Dos veteranos del delito fueron condenados este martes por la Justicia santafesina, acusados de abrir vehículos estacionados con inhibidores de señal y sustraer objetos de valor dejados en el habitáculo. La detención se produjo la semana pasada, cuando se disponían a dar un nuevo golpe, a metros de la Casa Gris, aprovechando el desorden de tráfico propio del horario de ingreso escolar.
La sentencia impuesta por el juez Pablo Spekuljak en el marco de un juicio abreviado alcanza al cordobés Carlos Ricardo Cabral (59) y el santafesino Carlos Mario Olivera (62), quienes fueron declarados culpables como coautores del delito de "hurto calificado por el uso de instrumento semejante a llave" en reiteradas oportunidades.
Cabral fue condenado a 3 años de prisión efectiva por siete hechos: dos en Esperanza en 2019; dos en Santo Tomé y Santa Fe en 2022; y los tres restantes perpetrados la semana pasada en radio sur de la capital provincial. En tanto Olivera asumió su responsabilidad sólo por los tres últimos hechos, por lo que la pena fue de 2 años de prisión.
Resarcir a las víctimas
Como parte del acuerdo alcanzado entre los fiscales Rosana Peresín y Manuel Cecchini y el abogado defensor Ramiro Carrasco, los dos condenados deberán resarcir económicamente a las víctimas. El cordobés se comprometió a repartir $ 400.000 entre los damnificados; mientras que el santafesino abonará $ 50.000 a cada uno de los afectados.
La investigación, a cargo del personal de Complejas I de la División Inteligencia Criminal de la AIC, pudo identificar a los implicados a partir de las cámaras de seguridad públicas y privadas en las que se los puede ver cometiendo distintos hechos.
Según se cree, se trata de una célula de una banda integrada por delincuentes locales y de la provincia vecina, que se dedica a este tipo de delitos sin violencia contra las personas y que actúa en forma esporádica y por zonas.
En seguidilla
Así fue que el lunes 27 de marzo se encendió la señal de alarma, cuando en horas de la tarde, el conductor de un Toyota Etios que estacionó por calle San Martín, frente al Colegio Inmaculada, fue despojado de un notebook que llevaba dentro de una mochila, que escondió en el baúl.
Al día siguiente, un matrimonio denunció la sustracción de una cartera, que había quedado en el piso, del lado del acompañante, en un Citröen C4 estacionado delante de un jardín de infantes de calle 25 de Mayo al 1800.
Informados del hecho, desde la Fiscalía se dispusieron tareas de inteligencia en los alrededores de ciertos centros educativos del sur de la ciudad, donde se presumía, los delincuentes podían dar el próximo golpe.
En flagrancia
Así fue que el miércoles 29 de marzo, por calle 3 de Febrero al 2400, personal policial de civil logró dar con el auto Volkswagen Suran gris en el que se conducían los delincuentes, los cuales fueron atrapados a las 7.40, en flagrancia, cuando se disponían a abrir un Renault Sandero estacionado frente al Museo Etnográfico.
En poder de la dupla la policía secuestró en el suelo de la Suran un inhibidor marca Baofeng negro con su antena tipo handy encendido.
Una vez en sede policial, al identificarlos surgió que Cabral había sido imputado tiempo atrás, por dos hechos similares en la ciudad de Esperanza en octubre y noviembre de 2019. Además, se le atribuyeron otros dos ocurridos durante 2022 en el estacionamiento de un súper de Santo Tomé y en calle Moreno al 2700 de Santa Fe, a la salida de una escuela.
Los agentes que estaban en el momento del robo
Delante de los "caminantes"
Dos policías de los denominados "caminantes" aparecen en la imagen previa al robo de la notebook que el lunes 27 de marzo fue sustraída del baúl de un Toyota Etios estacionado frente al Colegio Inmaculada.
La pareja de vigilantes llega caminando por la plaza San Martín. Antes de cruzar la calle, una de las uniformadas se detiene y su compañera la hace posar de espaldas para sacarle una foto. Buscan resguardo en el pórtico del Santuario Nuestra Señora de los Milagros, que están en la esquina de San Martín y General López, donde se observa claramente que las dos se encuentran viendo sus celulares.
Mientras tanto, y frente a sus narices, pasa un hombre mayor, de remera blanca, pantalón de jean y gorra oscura, que se persigna y camina hacia la esquina de calle 3 de Febrero, cruza hacia la plaza y vuelve en dirección al Etios.
En una maniobra habitual, abre la puerta del conductor, acciona el seguro de la tapa del baúl, saca la mochila, cierra el auto y vuelve a pasar caminando delante de la dupla policial, que como el resto de los transeúntes, jamás se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
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