(Enviado especial a Asunción del Paraguay)
Arrancó ganando, le perdonó la vida cuando pudo ponerlo 0-2 y Cerro resucitó. Hubo distracciones increíbles en modo amateur para los goles de Cerro.
(Enviado especial a Asunción del Paraguay)
Salida fallida, rebote largo hacia adentro, centros rivales sin marcas, nada de marcaje. Gol de cabeza con pelota en movimiento, gol de cabeza con pelota quieta. Fueron errores casi de equipo amateur en el torneo más profesional de clubes del continente, como es la Copa Libertadores de América.
Ese primer round definió roles: el dueño de casa empujando con 25.000 que cantaban como 40.000; Colón, con sus 1.500 bancando los trapos y el oficio, aguantando. Era más Cerro desde las ganas, pero no en los metros finales.
Pero golpeó Colón con el valor de jugar, de no rifar, de no tirarla al desierto. Nada de centro a la olla en La Olla. Cabeza levantada, saliendo casi al lado de Burián y buscar el famoso “juntar pases”. Todo eso nació desde el buen pie de “Chelo” Delgado. Todo lo otro fue de billar: Delgado, “Pulga”, Beltrán, Bernardi, la tapada de Jean, el rebote y esta vez…la Meza en La Olla para el 1 a 0.
Así golpeó Colón, cuando en esa primera media hora estaba todo claro: Cerro empujando con frescura y Colón aguantando con mucho oficio.
Mirá las fotos de Colón vs. Cerro Porteño
La historia de ese primer tiempo era digna de un VAR imaginario, pero no para revisar nada sino para volver a ver lo que fue realmente fue un penal a la carrera. Golpeado Cerro se fue arriba, desbocado, quedó mal parado y se generó el hueco para que Bernardi se vaya solito al gol, con campo y arco abierto. Mano a mano con Jean. Podía fusilar o gambetear, pero decidió “picarla”, “pincharla”. Más allá que el brazuca Jean ya se había encomendado al “Rosario” que pone detrás de su arco y no se comió el amague, al globo del cordobés le faltó altura. En este tipo de partidos de Copa, cerrados y apretados, hubiera sido letal el 0-2 para el dueño de casa.
Lo dejó con vida Colón y con el simple argumento de vivir, Cerro lo empató. Antes, en otra llegada de tres contra uno, le pegó pifiado Lértora.
A la vuelta de la esquina, La Olla hirvió: mala decisión sabalera, soledad para Sergio Díaz que fusila, rebote hacia adentro de “Cachorro” regalado y Fernandito Romero (reemplazo accidental del jugador franquicia boliviano Moreno Martins) que la empuja al gol con el arco vacío.
Cuando era más Cerro, golpeó Colón. Y cuando le perdonó la vida Colón (la de Bernardi), resucitó Cerro con el 1 a 1.
Si el “Chiqui” Arce buscaba reacción desde el banco para ganar, lo consiguió con Alan ingresando: centro perfecto a la carrera y cabezazo de Romerito para dejar clavado a Burián. A esa altura, con el doblete, Romerito era Romero con todas las letras. La sombra de Julio César Romero bajaba en La Olla.
Para cualquier equipo, dos golpes de nocaut para besar lona. Gol en los últimos cinco minutos de un tiempo y en el primer minuto del otro. Del 1-0 al 1-2 en casi nada. Son errores que, en copa, se cobran con el 30 más el 35 y en dólares.
Así y todo, a los 13 minutos, una genialidad de “Pulga” pudo viajar al 2-2, pero la pelota se fue besando el caño y salió al costadito.
El partido, que siempre fue vibrante, no merecía un arbitraje que siempre sobró cada jugada. Nobleza obliga, a los 22 minutos, entre el chileno y su asistente uno se comieron un penal.
Si los cambios de Falcioni (Farías y Ábila a la cancha) eran para ir por el empate, el tercero de Cerro fue un golpazo para Colón, producto de una levedad total: pelota quieta, cero marca de nuevo y otro gol de cabeza (Espínola) con Burián clavado.
Entraron la “Joya” y “Wanchope”, pero en realidad podían entrar “Bichi”, la “Chiva” y “Poroto” con “Ploto” juntos que defendiendo así parecía imposible construir algo razonable como equipo.
Era Colón (no defendiendo) contra Colón (atacando). No jugaba contra Cerro, jugaba contra Colón.
El final fue la vergüenza y dignidad para ir a buscar, pero con una historia terminada por errores/horrores defensivos que no se pueden justificar para un campeón en Copa Libertadores.
Jugando así, sin defender, no hay Colón que aguante. Fueron equivocaciones demasiado costosas para un equipo que se suicidó en su propia área.
Esta vez, en La Olla, la única tormenta la provocó Colón por la manera de defender. En realidad, de no defender.