La rebelión de los sentidos: Joan Miró y su impacto en el arte del siglo XX
Tanto sus primeras incursiones en el movimiento surrealista como su etapa de experimentación con nuevas técnicas y materiales, configuraron un universo propio que lo convirtieron en uno de los artistas europeos centrales del siglo pasado.
Fragmento de “Pastoral” de Joan Miró. Foto: Museo Reina Sofía
“Miró, el pintor puro del período culminante de la modernidad, también fue un asesino estético que asestó un golpe mortal a las últimas fases del movimiento moderno y, en el proceso, abrió nuevos caminos para la práctica estética del siglo XX”, señaló una vez el historiador de arte estadounidense Robert S. Lubar, quien estudió en profundidad la obra de este catalán que nació el 20 de abril de 1893. Su infancia en la ruralidad de Mont-roig del Camp, en contacto con la naturaleza, se convirtió en una fuente de inspiración a lo largo de su vida. Jamás dejó de experimentar con formas, colores y texturas, creando un universo pictórico que elude cualquier intento de encasillamiento.
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Aunque esta afirmación está lejos de reflejar con justicia a una figura de tal complejidad, podría afirmarse que Miró es un “pilar” del surrealismo. Movimiento que, a tono con las ideas de las primeras décadas del siglo XX, pretendía adentrarse en los misterios del subconsciente y liberar la creatividad de las restricciones del pensamiento lógico. Sus primeras incursiones en este estilo se manifestaron en obras como “La masía”. Pero fue con “El carnaval del arlequín” donde Miró pudo concentrar realidad y la fantasía y comenzó a gastar un universo propio, enigmático, el cual los detalles encierran significados ocultos.
Museo Reina Sofía
Con el paso del tiempo, Miró tendió a simplificar formas y colores. Obras como “La danza” y “Mujer y pájaro en la noche” son ejemplos de su capacidad para apelar a las emociones a través de la abstracción. Precisamente una cualidad de las obras de Miró es que poseen símbolos y formas que predisponen a la introspección. Miguel Calvo Santos sostiene que “su arte roba de la infancia, pero también de la cultura popular, por lo que hay mucho simbolismo (el pájaro, las estrellas, la figura femenina…) que refleja su visión ingenua, feliz e impetuosa del mundo”.
Galería Nacional de Arte, Washington D. C.
“Asesinato de la pintura”
Tras un primer período en el cual recibió la influencia de movimientos de vanguardia, como el fauvismo y el cubismo desarrolló su distintivo estilo surrealista. Experimentó luego con el expresionismo abstracto, incorporando gestos espontáneos y emocionales en su obra. Y, en las décadas posteriores, hasta su vejez, se aventuró hacia la incorporación de nuevas técnicas, sin desprenderse por ello de todas sus inspiraciones previas.
Museo Reina Sofía
Tal como consta en la página oficial del Museo Nacional Thyssen Bornemisza: “A partir de la década de los años treinta, entró en una fase que denominó ‘asesinato de la pintura’, en la que renunció voluntariamente a ser pintor y experimentó con otros medios como el collage o los dibujos sobre papeles de diferentes texturas y realizó ‘objetos’ con elementos encontrados en la naturaleza que fueron sus primeras incursiones en el mundo de la escultura. Aunque poco después Miró volvería a la pintura, ya nunca abandonaría su deseo de experimentación con todo tipo de materiales y técnicas: cerámica, bronce, piedra, obra gráfica o, incluso, desde 1970, el tapiz”.
Albright-Knox Art Gallery
Marina Sepúlveda, en una artículo que escribió para Página 12 y fue publicado en diciembre de 2023, recuerda que en 1956 el pintor se radica en Palma de Mallorca, en la casa taller diseñada especialmente por su amigo Josep Lluís Sert. “Allí Miró reúne por primera vez su producción a la que inspecciona en perspectiva para ‘depurar’ su lenguaje, obsesionado por evitar el estancamiento creativo, como señalan los expertos, aportando nuevas derivas en una búsqueda iniciada a principios del siglo XX que en proceso de introspección lo lleva a la simplificación de su universo, despojándose de elementos superfluos y buscando la sencillez”.
Museo Reina Sofía
Unir dos siglos
Hoy las obras del catalán (pinturas, dibujos, esculturas, murales, trabajos en cerámica y tapices), se encuentran en ciudades como Barcelona, París, Chicago, Milán, Houston, Madrid, Washington, Palma y Saint-Paul-de-Vence. Desde allí, proyectan su energía hacia las derivas artísticas del siglo XXI. Y hay un dato de color, que tal vez muchos santafesinos desconocen: en 1962 un conjunto de obras del Instituto Di Tella se presentó en el Museo Provincial de Bellas Artes, dentro de la cual estaba representado el panorama artístico de la época. Allí, una de las obras expuestas era de Joan Miró. Concretamente, según señaló El Litoral en su momento, “un tapiz industrial sobre diseño del propio artista”.
Museo Reina Sofía
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