Desde la noche del gas-pimienta en La Bombonera, que no veo algo tan escandaloso como lo que la comodidad de un televisor con varias repeticiones trajo desde Asunción del Paraguay en el Defensores del Chaco con los fallos fallados de Olimpia-Colón. Fue tan alevoso lo del segundo gol, el de Eric Meza, que se empezaron a buscar excusas con el primer afano: "que estaba tapado el línea", "que estaba del otro lado", "que era muy finito". Ahora, los panqueques, pidiendo el VAR a gritos. Como si eso fuera solución. Vale recordar que a Colón, gracias a Trucco, lo perjudicaron con VAR y todo en el Tomás A. Ducó contra Huracán. O sea, con VAR y sin VAR, Colón choreado. En el torneo local y en la Copa Libertadores también.
Horacio Darrás, el único dirigente que públicamente habló (por La Red AM 910) de lo que pasó en el Defensores del Chaco, se mostró resignado: "Nadie te devuelve los goles". Como se sabe, de la famosa mesa chica, sólo viajaron dos vice (Alonso y el mencionado Darrás), quedándose José Vignatti en su domicilio por cuestiones obvias (recomendaciones médicas después del problemita de salud que atravesó) al igual que Patricio Fleming.
La sensación es que lo que piensa Darrás es la Biblia para la mayoría en la directiva sabalera. Es como cuando nos roban con cualquiera de las mil maneras en Argentina: "Es perder tiempo ir a la comisaría a hacer la denuncia o quejarse". Eso que piensa el 95 por ciento de los argentinos es lo que piensa el 95 por ciento de los dirigentes de Colón.
En los días previos a este partido de Copa en el Defensores, casi desde la cama y con el celular como un revólver, el presidente sabalero no se anduvo con vueltas: "Lo quiero recusar a Silvio Trucco en todos lados: como árbitro de campo y como árbitro de VAR. No quiero que nunca más aparezca en un partido de Colón y que quede por escrito".
Automáticamente, varios se miraron y recordaron que la última calentura similar de José Néstor Vignatti con un árbitro se había dado con el desaparecido Fabián Madorrán. Esa vez, el pedido logró su objetivo: la AFA le dio un descanso de tres largos años y Madorrán no dirigió a Colón.
Vignatti, encerrado en su laberinto por el robo del Ducó, no quería dejar pasar por alto lo de Trucco. Para dar un ejemplo y volviendo a lo que pasa todos los días en Argentina: el presidente sabalero sí quería hacer la denuncia "en la seccional más cercana" y en "la comisaría del barrio". Ninguno de sus pares le dijo a Vignatti de una: "Sí, mi general". Entonces, para tirar la pelota afuera, se escucharon frases como: "Esperemos un poco", "Puede ser peor" o "Hablemos con Beligoy". Los resultados, bien claritos y a la vuelta de la esquina para Colón: no recusaron a Silvio Trucco y "se equivocó Pitana" contra Estudiantes. Peor no se consigue.
Ahora, volviendo al gas-pimienta versión 2, ¿cuál será la postura institucional del Club Atlético Colón de cara a lo que pasó anoche en el Defensores del Chaco?. Porque lo peor y más indignante que viene al robo y/o error deliberado es "la no sanción". Ejemplo: a Silvio Trucco, después del desastre con Huracán-Colón, lo "premiaron" con Gimnasia de La Plata-Unión. De base, como para que sirva de calmante, yo me aseguraría que estos dos venezolanos Jorge Urrego y Lubin Torrealba no pisen nunca más el aeropuerto de Caracas para salir de su país a "no dirigir" un partido de fútbol.
Con este contexto bien claro de presidente duro y entorno blando, vale aclarar que "no cualquiera es Vignatti". Desde el vamos porque ninguna persona es parecida a otra y cada uno le pone impronta más sello personal a la gestión. Pero la historia reciente, que se escribe con dos finales, una estrella y camino a 50 partidos internacionales, no se construyó en Colón de Santa Fe a base de tibieza. Todo lo contrario, costó sangre, sudor y lágrimas. Del propio Vignatti, de los que ya no están y de los que quedan al lado de José.
La medias para el calzado y la tortilla inviable sin romper huevos. Desde lejos y de cerca, sobran ejemplos. Como cuando Vignatti le rompió al propio Julio Humberto Grondona un cheque por 300.000 miserables pesos: le querían dar migajas de la TV a Colón por ese desempate en cancha de Lanús que finalmente lo metió a Colón en su primera Libertadores. "O me dan la plata que quiero o el partido no va televisado", fue su amenaza. ¿Qué pasó?: fue por tele y Colón cobró lo que merecía. O sea, lo mismo que Independiente.
Sigo: a Colón le sacaron puntos por el Atenolol de Dante Rubén Unali, AFA no escuchó el reclamo sabalero, Vignatti fue a la FIFA y ganó los puntos en cuestión. Sigo: una tarde, antes de Colón-Independiente, desde Viamonte le dijeron: "No lo pongan hoy a Esteban Fuertes porque pierden los puntos". ¿Qué hizo Vignatti, convencido de la inocencia de "Bichi"?: lo puso al "20", llegaron sus goles, Colón ganó y nadie le sacó nada. Así, podría escribir un libro de cómo se manejó el presidente de Colón ante las injusticias contra su club.
Vengamos más acá en el tiempo: hace pocos días, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Santa Fe, Jorge Lagna, armó una rueda de prensa y avisó "Colón jugará sin público y a puertas cerradas contra Independiente". ¿Qué hizo Vignatti?: al otro día se fue a Casa de Gobierno, pidió reuniones varias, habló con varios funcionarios y finalmente Colón jugó con público. En el país de "el que no llora no mama...", quedarse en silencio es lo peor.
En consecuencia, con José Néstor Vignatti alejado un tiempo por atendibles y necesarias recomendaciones médicas (no viajó a ninguno de los dos partidos en Paraguay y no fue a su Palco contra Estudiantes), me preguinto ¿quién hará de D'Onofrio en Colón?. ¿Quién se va a meter en la cancha a patear un poco el tablero?. Lo único que no deben hacer es quedarse de brazos cruzados. La gente, los jugadores y Falcioni se merecen un "timbrazo". Pero que no sea "ring raje".
Hay vías de reclamo, formas de tocar pito contra los pitos. Enrique Cáceres, presidente de la Comisión de Árbitros de la Conmebol, acaba de ser designado en lugar del brasileño Wilson Seneme: de mínima, un mano a mano, una charla, una explicación. Y, tal como pide Vignatti con Trucco, la queja por escrito. Insisto, discutiendo qué hacer, lo peor es no hacer nada.
Mientras el presidente Vignatti está en boxes, alguien tiene que hacer de D'Onofrio en el Mundo Colón. Alguien tiene que saltar del palco, entrar a la cancha, pedir explicaciones con las vías que corresponde. Fueron dos banderazos de la Libertadores del '70, de ésos que ya no se ven.
Hasta el momento de escribir estas líneas nadie había presentado nada en Conmebol. Colón, como se sabe, tiene más abogados que el programa de Mauro Viale; o sea, sobre letra si hay decisión política. Mientras sigo esperando al D'Onofrio por estas horas, tengo una sensación muy especial: todavía José Vignatti no se fue de Colón y ya se lo extraña.