Enrique Cruz (h) | Enviado Especial a Barranquilla, Colombia
Cartagena, Barranquilla, la Isla Baru o cada rincón de este Caribe colombiano están recibiendo a los hinchas rojinegros que el miércoles se harán sentir en el Metropolitano. Hay uno de ellos que asegura tener más de 200 camisetas de Colón desde la década del 70 a esta parte. Si no es récord, le “pega en el palo”.
Enrique Cruz (h) | Enviado Especial a Barranquilla, Colombia
Todos persiguen el mismo sueño, van detrás de la misma ilusión. Así es el fútbol. Y así se vive la pasión. No importa que el viaje que hoy cuesta alrededor de 30.000 pesos (el aéreo solamente), hace cuatro o cinco meses se conseguía por la mitad. Era casi imposible prevenirlo.
Esto no es un Mundial, en el que con varios meses de anticipación ya se sabe dónde se juegan, al menos, los partidos de la primera ronda. Acá hubo que esperar hasta mediados de agosto, que se consumara la victoria sobre el San Pablo para comenzar a hacer este plan, el de viajar a esta calurosa Barranquilla.
No importa tampoco que, en Cartagena, donde muchos hinchas de Colón resolvieron establecer asiento previo para esperar el día del partido y recién allí desandar los poco más de 100 kilómetros que separan una de otra ciudad, comerse unas porciones de pizza y tomarse un balón, pueda costar alrededor de 600 pesos.
Son los avatares de una economía otra vez maltrecha y difícil para los argentinos, con un dólar disparado que hace inalcanzables algunas cosas. Pero no le importa mucho al hincha de Colón. La cuestión es estar. Y también quieren hacerlo para sentirse, aunque sea en un rinconcito, partícipes y protagónicos de esta historia, como seguramente se habrán sentido aquellas 5.000 almas que le dieron un matiz al Morumbí que sorprendió hasta a los propios paulistas.
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Y en ese afán de estar, surgen historias realmente sorprendentes. Por ejemplo, una de ellas es la de Ariel Montenegro, un sabalero que se regocija diciendo a los cuatro vientos que “estuve en todos los partidos internacionales de Colón, salvo en uno, el de principios de este año en Venezuela.
Y a mi mujer la tengo engañada, porque le dije que al próximo la llevo. Y va a ser en Buenos Aires...”, dice Ariel, en tono de broma obviamente, palpitando ya lo que sería el choque de cuartos de final ante Banfield o Defensa y Justicia.
Pero Ariel tiene varias anécdotas para contar. Una de ellas es la vinculada con la colección inédita de camisetas de Colón. “Tengo más de 200, todas de Colón. Algunas las cambio por otras que también consigo, que las tengo repetidas o, por ejemplo, camisetas de otros clubes. Sé que en algunos casos salgo perdiendo, si hablamos de la calidad de las prendas, pero para mí, esto tiene un valor incalculable”, dice Ariel.
Y cuando este enviado de El Litoral le pregunta si le falta alguna, enseguida salta con voz firme, casi implorando que haya alguien que pueda tenerla: “Me falta la celeste y blanca, como la de Argentina. Esa camiseta que usamos el día del partido con Boca, cuando el equipo se fue de la cancha”.
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Tiene algunas que son sus preferidas. Por ejemplo, menciona una que le regaló el “Chucky” Vargas en la cancha de Boca, cuando Colón consiguió una de las tantas victorias inolvidables en la Bombonera. “Me instalé en la puerta del vestuario y se la pedí, me moría de vergüenza y me jugaba una patriada, pero me salió bien”, cuenta Ariel, quien además recuerda una anécdota del 2003. “Me fui a Salta a ver el partido de la Sudamericana contra Boca. A la vuelta, no quise subirme al micro en el que venía y junto a otros muchachos, terminamos viajando a Santa Fe en un remise”, señala este sabalero que, como no podía ser de otra manera, viajó a Colombia con la camiseta especial de la Sudamericana y con otro símbolo bien santafesino impregnado en la camiseta: Los Palmeras.
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Otro caso especial es el de la familia Borla. Sabaleros hasta los huesos, resolvieron hacer el viaje todos juntos. Papá Raúl, su señora Marta y los dos “nenes”: Gustavo y Raúl.
El tema principal de la charla fue la gran pregunta que se hacen todos los sabaleros: Alan Ruiz, ¿sí o no?. Gustavo no es contundente y dice que “con el diario del lunes, todos somos técnicos. Después del partido que hicimos ante Godoy Cruz, te tengo que decir que tiene que jugar Zucculini y que la ausencia de Alan Ruiz no se sintió para nada, el equipo estuvo cómodo y jugó muy bien. Pero yo no discuto las grandes condiciones que tiene Alan Ruiz y a mí me gusta verlo en el equipo”.
Raúl también va en la misma sintonía de su hermano: “Con los hechos consumados, te tengo que decir que hay que repetir el equipo y salir con los mismos que le ganaron a Godoy Cruz. Pero Alan Ruiz, con su capacidad y su sapiencia, sería muy importante en el partido de este miércoles”.
La pregunta fue saber qué va a hacer Marta cuando los hombres de la familia se vayan al estadio. “Yo a la cancha no voy, no me gusta y ellos lo saben. Que se vayan tranquilos nomás, por ahí me voy a un shopping y si me entero que Colón gana, mejor, así no me controlan”, cuenta Marta entre sonrisas, con la mirada de reojo de su esposo.
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Compartimos casi todo el periplo hasta Cartagena con el querido Gallego González Riaño, ya recuperado de una operación en una de sus rodillas y disfrutando también de la compañía de su hijo Lautaro.
La opinión del Gallego siempre es válida y enriquecedora: “Yo sé que la pregunta del millón es si tiene que jugar Alan Ruiz o hay que repetir el equipo del viernes. Reconozco ante todo que lo del viernes fue muy bueno, pero también digo que el partido de este miércoles va a ser muy distinto. No hay que jugarlo con el vértigo y el cambio de palo por palo como ante los mendocinos. Este es un partido de 180 minutos, un partido largo que hay que trabajar en toda su extensión y no pensar que se debe definir en los primeros 90. Puede ser que tácticamente se plantee un esquema similar al de Godoy Cruz, pero estoy convencido de que estratégicamente no será así. Colón va a jugar un partido más sereno, más cuidado, más parecido a lo que hizo en el Morumbí, por más que el esquema no sea con línea de cinco y se repitan los intérpretes que jugaron el viernes”.
El Gallego sigue dándole rienda suelta a su pasión, la del periodismo, y viajó acompañando a Fabián Mazzi para relatar el partido por LT 10.
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También para Jorge, Martín, Fabián, Facundo y el “Chinkui”, más hinchas sabaleros, el partido de este miércoles es una muy buena excusa para juntarse y disfrutar de un momento entre amigos. Uno de ellos confesó que venía desde Punta Cana, dejó la familia y se vino a Colombia a ver el partido.
Sus amigos lo cargan. “¿Te das cuenta?, éste quiere más a Colón que a la familia”. Y se ríen, ilusionados de encontrarse con una respuesta similar a la que el equipo dio en San Pablo. El tema Alan Ruiz surge espontáneamente en la charla y se arma la discusión.
Para algunos tiene que jugar, “porque es un jugador de calidad y porque va a poner la pelota contra el piso, haciendo una pausa que por ahí se hace necesaria. Claro que me gustaría verlo más cerca del arco rival, para que le cometan una falta y aprovechar su pegada de tiro libre”, dicen los que lo apoyan. Otros creen que el equipo tuvo ritmo y verticalidad sin él. “Jugamos un gran partido con Godoy Cruz y ninguno de los que estuvo el viernes puede quedarse afuera”, señalan con firmeza, generando la polémica en la charla de café mientras hacían una de las escalas en el largo viaje hasta la ciudad de los carnavales, la alegría y la cumbia colombiana tan pegadiza y de la que tanto y tan bien aprendimos los santafesinos.
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La victoria ante Godoy Cruz descomprimió bastante el clima en Colón. No es que haya habido alguna exigencia ni tampoco un emplazamiento hacia el técnico, pero septiembre no había arrancado bien para Domínguez.
Primero fue un pobre empate en el clásico como local, luego la eliminación en la Copa Argentina ante San Lorenzo, en un partido en el que tenía todo para ganarlo y de hecho lo estaba haciendo, y luego llegó una derrota que lastimó mucho, como la sufrida en Avellaneda ante Independiente, que le puso un equipo alternativo.
Se la “jugó” Domínguez con un equipo que sorprendió a todos y le fue muy bien. Ahora se viene esta serie ante Junior con el partido contra Boca en el medio, luego será el turno de recibir a Newell’s y posteriormente vendrán dos partidos consecutivos de visitante. “Nos alivió mucho el triunfo del otro día en nuestra cancha. No había nada raro, ninguna exigencia desmedida ni nada que se le parezca, pero nos vino muy bien esa victoria”, reconoció un dirigente consultado por El Litoral.
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Estas historias de hinchas que contamos, se multiplican en cada rincón de Cartagena, Barranquilla, la Isla Baru o cualquiera de los lugares elegidos por los hinchas de Colón para esperar la hora del primer choque ante Junior.
Son historias de esfuerzos, de renunciamientos económicos, de cuentas que muchas veces no dan y que después “veremos cómo se pagan”. Pero son historias impregnadas de pasión. Sólo eso, la pasión por los colores queridos, puede motivar a la gente a realizar este esfuerzo que para muchos implica gastar lo que no se tiene o, en el mejor de los casos, lo poco que se tiene.
Y como pasó en el Morumbí, donde todos nos sorprendimos con la extraordinaria convocatoria sabalera, decir hoy cuántos hinchas habrá en el Metropolitano de Barranquilla, es aventurarse a tirar una cifra que puede quedar desbaratada. No sabemos si serán 300, 500 o más.
Lo que sí se puede decir es que el nombre Colón ya se empezó a escuchar con mucha fuerza en esta zona del Caribe, donde el sol quema, los cuerpos vibran y se sacuden al sonar de la cumbia colombiana y llegan Colón y su gente buscando seguir escribiendo ese libro de hazañas que hace muy poquito, apenas menos de un par de meses, tuvo un nuevo capítulo en el mítico Morumbí.