En un mundo donde la información fluye sin filtros en redes sociales, la nutrición se ha convertido en un campo de batalla entre la evidencia científica y la opinión sin respaldo.
La nutrición clínica no es una cuestión de modas ni de números en la balanza. Se trata de una disciplina médica que requiere formación rigurosa y un abordaje integral.
En un mundo donde la información fluye sin filtros en redes sociales, la nutrición se ha convertido en un campo de batalla entre la evidencia científica y la opinión sin respaldo.
Hoy, cualquiera con un teléfono y una cámara puede hablar de alimentación, promoviendo dietas extremas, eliminaciones innecesarias de alimentos y soluciones mágicas sin considerar la complejidad del cuerpo humano.
Sin embargo, la nutrición clínica no es una cuestión de modas ni de números en la balanza. Se trata de una disciplina médica que requiere formación rigurosa y un abordaje integral, especialmente en casos donde la salud está en juego.
Como médico nutricionista con más de 25 años de experiencia, he visto de todo: desde pacientes que llegan con deficiencias nutricionales graves por seguir consejos de influencers hasta aquellos que creen que la alimentación es solo una cuestión de calorías y voluntad.
La realidad es mucho más compleja. Comer no es solo ingerir nutrientes; es una conducta humana influenciada por la genética, la cultura, las emociones y la biología.
Aquí es donde la diferencia entre la información y el conocimiento se vuelve crítica. Un profesional médico no solo prescribe una dieta, sino que evalúa el estado de salud del paciente en su totalidad.
En el caso de poblaciones especiales, como pacientes oncológicos, personas con enfermedades metabólicas graves, mujeres embarazadas o niños en pleno crecimiento, la intervención de un médico nutricionista es fundamental.
No estamos hablando de perder peso para el verano, sino de mejorar la calidad de vida con herramientas basadas en ciencia.
Por supuesto, esto no significa que los licenciados en nutrición no jueguen un papel clave. Son profesionales capacitados en el manejo dietético y en la educación nutricional, y su trabajo es invaluable en la promoción de hábitos saludables.
Sin embargo, en casos de alta complejidad, donde la alimentación es parte del tratamiento médico, el abordaje debe ser interdisciplinario y liderado por un médico.
Tomemos el caso de la obesidad infanto-juvenil, una epidemia mundial que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta a más de 39 millones de niños menores de 5 años. No es un problema de “comer mucho y moverse poco”.
Existen alteraciones metabólicas, factores hormonales y condicionantes sociales que requieren un enfoque médico. Lo mismo ocurre con los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia, la bulimia o la dismorfia corporal, donde la intervención médica es crucial para evitar complicaciones graves.
En el embarazo y la lactancia, la nutrición no solo afecta a la madre, sino al desarrollo futuro del bebé. La programación metabólica intrauterina demuestra que las decisiones nutricionales en estos períodos pueden influir en el riesgo de enfermedades crónicas en la adultez.
En el caso de pacientes con enfermedades cardíacas o cáncer, la nutrición no es solo un complemento, sino una herramienta terapéutica. La desnutrición en pacientes oncológicos, por ejemplo, puede reducir la efectividad de los tratamientos y aumentar la mortalidad.
Entonces, cuando alguien en redes sociales recomienda eliminar grupos de alimentos, tomar suplementos sin control o seguir planes de alimentación sin considerar el historial clínico, el riesgo es real. La salud no es un juego y la nutrición no se improvisa.
La alimentación no es solo una suma de calorías ni una lista de permitidos y prohibidos. Es un acto humano complejo que, en manos de un profesional capacitado, puede marcar la diferencia entre el bienestar y la enfermedad.
Apostar por la ciencia y por profesionales con formación médica es la única forma de garantizar que la nutrición clínica sea, como debe ser, una herramienta para vivir mejor.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.