(Enviado Especial a Buenos Aires)
El equipo de Delfino entró en un bajón que se pronunció en la Isla Maciel. San Telmo lo superó, sobre todo en el segundo tiempo, le ganó bien 2 a 0, lo incomodó demasiado y Colón nunca le encontró la vuelta al partido.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
El partido era parejo, más peleado que jugado, sin espacios y con una pelota “saltarina” como consecuencia del mal estado de un campo de juego con imperfecciones. Talpone era el que más luchaba en el medio y Lago el que más complicaba del medio hacia arriba. Pero el gran problema de Colón era el sector derecho de la defensa. Flojo Herrera, que no supo marcar con firmeza a Barreto, uno de los volantes adelantados que tenía el local, con el Toto Fernández (buen jugador) y González. Y por allí, desde la primera jugada del partido, llegaron las complicaciones para un Colón que se dio cuenta desde el comienzo que era un partido que no se iba a jugar de la manera que mejor le convenía.
Pero llegó una jugada que empezó en un foul en perjuicio de Jourdan que no vio el árbitro (de flojito primer tiempo) y de allí arrancó una jugada que siguió con un centro de Ayala (Barreto se había cerrado y el lateral aprovechó la circunstancia para irse al ataque), que fue al segundo palo, Vicentini calculó mal y quedó a mitad de camino, aprovechó Ayunta para cabecear a un arco que quedó casi desguarnecido y así le dio la victoria parcial.
Fue la diferencia que sacó San Telmo a su favor. Porque más allá de que tuvo un lapso favorable luego del gol, ante un Colón que sintió el impacto, la realidad es que el trámite del primer tiempo fue parejo.
El gran problema que se le planteaba a Colón, más allá del resultado negativo en sí, eran las características del partido. No convenía que la pelota anduviera tanto por arriba. Por eso, el técnico sacó a un Jourdan de intrascendente primer tiempo para que ingrese Guille, que se tiró por el costado izquierdo, quedando Lago por derecha. Y en la primera jugada del complemento, Colón tuvo la más clara hasta ese momento: centro de Guille por izquierda y Lago, que metió bien la diagonal, tuvo un perfecto control del balón, pero le pegó de zurda y con pifia, dejándole la pelota en las manos a Bustos.
Un gol le habría simplificado la incomodidad en la que se jugaba el partido, para Colón. Toledo ganaba mucho jugando como “pivote”, pero las pelotas que el “9” bajaba o peinaba no podían ser capitalizadas por el resto de sus compañeros. Colón ni siquiera conseguía el propósito de encerrarlo contra su propio arco a San Telmo para precipitar el error. Eran muchos pelotazos, dificultades para encontrar precisión en el juego y la sensación de que en ningún momento iban a aparecer esos espacios que un equipo que intenta jugar por abajo, necesita para imponerse.
Delfino buscó más fútbol, frescura y llegada con los ingresos de Sabella y Leguizamón en reemplazo de un Prediger que ya sentía el fragor del partido y Bernardi, que se había apagado y no encontraba espacios ni tampoco el necesario contacto con la pelota que necesitan los jugadores de Colón y que no se les daba.
Cuando Delfino abrió a Delgadillo por izquierda (salió Lago), Guille se corrió a la derecha y hubo un breve lapso en el que parecía que Colón lograba acorralarlo a San Telmo, pero duró poquito. De a poco el panorama se fue oscureciendo, el desorden no paraba y se veía venir el segundo gol de San Telmo, que llegó como consecuencia de un remate de Ayunta que intentó desviar Lopes y no hizo más que meter la pelota adentro del arco de Vicentini, que en una jugada anterior había salvado su arco luego un cabezazo que llevaba destino de red.
Mientras Delfino metía mucha gente del medio hacia adelante (también ingresó Juncos en lugar de Herrera), Grelak reorganizaba el sistema defensivo, le daba frescura al ataque y terminaba con línea de cinco y mandando en el trámite ante un Colón desvanecido, desbordado y desencontrado.
Un paso en falso, otro más como visitante, en un partido en el que a Colón le costó muchísimo durante la totalidad del partido. Poca claridad para jugar, sin generar espacios, sufriendo la rigurosidad del rival y superado por un equipo que supo neutralizarlo, como primera medida y que luego le terminó ganando con justicia, sobre todo marcando diferencias en el segundo tiempo, cuando Colón nunca pudo reaccionar para discutirle el partido a un justo vencedor.
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