"Mi hija tiene 14 años, está con asistencia psicológica y psiquiátrica, no puede dormir y vive con miedo de salir a la calle y encontrárselo", se lamenta B.O., una vecina de Laguna Paiva que en noviembre denunció a un hijo de su expareja por abuso sexual infantil. El temor y la indignación la llevaron a querer exponer su historia.
Los hechos presuntamente ocurrieron en un contexto marcado por la violencia, tanto económica como física y psicológica, del que con mucha ayuda la mujer de 33 años logró salir. Actualmente está separada, después de que se ordenaran tres expulsiones del hogar contra su expareja (un policía sumariado), y espera desde febrero que le consigan el botón antipánico que tramitó.
"Yo de esto -el abuso- me enteré el año pasado, en noviembre. Este chico (25), el hijo de mi expareja, me dijo que mi hija estaba hablándole mal a su novia. Como mi nena estaba viviendo en la casa de mi madre la llamé y, cuando me atendieron, se escuchaba de fondo a mi hija llorando", explica B.O.
"Al ratito me llegó un mensaje de mi mamá que decía 'llamala y creele'. Y así hice, cuando me atendió me contó que su medio hermano la había violado", recuerda con un nudo en la garganta. "No le pedí más detalles, enseguida la fui a buscar y la llevé a la comisaría", donde no le tomaron la denuncia, algo a lo que lamentablemente -relató- estaba acostumbrada porque le pasaba lo mismo cuando intentaba denunciar a su ex por violencia de género.
"Les planteé la situación pero me dijeron que tenía que esperar hasta las 8 de la mañana, que ellos no me podían tomar la denuncia porque de eso se encargaban las chicas de la Comisaría de la Mujer, que no estaban. Entonces nos subimos a un colectivo y fuimos a Santa Fe, al Centro Territorial de Denuncia", porque hay cuestiones que no pueden esperar.
"Mi nena lloró todo el camino, me contó que los abusos fueron más o menos desde que tenía 7 hasta los 11 años y que pasaban cuando con el padre nos íbamos de la casa o salíamos a hacer mandados, que eran los momentos en los que la dejábamos para que el hermano más grande la cuide".
Eso que su hija le confió entre lágrimas fue exactamente lo mismo que B.O. le dijo a la sumariante que le tomó la denuncia, que luego fue remitida a la Unidad de Violencia de Género, Familiar y Sexual (Gefas) del Ministerio Público de la Acusación. Desde entonces, se entrevistó a la menor en cámara Gesell -cuyo resultado habría sido positivo- y se ordenaron una serie de medidas investigativas y exámenes.
Sin embargo, según aclararon desde la fiscalía, la causa continúa en trámite y las evidencias recolectadas hasta el momento no son suficientes para ordenar la detención del joven investigado, por lo que se sigue trabajando.
"El tema es que el pueblo es chico, y mi hija vive con miedo de salir a la calle y encontrárselo", reclama B.O., quien asegura que tanto el denunciado como su novia suelen pasar por la esquina de su casa. "Mi hijo de 10 años se lo cruza" y además "yo creo que es un peligro que ande suelto, porque tiene contacto con chicos".
"Yo quiero que haya justicia por lo de mi hija y que el violador no esté suelto, no entiendo por qué pasa el tiempo y sigue libre", explica la mujer. "No quiero que esto quede en la nada, estoy cansada y necesito que se tomen cartas en el asunto".