pecho y en la zona de la ingle, que le causaron serio riesgo de vida. Fue hospitalizado, operado e internado en terapia, hasta que se recuperó y le dieron de alta.
Además, la Dra. Ferraro acumuló esa causa en la que se encontraba prófugo, con los recientes episodios ocurridos en Barranquitas y que fueron de público conocimiento cuando se viralizaron audios con estruendosas balaceras.
El primer hecho atribuido data del 20 de julio, cuando junto a sus dos hermanos arrojaron piedras a la vivienda y amenazaron a vecinos de pasaje Público al al 4500. “Salgan manga de putos”, le gritaban a la una de la madrugada y les juraban que “ustedes van a quedar sin padre como quedamos nosotros”.
También se lo responsabilizó por balear un comercio de Presidente Perón al 4300, el 25 de julio a las 4 de la madrugada. Y dos días después -el 27 de julio-, en dos episodios consecutivos, al mediodía y a la siesta, haber tiroteado una casa de Pedro Centeno al 4000 y luego prendido fuego y disparado contra un Fiat 128 que estaba estacionado en la vereda.
Por todo ello se le atribuyeron los delitos de amenazas -simples y calificadas- y daño en dos oportunidades; además de la tentativa de homicidio de 2019.
La audiencia, estuvo a cargo del juez Gustavo Urdiales, que al término de la atribución imputativa, le ofreció al preso hacer su descargo, quien tras consultarlo con su abogada, la defensora oficial, Sonia Bustos, decidió dar a conocer otra versión.
“Nada de eso es cierto”, dijo Maximiliano A. contra los argumentos de la fiscalía. “Ese día -por el 20 de julio- el sobrino de la mujer que me denuncia me tiraba con una 9 mm y yo estaba con mi hijito”. Por eso “nosotros nos defendimos con piedras”, reconoció. “Pero a ellos no les importó tirarnos tiros cuando yo estaba con mi hijo”, acusó.
“Para mí es injusto” -dijo-, y con voz quebrada señaló a sus vecinos como “los mismos que están metidos en la muerte de mi papá”. “Ellos me tiran tiros y yo me defiendo con piedras: ¿Qué tengo que hacer yo, comprarme un arma y salir a matarlos?”, se preguntó entre lagrimas.
Una vez finalizado su descargo el juez Urdiales fijó para este domingo el tratamiento de la medida de prisión preventiva que según adelantó, va a pedir la fiscalía para el implicado.