El cáncer de mama es la forma más común de cáncer en el mundo y, en Argentina, se diagnostican aproximadamente 22.000 nuevos casos cada año, afectando principalmente a mujeres.
En Argentina, se diagnostican aproximadamente 22.000 nuevos casos cada año. Es importante realizarse los controles anuales.
El cáncer de mama es la forma más común de cáncer en el mundo y, en Argentina, se diagnostican aproximadamente 22.000 nuevos casos cada año, afectando principalmente a mujeres.
Según María Eugenia Azar, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM), aunque esta enfermedad puede afectar tanto a hombres como a mujeres, es mucho menos frecuente en varones: la relación entre ambos sexos es de uno a cien. "El cáncer de mama se desarrolla en la glándula mamaria y, aunque puede manifestarse como un nódulo o una retracción en la piel del pezón, la clave está en detectarlo antes de que aparezcan los síntomas. Esto se logra con estudios de mamografía, que permiten ver lesiones que no son palpables", aseguró la especialista.
La detección temprana es clave para reducir el impacto del cáncer de mama. Azar señaló que la SAM recomienda comenzar a realizarse mamografías anuales a partir de los 40 años. "A los 40 ya empieza a aumentar la incidencia de cáncer de mama de manera significativa. Si bien algunas sociedades médicas sugieren comenzar los controles más tarde, nosotros promovemos la mamografía a partir de esta edad, porque aunque el mayor pico de incidencia ocurre entre los 50 y 60 años, desde los 40 el riesgo empieza a crecer".
Este examen es particularmente importante porque la enfermedad en etapas tempranas no siempre presenta síntomas evidentes. En muchos casos, una mujer no siente ni detecta ningún bulto en su pecho, y la mamografía es la única manera de identificarla antes de que avance. Es en estas primeras etapas donde el tratamiento tiene mejores resultados.
Azar explicó que, aunque es más frecuente en mujeres mayores, el riesgo no desaparece con la edad: "Una mujer de 90 años puede tener cáncer de mama. A diferencia de otros tipos de cáncer, no hay una edad en la que el riesgo baje a cero".
Aunque la mayoría de los casos de cáncer de mama son esporádicos, es decir, no tienen antecedentes familiares, hay factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad. "El sobrepeso y el sedentarismo son factores importantes, especialmente después de la menopausia. El tejido graso en las mujeres posmenopáusicas es una fuente importante de estrógenos, y esto puede estimular el crecimiento de un cáncer", señala Azar. El consumo excesivo de alcohol es otro factor que aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Además, existen los llamados "cánceres heredo-familiares", aquellos relacionados con mutaciones genéticas heredadas. En estos casos, una mujer con antecedentes familiares directos (madre, abuela o hermana con cáncer de mama u ovarios) tiene más probabilidades de desarrollar la enfermedad. Estas mujeres suelen comenzar a hacerse controles antes de los 40 años y, en algunos casos, se les realizan estudios más detallados como resonancias magnéticas.
Si bien el autoexamen mamario no sustituye la mamografía como método de detección temprana, es una herramienta útil para que las mujeres conozcan su propio cuerpo y puedan detectar cambios que puedan ser indicativos de problemas. "Recomendamos a las mujeres que aún menstrúan que se realicen el autoexamen los primeros días después de su ciclo, cuando los pechos están menos sensibles", explica Azar.
El autoexamen permite a la mujer familiarizarse con la apariencia y consistencia normal de sus mamas, lo que facilita la identificación de cualquier anomalía. Sin embargo, la especialista aclara que este método no es suficiente para detectar el cáncer en etapas tempranas, ya que cuando una mujer siente un bulto, en general, el cáncer ya estuvo creciendo durante un tiempo.
Grupos de apoyo: Chicas Pink y el poder del deporte en la recuperación
El diagnóstico de cáncer de mama no solo afecta el cuerpo, sino también el estado emocional de las mujeres que lo atraviesan. En este contexto, los grupos de apoyo juegan un rol fundamental para acompañarlas durante el tratamiento y la recuperación. Silvina Echarren, integrante de la Asociación Civil Chicas Pink en Santa Fe, explica cómo el deporte se convirtió en una herramienta de rehabilitación para muchas sobrevivientes de cáncer de mama.
"Nuestra asociación se dedica a remar, no solo como una actividad recreativa, sino como parte del tratamiento físico de las mujeres que han sido operadas de cáncer de mama. Un médico canadiense descubrió que el movimiento repetitivo de los brazos durante el remo ayuda a prevenir el linfedema, una hinchazón de los brazos que puede ocurrir después de una cirugía en la que se extirpan ganglios linfáticos", contó Echarren. Este tipo de hinchazón ocurre porque el sistema linfático se ve comprometido durante las operaciones, y el movimiento de remar ayuda a drenar naturalmente los líquidos que pueden acumularse en los brazos.
Además de los beneficios físicos, la práctica del remo permite a estas mujeres conectarse entre ellas, formando un grupo de apoyo donde se acompañan y contienen mutuamente. "Nos encontramos todas las semanas, y muchas mujeres se acercan a nosotras incluso mientras aún están en tratamiento, para participar en la medida en que su estado físico se los permita", comentó Echarren. En estos encuentros, las mujeres comparten sus experiencias, se motivan y, sobre todo, se apoyan emocionalmente.
Chicas Pink también tiene como objetivo concientizar sobre la importancia de los controles anuales. "El cáncer de mama, cuando se detecta a tiempo, puede salvar vidas. Las imágenes que se obtienen en una mamografía o ecografía permiten identificar tumores en etapas tan tempranas que todavía no son palpables. Esto es crucial porque el tratamiento es mucho más efectivo cuando se diagnostica de manera temprana", agrega.
Para quienes quieran formar parte de esta red de apoyo, Chicas Pink tiene presencia en redes sociales, lo que facilita el contacto con mujeres interesadas. "Nuestro Instagram es chicaspink.santafe. Cualquier persona que quiera saber más sobre nosotras o unirse a la asociación puede escribirnos ahí. Nosotras contestamos todos los mensajes y coordinamos para encontrarnos", comentó Echarren. También se reúnen todos los miércoles en el Club Azopardo en Santa Fe, donde las mujeres pueden acercarse para conocerse personalmente y sumarse a las actividades del grupo.
Por último, la entrevistada dejó un mensaje alentador: "Invitamos a todas las mujeres que quieran acercarse a que lo hagan. Aquí, todas somos iguales. Algunas de nosotras somos sobrevivientes de cáncer de mama, otras no han pasado por la enfermedad pero se sienten identificadas con la causa y colaboran con nosotras. Lo importante es que juntas formamos una red de apoyo donde nadie se siente sola".