En el imaginario colectivo, el acné es considerado una enfermedad propia de la pubertad y la adolescencia. Sin embargo, cuando persiste o aparece en la edad adulta, genera sorpresa, frustración y un profundo impacto emocional en quienes lo padecen.
Aunque es mayormente asociado con la adolescencia, muchas personas adultas también lo padecen. Una profesional explicó las causas, los tratamientos más efectivos y las mejores estrategias para manejar esta condición.
En el imaginario colectivo, el acné es considerado una enfermedad propia de la pubertad y la adolescencia. Sin embargo, cuando persiste o aparece en la edad adulta, genera sorpresa, frustración y un profundo impacto emocional en quienes lo padecen.
"A través de la piel nos relacionamos con nuestro entorno y es nuestra carta de presentación; las enfermedades que la afectan tienen un gran impacto en la vida de las personas", explicó a El Litoral la Dra. Sharon Seiref, dermatóloga (MP. 6055).
El acné en adultos puede manifestarse de diferentes maneras y en distintas zonas del rostro y el cuerpo, a menudo con brotes inflamatorios que generan dolor y marcas residuales. Las preguntas frecuentes en la consulta dermatológica reflejan la preocupación de los pacientes: "¿Por qué no se cura?", "¿Por qué me aparece si nunca lo tuve?", "¿Cuándo se termina?".
Las razones por las cuales una persona adulta desarrolla acné pueden ser diversas. La Dra. Seiref destacó que uno de los principales desencadenantes son las fluctuaciones hormonales, que pueden ocurrir durante el ciclo menstrual, el embarazo, la menopausia o el uso de anticonceptivos hormonales. Estos cambios alteran la producción de sebo, generando obstrucción en los poros y brotes de acné.
El estrés también juega un papel clave. "El cortisol, conocido como la 'hormona del estrés', puede aumentar la producción de sebo, favoreciendo la aparición de granos", explicó la especialista. Además, otros factores como la predisposición genética, el uso de cosméticos inadecuados y una dieta rica en azúcares y lácteos pueden contribuir al desarrollo de esta condición.
Si bien el acné en adolescentes se asocia a los cambios hormonales de la pubertad y afecta principalmente la zona T (frente, nariz y mentón), en los adultos suele ser más persistente y aparecer en zonas como mejillas, mandíbula y cuello. Además, en adultos, su relación con factores como el estrés y el uso de ciertos medicamentos lo hace más complejo de tratar.
A la hora de tratar el acné en la adultez, es fundamental un enfoque personalizado. La Dra. Seiref enfatizó que "tratamos con personas, no con enfermedades", por lo que cada tratamiento debe adaptarse a las necesidades individuales del paciente. Algunas opciones incluyen:
Cremas y geles tópicos con ingredientes como retinoides, ácido salicílico y antioxidantes, que ayudan a reducir la inflamación y mejorar la barrera cutánea.
Antibióticos orales en casos severos, utilizados con precaución para evitar resistencias bacterianas y alteraciones en la microbiota intestinal y cutánea.
Tratamientos hormonales, como anticonceptivos orales o antiandrógenos, en consulta con ginecólogos y endocrinólogos.
Isotretinoína, un medicamento altamente efectivo para casos severos, que debe ser administrado bajo estricta supervisión médica.
Terapias láser y luz pulsada, que pueden reducir la producción de sebo y mejorar la apariencia de la piel.
Procedimientos dermatológicos como peelings, microdermoabrasiones y microneedling, indicados para mejorar cicatrices y textura cutánea.
Para prevenir nuevos brotes, la dermatóloga recomiendó:
Mantener una rutina de cuidado de la piel con productos no agresivos y no comedogénicos.
Evitar la sobrecarga de cosméticos innecesarios.
Llevar una dieta equilibrada, baja en azúcares y lácteos, evitando productos ultraprocesados.
Controlar el estrés con ejercicio, meditación y descanso adecuado.
Usar protector solar diariamente, especialmente si se emplean tratamientos que sensibilizan la piel.
El acné en la adultez no solo afecta la piel, sino también la autoestima y el bienestar emocional de quienes lo padecen. "Las personas sienten vergüenza, frustración o ansiedad, lo que puede impactar en su vida social y profesional", explicó la Dra. Seiref. Además, el estrés generado por la preocupación sobre la apariencia de la piel puede empeorar la condición, creando un círculo vicioso.
Por ello, es fundamental consultar con un dermatólogo ante la aparición de acné en la adultez y evitar la automedicación o el uso de productos recomendados en redes sociales sin supervisión profesional. "Recomiendo suspender cualquier producto que se esté usando sin indicación médica y buscar asesoramiento dermatológico cuanto antes", concluyó la especialista.
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