Colón y el desafío de una nueva dirigencia y en una nueva categoría
Hace dos años, el club estaba en la cúspide y aspiraba a cosas grandes que, por otra parte, ya había conseguido. Hoy, con el lema de volver cuanto antes, se prepara con flamante comisión directiva para afrontar un torneo complicado y complejo.
El llanto de Facundo Garcés sintetiza el sentimiento de un jugador surgido en el club que además había sido muy importante en el título del 2021. El descenso de Colón estaba consumado. Crédito: Marcelo Manera.
El descenso de Colón se consumó con las dos derrotas finales ante Vélez y Gimnasia (en el desempate), pero comenzó a gestarse desde mucho antes. Y es allí en donde hay que buscar los verdaderos motivos que permitan justificar este inexplicable descenso de Colón, que regaló de una manera poco entendible la categoría.
La desjerarquización permanente del plantel, a partir del mismo momento del logro del campeonato, fue disminuyendo el potencial del equipo. Colón salió campeón y, de ese equipo, sólo se vendió -y tarde- a un solo jugador: Facundo Farías. El resto se quedó hasta el final de sus contratos y se fueron, dejando un vacío que los dirigentes no supieron llenar.
El 2022 fue un año que arrancó con el ímpetu de la Libertadores, pero que se desmoronó en el segundo semestre. Falcioni se fue, Rondina duró siete partidos, Chupete Marini no pudo enderezar el barco y aparecieron algunos buenos resultados en el inicio de la gestión de Marcelo Saralegui.
Esa imagen fue la que Vignatti -que luego criticó duramente a Saralegui por el armado del plantel a principios de este 2023- atesoró para brindarle toda la confianza. La llegada de jugadores sin jerarquía precipitó no sólo en malos resultados de entrada, sino también en un nivel colectivo que apenas alcanzó a levantarse con Gorosito.
Néstor Gorosito fue el técnico que condujo el destino del equipo durante la mayor parte del año. Nunca logró consolidarlo en el juego ni consiguió una regularidad en los resultados. Crédito: Pablo Aguirre.
Cuando Pipo se hizo cargo, tuvo que meter mano de lleno en el equipo. Sacó a algunos jugadores que no estaban físicamente en ritmo para jugar en un fútbol tan riguroso y exigente como el nuestro (por ejemplo, Perlaza y Abila), cambió de posición a Pierotti, encontró un buen rendimiento en Juan Pablo Alvarez pero todo esto no resultó suficiente. Muchos empates, algunos arbitrajes perjudiciales y una cosecha numérica que obligaba a profundizar y apostar en el mercado de pases.
Además de diez jugadores, Colón trajo a Abbondandolo, un ex dirigente de Atlético Tucumán, hincha de Boca y amigo de Vignatti, que encargó como si fuera un "manager" de la constitución del plantel.
El objetivo de levantar la vara se consiguió. Pero no alcanzó. Si bien los protagonistas no lo reconocían, ya la relación presidente-entrenador no gozaba de buena salud. En la séptima fecha, tras el clásico, Vignatti ya no quería a Gorosito de entrenador. Le recriminó una actitud "conservadora" en ese partido. Pero el gran problema fueron los partidos de visitante. Sacando el inicial, ante Independiente, en todos los demás se perdió. Y algunos de ellos con resultados que eran favorables y se lo dieron vuelta, como ante Instituto o Barracas Central. Frente a Banfield se jugó bien, pero en el último minuto se le escapó un punto que hubiese valido oro. Y ante Vélez, el planteo fue equivocado, erróneo y perdedor.
La salida de Gorosito dio lugar a la búsqueda de un técnico que lograse cuatro buenos resultados en esas fechas que restaban para el cierre de la fase regular. Colón estaba entre que descendía o clasificaba para los play off. Lo mejor de Damonte -el reemplazante de Pipo- se dio en el triunfo contundente frente a Talleres en Santa Fe. Había que ir a jugar una final con Vélez, donde el verbo perder no se debía conjugar. Pero Colón nunca estuvo "en carrera" en ese partido. Cayó y gracias a la victoria de Banfield ante Gimnasia, fue a un desempate. La historia de ese partido es demasiado reciente: Colón no estuvo a la altura de lo que se jugaba, salvo Botta, el único que "salvó la ropa". La derrota desembocó en la pérdida de categoría, casi de manera insólita. O inexplicable.
El oficialismo cayó "por goleada" en elecciones ampliamente ganadas por el Bicho Godano, un hombre querido, que ya alguna vez le tocó gobernar en el club en tiempos también difíciles. El objetivo no puede ni debe ser otro que la vuelta rápida a la máxima categoría. No será sencillo. El torneo es largo, todo es diferente, no se juega con VAR y los arbitrajes no gozan de buena salud en esta categoría.
José Vignatti marcó a Colón con varios hitos y su máximo éxito deportivo: el campeonato de 2021. Pero en este 2023 se despide del club con una realidad inimaginable: el descenso a la Primera Nacional. Crédito: Flavio Raina.
Godano eligió a Delfino para que comande este proceso, un hombre compenetrado en un torneo que tiene sus particularidades y al que habrá que adaptarse rápidamente. Hace dos años, Colón estaba en la cúspide del fútbol argentino. Hoy, es un impensado habitante de una categoría difícil, que obligará a redoblar esfuerzos.
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