El hambre emocional, a diferencia del hambre real o física, está vinculada a factores psicológicos o emocionales. Además, no reconoce la saciedad, lo que puede conducir a atracones y posterior culpabilidad.
Esta práctica implica estar completamente enfocados a la hora de alimentarse, promoviendo una relación más equilibrada con la comida.
El hambre emocional, a diferencia del hambre real o física, está vinculada a factores psicológicos o emocionales. Además, no reconoce la saciedad, lo que puede conducir a atracones y posterior culpabilidad.
En este sentido, la nutricionista Pilar Lombardo - MAT. 1694 - explicó que surge en momentos de estrés o ansiedad, donde el cerebro busca reducir el cortisol elevado a través de alimentos que proporcionan una satisfacción inmediata. A diferencia del hambre real, se presenta de forma súbita, sin síntomas físicos graduales.
La nutricionista subrayó la importancia de diferenciar entre el hambre real y emocional. Mientras el primero se asocia con necesidades físicas y puede satisfacerse con cualquier alimento, el segundo busca alimentos específicos, como fuentes de grasa y azúcar. En este caso, el manejo de las emociones puede influir en la relación con la comida.
Lombardo sostuvo que en momentos emociones intensas, como felicidad, miedo, tristeza o enojo pueden desencadenar en hambre emocional, pero se pueden abordar con ayuda profesional y herramientas prácticas.
En cuanto a las estrategias para superar el hambre emocional, la especialista propone la realización de respiración profunda y aplicar el "mindful eating".
La primera técnica implica inhalar y exhalar de manera profunda, utilizando principalmente el diafragma en lugar de la respiración superficial y rápida que a menudo experimentamos en situaciones de estrés. Esto ayuda a contrarrestar el cortisol, hormona asociada al estrés.
Por su parte, el "mindful eating" es una forma de alimentación consciente que involucra estar completamente enfocado en la experiencia de comer. El objetivo es desarrollar una relación más saludable con la comida al aumentar la conciencia de los hábitos alimenticios y las señales internas de hambre y saciedad.
Según la nutricionista, esta práctica implica comer lentamente, prestar atención a las sensaciones físicas y emocionales relacionadas con la alimentación, y cultivar una mayor conexión con los alimentos y su impacto en el bienestar general.
Finalmente, resaltó a importancia de consumir alimentos sin distracciones para prevenir el "hambre mental", que puede conducir a elecciones poco saludables.
La profesional destacó que abordar y reconocer el hambre emocional no solo impacta en la salud emocional, sino que también puede prevenir trastornos alimentarios y problemas de salud física, como el sobrepeso.
La aceptación del proceso y la búsqueda de alternativas saludables para manejar las emociones son fundamentales, según Lombardo.
Buscar ayuda profesional es esencial. La nutricionista no solo sugiere consultar a especialistas en su rama, sino también a psicólogos o psiquiatras, trabajando en conjunto para gestionar las emociones.
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