El Negro Palma, Colón y aquella patriada de Ítalo y don Joaquín
La muerte de Omar Palma roza sentimentalmente a la gente de Colón. Después de ascender con Central y siendo el mejor jugador, vino a Santa Fe medio año. El presidente era Peiroten, pero tuvo la inestimable ayuda de Italo Giménez y su amistad con el escribano Vesco.
Con la rojinegra en la cancha de Colón, en aquel equipo del '86.
La rivalidad histórica de Colón con Rosario Central era cuestión de hinchadas y nada más. Entre los dirigentes, era otra cosa. Y si para muestra vale un botón, se dio con la llegada del Negro Palma a Colón en 1986. Fue una revolución, porque se trataba de uno de los mejores mediocampistas del fútbol argentino que, ocasionalmente, estuvo jugando en la B con la camiseta de su querido Rosario Central en 1985, un torneo de ascenso que Central ganó brillantemente de la mano del Negro Marchetta desplegando un fútbol de alto nivel. ¿Qué fue lo que pasó?, que en ese momento se decidió que el fútbol argentino tenga un cambio radical: 1) dejó de existir el viejo Nacional que había llegado bajo el impulso de Valentín Suárez en 1967 para darle una gran mano al olvidado interior; 2) adecuar el calendario del fútbol argentino para compatibilizarlo con el de Europa y permitir traspasos de jugadores en épocas de apertura del libro de pases y formación de planteles, y además, que en las pretemporadas se pueda viajar a jugar esos torneos internacionales que se hacían en Europa y que, a veces, recibían invitaciones los clubes argentinos (Boca, River y algún “descolgado” con un poco de fortuna).
Palma fue una gloria de Central. Foto: El Gráfico
Quedaban seis meses “en el aire” para los clubes de la B y para Rosario Central, que ya era de Primera pero que recién iba a jugar el máximo torneo a partir de mitad de año. Se organizó entonces un mini torneo de medio año y con un ascenso, que fue para Deportivo Italiano. Los jugadores de Rosario Central fueron distribuidos en los distintos equipos de la B, mientras que Racing – el otro ascendido de 1985 – le “alquiló” su plantel a Argentino de Mendoza para jugar el torneo de la Liga Mendocina (algo inentendible para estos tiempos).
Colón era presidido en ese entonces por don Joaquín Peiroten, un dirigente que dejó millones y millones en el club y apenas pudo recuperar un porcentaje de lo que realmente puso. En el 85 había formado un equipo de estrellas que no funcionó. Y la ocasión era este torneo de medio año, en el que había que estar entre los primeros no sólo para intentar el ascenso, sino también para evitar el descenso encubierto que hubo de varios equipos que pasaron a jugar la B Metropolitana, pues en el medio se creó el Nacional B, que tuvo su arranque en esa temporada 86-87.
En blanco y negro. Una fotografía del archivo de El Litoral.
A través de la gestión que hizo otro gran dirigente que tuvo el club, como Italo Pedro Giménez, Colón fue a golpearle las puertas a Rosario Central. Esa amistad con el escribano Vesco posibilitó que Central le prestara a Colón a su mejor jugador: Omar Arnaldo Palma. Era el cerebro de ese Rosario Central y llegó a Colón en la plenitud de su carrera. También vino el Camello Di Leo, quien luego retornó al club como ayudante del Patón Bauza en la conducción técnica.
Ese equipo de Colón tuvo grandes jugadores. Carnevali y Puentedura eran los arqueros, había llegado Claudio Gugnali, se había quedado el Caña Belén, Wermer, el Bicho Godano, Bachini, el Tano Di Gregorio, Cototo Balbuena, el Negro López, Cachito Vera, Roberto Gamarra, entre otros. El técnico era el Conejo Tarabini y Colón se quedó afuera de la clasificación al Reducido por el ascenso porque Lanús lo superó en cantidad de goles, con una definición llena de polémicas: Colón le ganó a El Porvenir 3 a 0 en Santa Fe y Lanús goleó a Almirante Brown por 5 a 0, en un partido que terminó un rato más tarde, ya con el resultado conocido del partido de Colón. Lanús hizo los goles necesarios para dejar afuera al Sabalero y así ese muy buen equipo se quedó sin la chance de pelear por el ascenso, que finalmente Deportivo Italiano se lo quedó, ganándole la final a Huracán.
El paso del Negro Palma no pasó para nada desapercibido. Y ese mediocampo con Bachino, el Tano Di Gregorio, él y muchas veces Cototo Balbuena que se sumaba al armado del juego, se convirtió en uno de los tantos “mediocampos de Primera” que supo armar Colón en esos tiempos de lucha por volver al círculo privilegiado.
Palma contra Colón en los '90.
“El Pulga Rodríguez tiene muchas cosas de él”, me comenta con gran dosis de razón un amigo sabalero. Es cierto. Pero el Pulga estaba más definido como punta, para jugar en los últimos 30 metros de la cancha. El Negro Palma arrancaba desde atrás. Si jugaba de “8”, jugaba muy bien; lo ponían de “5” y jugaba muy bien; por características, podía jugar de enganche. Era un jugador completo, con buen pie, inteligente, creativo y no le escapaba tampoco al sacrificio.
Colón lo trajo en la cúspide de su carrera. Fue un “guiño” que le hizo Central a Colón. Luego volvió y fue figura en aquél campeonato del 86-87 de Rosario Central, que consiguió algo difícil de conseguir: en un año volvió a jugar en Primera luego de descender y un año después fue campeón de Primera División. Y todo eso con una figura: Omar Arnaldo Palma. Que alguna vez se puso la camiseta de Colón. Y desparramó aquí también su enorme calidad que se llevó con él a la eternidad, aunque el recuerdo perdurará por siempre.
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