Enrique Cruz (h)
El viernes pasado, el entrenador tenía la postura de irse y se la hizo saber a los dirigentes. La constelación de resultados positivos se dio y el equipo clasificó. Todo esto hizo cambiar el semblante y la decisión.
Enrique Cruz (h)
“Eduardo Domínguez fue, es y será el técnico de Colón”, fue la frase corta, precisa y elocuente de José Vignatti ante la consulta de El Litoral. Hace una semana, en otra charla con este diario, Vignatti había dicho que “hasta el lunes no voy a hablar”. Era el peor momento. El equipo había perdido jugando un pésimo partido ante Vélez y quedaba a las puertas del abismo. Ese mismo día, Unión conseguía lo que parecía imposible para Colón: clasificar a la Sudamericana. Para ello, tenía que perder Belgrano con el descendido Temperley y de local; no debía ganarle Argentinos a Vélez y, lo que parecía muy difícil en ese momento, que Colón le gane a Racing, que preparaba la gran fiesta para clasificar a la Libertadores.
Se dio todo y, lo más sorprendente aún, Colón jugó su mejor partido de la Superliga. Pero volvamos el tiempo hacia atrás y detengámonos en ese día posterior a la derrota con Vélez. Reunión de dirigentes y el DT. No importa quién la convocó, pero Domínguez y los directivos tenían en claro algo. Y ese algo era que había fuerte aroma a ciclo terminado y a fracaso.
Vignatti nunca dijo que le había armado un equipo para clasificar a la Libertadores o para pelear arriba. Pero fue así. Le trajo jugadores para aumentar el potencial del anterior, que lo había depositado en la Sudamericana. Y redobló la apuesta en enero, cuando contrató a Escobar, Correa, Mariano González y Alan Ruiz. A los dos primeros les compró el pase por pedido de Domínguez, lo de Mariano González no caben dudas que fue una última imposición del entrenador, ya casi con el torneo a punto de reanudarse (llegó un jueves y el domingo entró en el segundo tiempo ante Boca en la Bombonera) y lo de Alan Ruiz fue una “jugada” de la dirigencia, pensando en darle el toque final de calidad al plantel y aspirando a recuperar la jerarquía que se le había conocido al zurdo en su anterior paso por el club.
La despedida de la reunión tuvo fuerte aroma a despedida del entrenador, aunque todos lo nieguen. Domínguez se fue con la convicción que era su último partido y que el regreso a Santa Fe iba a ser para la firma de la rescisión; y los dirigentes salieron de allí sabiendo que se terminaba el ciclo y que había que buscar un nuevo entrenador.
¿Qué pasó?
Si ese era el semblante, la pregunta que surge espontáneamente es: ¿tanto puede incidir el resultado de un solo partido para que se cambie de opinión?. Y en rigor de verdad, la victoria espectacular e histórica ante Racing produjo algo impensado —por todas las condiciones que debían darse—, como fue la clasificación para la Sudamericana, cambió el semblante de la gente (después de Vélez se pensaba una cosa y después de Racing se cambió rotundamente la opinión), pero siempre se dice que el dirigente tiene que estar por encima de todo esto y analizar la realidad desde otro lugar.
Domínguez entendió que el partido con Vélez fue la prueba fiel de que ya no le quedaba mucho por hacer. Sin embargo, con eso en contra y sabiendo que todos estaban al tanto de que Racing iba a ser su último eslabón, el equipo apareció en toda su dimensión. ¿Tuvo que ver el técnico?, uno entiende que sí, no hay razones para negarlo. Fue el que armó el equipo, fue el que puso a Heredia de titular para que le diera una mano a Bastía en el medio y para que se juntara con Alan Ruiz para construir fútbol. Todos hicieron un buen partido, y algunos, un gran partido. Colón ganó, se metió en la Sudamericana y de repente, se produjo un viraje que, para muchos, fue impensado.
Domínguez regresó a Santa Fe, su nombre comenzó a sonar fuerte en varios lugares y hasta no se descarta que él o su representante hayan tenido contactos concretos. Estudiantes y Belgrano picaron en punta, se mencionó lo de Emelec y hasta podría haber tenido alguna chance si el Patón Bauza no arreglaba rápidamente en Rosario Central.
Pero también había otras cuestiones, como por ejemplo su relación con algunos jugadores del plantel. Horacio Darrás desmintió rotundamente “problemas de vestuario” cuando en ese vestuario visitante de la cancha de Racing se disfrutaba y festejaba por la clasificación. En el fondo, se sabe que su relación con algunos de los referentes del plantel no era la mejor, algo que seguramente se negará, como habitualmente pasa. Y ese era otro de los aspectos que también se había puesto sobre el tapete, más cuestiones futbolísticas que los dirigentes le reprochaban, como su empecinamiento en poner algunos jugadores y no otros, en armar equipos sin peso ofensivo en varios partidos o errores cometidos en un partido tan sensible como fue el clásico con Unión.
¿Cómo sigue?
Cuando Colón se encontró con la postura de Montero, a fines de 2016, de no continuar en el club y romper el contrato que tenía vigente por seis meses más, Vignatti se enojó y le hizo un juicio que todavía se está dirimiendo.
Un medio de La Plata hizo circular públicamente la versión de que el presidente le habría pedido un resarcimiento a Domínguez por cortar el vínculo que todavía tiene duración hasta junio de 2019, o sea un año más. Y hasta tiró una cifra: 300.000 dólares. Varios dirigentes de Colón lo negaron rotundamente.
Vignatti aprendió muchísimas cosas desde que está en Colón, pero en la que puso especial énfasis fue en no renunciar jamás a la capacidad de negociar. “Muchachos, acá no hay que decir absolutamente nada, porque si decimos algo podría ser usado en nuestra contra”. Palabras más, palabras menos, fue el semblante que el presidente supo transmitirle a sus pares más directos. Había una razón suficiente: si Domínguez entendía que era el final del ciclo, que él tome la decisión es una cosa y que la haga el club es otra totalmente distinta, sobre todo en lo económico.
Hay cuestiones que a uno le hacen ruido: 1) que Domínguez no pudo darle el salto de calidad al equipo en función del mejor plantel que tuvo; 2) que cometió muchos errores en el armado y en el funcionamiento, no tanto defensivo (se admite que Colón se defendió bien en casi todo el campeonato) sino del medio hacia adelante; 3) que él mismo le habría reconocido a los dirigentes que ese partido con Vélez fue la prueba evidente de que no le podía encontrar la vuelta; 4) que recién haya jugado muy bien en el último de los 27 partidos de la Superliga y justamente cuando todos, internamente, sabían que sería el último; y 5) que varios jugadores referentes del plantel no terminaban de entender algunas de sus decisiones.
La pregunta, entonces, es la siguiente: ¿cómo sigue?. Es muy posible que algunos jugadores que se iban a quedar ya no estén tan seguros de que así sea. Y también es muy posible que Domínguez tenga que revisar algunas decisiones y poner especial énfasis en el funcionamiento de un equipo que no jugó bien en el torneo, que tenía para más (Vignatti soñó con que Colón sea el Huracán, el Talleres o el Godoy Cruz de esta Superliga) y que ahora tendrá que plantearse objetivos de crecimiento.
¿Todo por un resultado?
El triunfo con Racing —más los otros resultados que necesariamente también debían darse— cambiaron todo. Los que pensaban que Domínguez debía irse (eran muchos el viernes después de la mala actuación con Vélez) cambiaron de idea y se revalidaron números que no son para nada malos y el logro de la clasificación para la Sudamericana que se consiguió el año pasado, con un equipo que jugaba mucho mejor al fútbol, con menos, que el actual. Y en el caso del DT, la nueva clasificación para la Sudamericana, más un contrato al que todavía le queda un año de duración, más alguna presión familiar y de su mismo entorno para quedarse (que dicen que también existió), le dio valor para cambiar el semblante y hasta la opinión. Lo que era “no le encontré la vuelta al equipo” del viernes pasado, en tres días y 90 minutos de fútbol se convirtió en un “el fútbol es presente y ahora me quedo”.
Los caprichos y empecinamientos no conducen a nada. Por eso, este largo receso hasta el primer fin de semana de agosto en que comenzará una nueva temporada tiene que servir para que se discuta todo lo que deba discutirse y se logren los acuerdos necesarios que no conviertan a esta vuelta de timón de algo que estaba prácticamente “cocinado” en algo perjudicial para todos.
Vignatti asumió la conducción del club con un plantel con bajo promedio y urgencias, hace dos años. Hoy la realidad es diferente. Mucho ayudó Domínguez en esto y se lo reconoce. Pero estos nubarrones que presagiaban una tormenta hasta que, de repente, llegó ese fuerte viento que la disipó y dio lugar a la aparición del sol, pone a dirigentes y entrenador en un lugar de exigencia para no dilapidar ese crecimiento.
Un detalle “económico”
El presidente de Colón, José Néstor Vignatti, admitió que sólo resta “un detalle económico” para que se haga el pase de Germán Conti al Benfica de Portugal.
La sensación, tanto en Santa Fe como en Lisboa, es que el pase se concretará y que Conti viajará la semana que viene, como está previsto, a Portugal para firmar el contrato de 5 años.
El pase se hará por 3,5 millones de euros y Colón percibirá una parte del pase ahora y la otra el año que viene. No es la ejecución de la cláusula (que debía hacerse de contado) sino una negociaciónn que, sin embargo, le dejará idéntica suma de dinero a la entidad sabalera.
El DT de Estudiantes
Las novedades en Estudiantes, uno de los clubes que pretendía a Eduardo Domínguez, llegarán luego del encuentro del partido del jueves, por Copa Libertadores. El resultado del partido (Estudiantes tiene que ganarle a Nacional para clasificar) y lo que el mismo arroje para el próximo semestre será determinante: si continúa en la competencia irá en búsqueda de un técnico del perfil de Mauricio Pellegrino (con él hablarán), si pasa a Sudamericana y no sigue en algún certamen internacional, no se descarta siga Leandro Benítez en el cargo.
Respecto de los técnicos apuntados, Eduardo Domínguez seguirá en Colón y Beñat San José, de Universidad Católica de Chile, también.