Parece una constante en el fútbol argentino, salvo algunas honrosas excepciones. La realidad es que es malo, en general, el estado de los campos de juego. Pero el de Boca, que ha sufrido un trabajo durante el verano bastante complejo por lo visto, está entre los peores. Al menos, en este momento inicial de la competencia. Dicen que la cancha de Colón no llegará al partido con Barracas Central (sábado 26) y que “prenden velas” para el clásico, que es el partido siguiente como local que tendrá el equipo de Falcioni (el tercero, luego de enfrentar a Barracas y tras disputar dos partidos consecutivos de visitante). De todos modos, se supone que el clásico se jugará sí o sí en el Brigadier López, esté como esté. Dependerá no sólo de los trabajos que allí se realicen, sino también del aspecto climático. Que para estos casos, es fundamental.
Es muy posible que este lunes o a más tardar el martes, Colón anuncie oficialmente la renovación del contrato de Farías por tres años más. El acuerdo ya está e incluye también un aumento en la cláusula de rescisión.
Puntualmente dos horas antes del inicio del partido, hizo su ingreso al campo de juego la terna arbitral con Fernando Echenique a la cabeza. Ya a esa altura, se había producido el ingreso de los primeros habitantes en la Bombonera. Como es de suponer, los silbidos matizaron el paso de los cuatro árbitros por el muy mal campo de juego de la Bombonera.
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Los recuerdos de Colón en la Bombonera no son gratos. Sacando aquéllas dos victorias en la década del ’70, con el Vasco Urriolabeitia como gran “responsable”, luego hay que remontarse a aquél partido, también nocturno, a comienzos de la temporada ’96-’97 con Pancho Ferraro (debutaron varios jugadores que luego se convirtieron en baluartes de la campaña del subcampeonato, caso Aquino por ejemplo) y la tarde del gol de Moreno y Fabianesi y en el arco de Casa Amarilla, hace ya casi 17 años.
A propósito de aquélla primera victoria, así lo recordó Gustavo Ripke, la figura de aquél partido: “Me acuerdo que cuando estaba por empezar el partido, miré hacia el arco nuestro y lo ví a Pintos, que era el arquero de la cuarta o la quinta, porque no estaban Costantino y Drago, que estaba en cuclillas. Y te juro que el arco nuestro parecía que medía 50 metros por 30. Cuando nos pusimos 3 a 2, pensé que lo ganábamos por mayor diferencia. Corrimos un montón esa noche, lo teníamos al Vasco Urriolabeitia y no me quiero olvidar del profe Solé y de Echavarría, que eran dos fenómenos. ¿Qué sentí el 4 de junio del año pasado?... Me invitaron de un montón de lugares a ver el partido, pero lo quise ver solo. Yo le tenía una gran confianza porque lo había visto muy bien al equipo contra Independiente en la semifinal. Si bien mi mujer y yo nacimos en Temperley, nos sentimos santafesinos, armamos nuestra familia en Santa Fe, nacieron nuestros hijos en esta ciudad y Colón es algo importantísimo en mi vida”.
Un paseo obligado en Buenos Aires es Caminito. Y Caminito es la Boca. Y si es un domingo, con mucho tiempo para armar la tradicional “previa”, mejor todavía. Una multitud le dio un marco colorido y futbolero a esa zona de Buenos Aires, ubicada a la vera del Riachuelo. El homenaje constante a Benito Quinquela Martín, el hombre al que se lo venera como el gran creador de ese paseo que congrega a argentinos y extranjeros, está presente en cada rincón de un lugar muy pintoresco de un barrio que, de por sí, genera inquietud y curiosidad. Aldo Ottagio es el dueño de uno de los tantos restaurantes de la zona y armó un Museo que mantiene cerrado por la pandemia. En ese Museo, que El Litoral visitó, hay algunas reliquias: una camiseta de la selección argentina en el Mundial de Inglaterra que le regaló Rattín, una maqueta de la Bombonera que se ilumina, la camiseta y un carnet del Pocho Pianetti y una maqueta con la figura de Alberto Jota Armando, uno de los presidentes más importantes e influyentes de la historia de Boca. “¿Orlando Medina?... ¿Cómo no lo voy a conocer?... Una gloria de Boca y una gran persona. Jugó en la época del Muñeco Madurga, de Rojitas... Inolvidable”, comentó.
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Los jugadores de Colón hicieron su ingreso a la Bombonera allá por las 19.50. Algunos sacaron fotos pero la mayoría caminó un campo de juego que sabían que no estaba bien, pero que jamás se imaginaban que lo iban a encontrar en tan malas condiciones.
Gian Nardelli fue convocado por Falcioni para viajar a Buenos Aires y tiene una historia muy especial, porque llegó a Colón con 19 años proveniente de Platense El Porvenir de Reconquista, el mismo club del que surgió Gabriel Batistuta. Es un jugador de buena técnica, más allá de que su puesto es el de marcador central. De muy jovencito sufrió la pérdida de su padre, pero tanto su madre como sus hermanos lo ayudaron para que siga adelante. Y ahora, disfruta de este presente con muchas expectativas, tratando de seguir los pasos de Facundo Garcés. El amigo Miguel Minak, desde el norte de la provincia, confió a El Litoral que “todo Reconquista está pendiente de Gian”.