La Púrpura de Schönlein-Henoch (PSH) es una enfermedad que afecta principalmente a niños y que, aunque genera preocupación en las familias, tiene un pronóstico generalmente favorable. Judith Giupponi, médica pediatra especializada en reumatología infantil (MN 123282), explicó a El Litoral las características de esta enfermedad, sus causas, síntomas y tratamiento, subrayando la importancia de un diagnóstico temprano para evitar complicaciones.
¿Qué es la Púrpura de Schönlein-Henoch?
“La PSH es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación de los pequeños vasos sanguíneos, conocida como vasculitis”, explicó Giupponi. Esta inflamación afecta principalmente los capilares de la piel, los intestinos y los riñones. Uno de los signos más distintivos es la erupción cutánea de color rojo oscuro o violáceo, llamada púrpura. Esta ocurre cuando los vasos inflamados filtran sangre hacia los tejidos circundantes.
Además de la piel, los mismos procesos inflamatorios pueden generar sangre en las heces o en la orina cuando los vasos afectados están en los intestinos o los riñones.
Es importante destacar que la PSH no es una enfermedad hereditaria ni contagiosa.
¿Por qué ocurre esta enfermedad?
“La causa exacta de la PSH sigue siendo desconocida”, señaló la pediatra. Sin embargo, se sabe que está relacionada con una respuesta anormal del sistema inmunológico que provoca inflamación en los vasos sanguíneos.
Existen factores desencadenantes que podrían estar asociados, como infecciones respiratorias, ciertos medicamentos, toxinas químicas o incluso algunas vacunas. “En muchos casos, la enfermedad aparece días después de una infección respiratoria, como un resfrío”, agregó.
Es importante destacar que la PSH no es una enfermedad hereditaria ni contagiosa.
¿A quiénes afecta principalmente?
La PSH es la vasculitis más común en niños de entre 5 y 15 años, aunque puede presentarse a cualquier edad. “Se observa con mayor frecuencia en niños que en niñas, en una proporción de dos a uno, y suele aparecer durante los meses de otoño, invierno y primavera”, detalló Giupponi.
En términos de incidencia, afecta a aproximadamente 20 de cada 100,000 niños por año.
Esta inflamación afecta principalmente los capilares de la piel, los intestinos y los riñones
Los síntomas: ¿qué debemos observar?
El síntoma principal de la PSH es la aparición de una erupción cutánea característica. Según explicó Giupponi, al inicio se presenta como manchas rojas elevadas al tacto, llamadas púrpura palpable, que pueden transformarse en hematomas violáceos. Estas lesiones suelen localizarse en las piernas y nalgas, aunque también pueden aparecer en brazos y tronco.
Además, muchos pacientes experimentan:
Dolor articular: Afecta principalmente a rodillas y tobillos, con hinchazón y molestias que suelen resolverse en pocos días.
Hinchazón: En manos, pies, frente o escroto, especialmente en niños pequeños.
Dolor abdominal: Ocurre en el 60% de los casos y se presenta como cólicos intermitentes alrededor del ombligo. En algunos casos puede haber sangrado intestinal.
Problemas renales: En un 20-35% de los pacientes, la inflamación afecta los riñones, lo que puede detectarse por la presencia de sangre (hematuria) o proteínas en la orina.
Si bien estos síntomas son los más frecuentes, en casos excepcionales la inflamación puede afectar otros órganos, como los pulmones o el cerebro, causando complicaciones graves.
“La aparición de púrpura palpable en las piernas y nalgas es el primer signo que debe alertar a las familias”, subrayó la especialista. Este síntoma, si se combina con dolor abdominal, problemas articulares o sangre en la orina, requiere atención médica inmediata.
El diagnóstico de PSH se basa en criterios clínicos y no suele requerir estudios complementarios. Sin embargo, en casos donde los síntomas no sean claros, pueden realizarse análisis de sangre y biopsias para descartar otras enfermedades.
Tratamiento y duración de la enfermedad
“La mayoría de los pacientes con PSH no necesita tratamiento específico”, explicó Giupponi. El manejo de la enfermedad se centra en aliviar los síntomas. Los analgésicos simples son útiles para controlar el dolor, mientras que los corticoides se reservan para casos más graves, como sangrados gastrointestinales intensos o complicaciones renales.
En general, la PSH tiene un curso autolimitado que dura entre 4 y 6 semanas. No obstante, algunos niños pueden experimentar episodios recurrentes de púrpura durante los meses siguientes, lo que requiere vigilancia médica continua.
Aunque la PSH suele resolverse sin mayores problemas, existe un riesgo de afectación renal que puede presentarse hasta un año después del inicio de la enfermedad. Por este motivo, el seguimiento médico es fundamental.
“Los controles consisten en análisis de orina periódicos, que al principio se realizan semanalmente y luego se espacian en el tiempo, dependiendo de la evolución del paciente”, explicó Giupponi.
Giupponi concluyó enfatizando que la PSH, aunque puede ser impactante, tiene un pronóstico generalmente positivo. “Es una vasculitis común en la infancia que, con un diagnóstico temprano y seguimiento adecuado, se resuelve en la mayoría de los casos sin complicaciones graves. La clave está en la vigilancia médica y en detectar cualquier alteración renal a tiempo”.
La información y el acompañamiento de especialistas son esenciales para que las familias puedan afrontar esta enfermedad con tranquilidad, sabiendo que, en la mayoría de los casos, la recuperación es completa.