El uruguayo llegó para dar una mano y hoy, con lo que hizo en tres de las seis “finales” se empieza a meter en la conversación para continuar el año que viene. En menos de quince días le cambió la cara a Colón.
“Le dimos un poco de identidad y les pedimos que crean en ellos mismos”, dice Marcelo Saralegui Foto: Matías Nápoli
Tres jugados, tres ganados. Parece que todos se tomaron en serio esto de jugar seis finales. Porque el Colón de las dudas, de la impotencia, de esa imagen totalmente caída, pasó ahora, en sólo diez días, a convertirse en un equipo revitalizado en todos los aspectos. Y con una imagen ganadora que contrasta con la otra, con la perdedora que lo llevó a hundirse en el peor de los escenarios hace menos de dos semanas.
“Le dimos un poco de identidad y les pedimos que crean en ellos mismos”, dice Marcelo Saralegui, aquél exquisito volante que llegó a Santa Fe y se convirtió en el genial enganche de un equipo (el de Pancho Ferraro) que descolló y llevó a la institución a jugar copas internacionales cuando recién hacía dos años que había vuelto a ser de Primera, allá por los 90.
“Mas que meter mano, lo que hicimos fue poner orden, algo parecido a lo que ocurrió en este partido con Platense. Corregimos en el segundo tiempo, sacamos algunos jugadores por cansancio y de a poco se va notando el trabajo que estamos haciendo con los muchachos”, continuó señalando este uruguayo al que le dijeron claramente que venía a dar su apoyo por seis partidos, pero que con estos resultados ya se empieza a vislumbrar una chance cierta de que el 2023 depare un cambio de planes para la dirigencia.
“¿Qué le dijimos a los jugadores cuando llegamos?, que no somos improvisados, que pasamos por estas situaciones muchas veces y les pedimos que crean en nosotros y trabajen. Es lo que están haciendo en el día a día”, dijo Saralegui luego de la tercera victoria al hilo.
-Yo tuve la suerte de conocer otros momentos de Colón, cuando nos parábamos ante cualquiera en cualquier cancha y lo que hicimos en aquél entonces, con el club recientemente ascendido a Primera luego de mucho tiempo, fue tratar de recrear y aumentar esa historia del Cementerio de los Elefantes que nos contaron cuando apenas llegamos a Santa Fe. Lo que he buscado es darle orden al equipo, que sea compacto, que juegue en no más de 30 metros y que aproveche el aporte de mucha gente con experiencia, que es lo que nos sobra.
-¿Te ves dirigiendo a Colón el año que viene, cuando pasen estas seis finales?
-Siempre me ví dirigiendo a Colón... Pero vamos a ir paso a paso, partido tras partido… La idea es sumar la mayor cantidad de puntos, ése es el objetivo… Esto que estamos logrando es el fruto del trabajo de los muchachos, del sacrificio y el creer que ellos pueden. Luchamos ante un rival muy digno, no bajamos los brazos y buscamos el triunfo hasta el final.
-Y te das el gusto, también, de meter varios chicos y reflotar algunos, como Farioli, que tuvieron pocas oportunidades…
-La mezcla de experiencia y juventud es muy importante… Yo le digo a los jugadores que este es un momento en el que aparecen oportunidades… Y a los chicos les pido que depende de ellos si agarran la camiseta o la dejan...
En el final de la charla, volvió a hablar de los cambios en el mediocampo. “Es que los mediocampistas son la cintura del equipo, los que más desgaste hacen y yo veía que necesitaba piernas frescas para el final del partido. Los que entraron lo hicieron muy bien”. Y también dejó una reflexión por los hechos lamentables que ocurrieron en La Plata. “Es penoso por dónde se lo mire… Ir a la cancha y perder la vida en un partido de fútbol es realmente penoso… Ojalá esto no se repita nunca más”.
El fútbol tiene estas cosas impensadas. En un abrir y cerrar de ojos, la realidad puede cambiar y borrar todo de un plumazo. La historia que se estaba escribiendo era triste e incierta; la llegada de Marcelo Saralegui, apenas hace menos de dos semanas, hizo que en tres partidos se modifique el estado de cosas y comience a escribirse otra historia, feliz, optimista y diferente.
Saralegui no vino a dar una mano. Saralegui vino a Colón a jugarse su futuro como entrenador. Y ese pequeño “golpe de suerte”, de haber sido reclamado por la dirigencia en un momento que no era el ideal, fue tomado como la gran oportunidad de hacer las cosas bien para quedarse más tiempo del que todos suponían que se iba a quedar.
Así como los tres partidos que jugó (justo la mitad de su compromiso inicial con el club) fue tan positivo como revitalizador, si sigue por esta senda (por más que no logre el ciento por ciento de los puntos que restan), lo pondrán decididamente en la carrera. No era el plan A ni tampoco llegó como un plan B, pensando en el 2023. Ya hoy, con lo que hizo en menos de quince días, se metió en la conversación.
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