(Enviado Especial a Mendoza)
Podrá doler el hecho de quedarse afuera, pero los 90 minutos ratificaron otra vez que Colón es otro equipo. Ya no hay que “rascar la olla” para buscar algo positivo. Por ahora, huele bien.
(Enviado Especial a Mendoza)
“Entiendo que nos podemos equivocar todos, pero ya dos penales seguidos no me lo perdono a mí mismo”. La frase es de Maradona. Ni más ni menos. Fue en 1996, después de haber errado un penal con Belgrano. Era el segundo recién. ¡Al final fueron cinco consecutivos! Increíble tratándose de quién, años antes, había sido el mejor jugador del mundo por escándalo.
Un habitual y destacado ejecutante de penales de la década del 70, cuenta que “depende de la cantidad de tiempo que le dediques a practicar todos los días y la frialdad emocional que tengas para mirar al arquero antes de patear. Si se mueve antes, es fácil; y si no se mueve antes, es casi imposible que llegue a medio metro del palo. La ponés a la pelota a medio metro del palo y tiene que ser gol”, señala con la misma serenidad y claridad con la que se convirtió en un eximio ejecutante de penales.
No hay reglas fijas ni absolutas, todo es relativo como el fútbol mismo. Recuerdo una entrevista con el paraguayo Ever Almeida, que tiene el record de “arquero ataja-penales”, cuando dijo que él había elaborado una fórmula matemática por la cuál el arquero “sólo tiene un 28 por ciento de chances de atajar un penal. Tiene que ser abajo y a cualquiera de los dos lados”. Relativo. Si la pelota va al medio y el arquero se queda parado, puede atajarlo. Se lo dijo el Dibu Martínez a Dybala luego de atajar un penal en la definición contra Paises Bajos: “¡Tiralo al medio!”, le pidió. Y la explicación posterior, fue que, en una definición por penales, luego de un penal atajado a su equipo, el arquero buscará tirarse para acertar la intención del ejecutante y poder atajarlo para empatar.
Otra regla, también relativa y nunca absoluta, es que los zurdos la cruzan. Es decir, cuando le pega un zurdo, hay grandes chances de que la pelota vaya al palo izquierdo del arquero. No siempre se da. Así como la dependencia de si se trata de un defensor, volante o delantero, aunque en esto último es más factible que se le encuentre alguna lógica. No me imagino a un virtuoso pegándole un “fierrazo” desde el punto del penal.
“¿Qué le voy a decir a los jugadores en ese momento?, son todas pelotudeces las que uno puede decir”, señaló Pipo Gorosito cuando lo consultábamos en el vestuario luego de la derrota por penales ante Talleres. “Los muchachos entrenan penales, pero no es lo mismo. Por ejemplo, no es lo mismo caminar 35 metros en una práctica sin nadie que te esté viendo y para patearle a un arquero que es tu compañero y lo conocés, que hacerlo en una cancha con miles de personas clavando la mirada en vos”. Esto tiene su incidencia. Recuerdo también en aquella famosa definición por penales en Córdoba, cuando Colón perdió la oportunidad del ascenso en 1993 ante Banfield. Arnaldo Vázquez fue uno de los que falló desde los doce pasos. Y contó: “Caminé para tomar carrera y allí ví a toda la multitud de Colón, cuando me dí vuelta para correr hacia la pelota y ejecutar el penal, el arco era chiquitito y Puentedura era gigante”, dijo aquella vez.
Los penales se han convertido en un fantasma para Colón. De los 10 que pateó (incluida la definición en Mendoza), erró 9. Son demasiados. Y aparte, fueron puntos perdidos en la tabla acumulada y la posibilidad de la clasificación a cuartos de final (si Botta convertía el que marró en el inicio del partido, ahora se estaría hablando de cuándo se jugaba el partido con Boca o con Almagro por cuartos de la Copa Argentina).
De todos modos, el árbol no puede tapar el bosque. El árbol fueron los penales. El bosque es la actuación del equipo. Y Colón volvió a mostrar signos de que este es otro proceso. Hay una identidad, un estilo y un nivel de juego que lo diferencia claramente de lo que pasaba en el torneo anterior. Gorosito fue contundente: “Antes no sabíamos a qué jugábamos y hoy es otra cosa, jugamos a algo”, dijo el DT.
El primer tiempo fue muy interesante y marcó superioridad sobre un cotizado rival. En el segundo, el equipo tuvo un ratito de desconcierto (ahí le hicieron los dos goles), reaccionó y terminó encontrando justicia con los dos 9” suplentes (Wanchope aguantó bien la pelota adentro del área y Toledo no perdonó en la segunda pelota que tocó).
Ahora viene Huracán. Por lo que había dicho Gorosito, era la prioridad. Pero en Mendoza puso al equipo titular con una sola variante: Nardelli por el jugador de más edad (Goltz). Es cierto que el de Mendoza también era una “final”, pero el objetivo principal es la permanencia. La pregunta es: ¿estarán todos bien y enteros para jugar el sábado? Los 90 minutos en el Ducó darán su veredicto.
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